Cap.- 31

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El día domingo amaneció con un cielo despejado, una luz dorada que se filtraba a través de las ventanas y llenaba la nueva pastelería de Hong con un cálido resplandor. Era el momento que tanto había esperado: la apertura de su propio negocio, con una mezcla de ansiedad y emoción, había citado a las personas que lo ayudarían en la preparación de los pasteles y postres que se ofrecerían en el menú.

Hong se movía por el espacio con una energía contagiosa, organizando los ingredientes en la amplia cocina.

A medida que sus colaboradores llegaban, la atmósfera se llenaba de risas y charlas animadas. Cada uno de ellos traía consigo una energía única, y juntos formaban un equipo dinámico que hacía que el trabajo se sintiera menos como una tarea y más como una celebración. Hong se sintió agradecido por su apoyo, sabiendo que, sin ellos, no habría podido avanzar tan rápido.

Con su ayuda, lograron terminar las preparaciones mucho antes de lo esperado, la cocina, que al principio había parecido un caos, se transformó en un espacio organizado donde cada uno sabía exactamente qué hacer, Hong se movía entre ellos, dirigiendo, animando y, en ocasiones, compartiendo una broma que provocaba risas.

Esa misma noche, mientras el sol se ocultaba, Hong se dedicó a preparar todo para el día siguiente. Había decidido adornar la pastelería con flores blancas, que simbolizaban pureza y nuevos comienzos. Con cuidado, colocó ramos de flores en cada mesa, creando un ambiente acogedor que invitaría a los clientes a entrar y disfrutar. Las flores aportaban un toque fresco y alegre, y él se sintió satisfecho al ver cómo transformaban el espacio.

Al caer la noche, Hong envió la ubicación a sus amigos, invitándolos a la inauguración, para él, no solo sería la apertura de su pastelería, sino también una celebración de amistad y apoyo.

Hong se retiró a casa con un ligero cansancio que comenzaba a pesar en sus hombros, la noche había caído, y aunque era tarde cuando llegó, la luz tenue de la sala le indicó que su madre y su hermano aún lo esperaban despiertos.

—¿Entonces, hermanito, mañana iremos contigo? —preguntó Hajoong, con los ojos brillantes

—Sí, mañana me iré desde temprano, pero pueden llegar antes de las 3 —mencionó Hong

—¿Quieres que me vaya contigo temprano? —preguntó su madre

—No, mamá, mejor ponte más hermosa y te veo allá con Hajoong —respondió Hong con una sonrisa, queriendo tranquilizarla. Sabía cuánto significaba para ella estar presente, pero también quería que se sintiera bien y segura.

—¿Cuándo vas a dejar de tratarme como si fuera una inútil, Hong? —la voz de su madre estaba impregnada de una mezcla de tristeza y determinación—. Es por eso que pagaste la operación, para que no dependiera más de ti.

Hong sintió un nudo en el estómago ante sus palabras, sabía que su madre había luchado mucho y que había hecho sacrificios por su bienestar. Sin embargo, la preocupación por ella siempre lo acompañaba, y no podía evitar querer protegerla.

—Lo sé, pero mañana quiero sorprenderte con la pastelería —dijo él, intentando suavizar el ambiente, una chispa de emoción iluminando su mirada.

—Está bien, llegaré un par de horas antes y no digas más —mencionó ella, un ligero rayo de sonrisa asomándose en sus labios.

Hong se acercó a su madre y le dio un beso en la mejilla, un gesto de cariño que transmitía todo lo que sentía, era un recordatorio de lo importante que era para él tenerla a su lado en ese momento significativo. —Me iré a dormir —dijo Hong mientras se dirigía a su habitación, sintiéndose un poco más ligero al dejar atrás las tensiones de la conversación.

No termino (+18) MinjoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora