Cap. 27

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Los días siguientes pasaron llenos de trabajo, Hong se sumergió en la rutina de la pastelería, su mente centrada en los preparativos y las órdenes de los clientes.

El viernes, Hong salió temprano para ir por su madre a casa de su tía, había estado esperando este día con ansias, eran aproximadamente las 3 p.m. cuando, mientras organizaba la maleta con lo necesario para su madre, escuchó el sonido de un claxon fuera de la pastelería, curioso, se asomó por la ventana y, para su sorpresa, vio a Jayb esperando allí, con una sonrisa radiante que iluminaba su rostro.

—¿Qué haces aquí? —dijo Hong, su rostro iluminándose con una gran sonrisa al reconocerlo. La sorpresa y la alegría se mezclaron en su pecho, y no pudo evitar sentir que su corazón se aceleraba al verlo.

—Vine a ayudarte, no quería que tuvieras que ir solo a recogerla —respondió Jayb, bajando del auto y acercándose a Hong con una actitud decidida.

—No era necesario, pero gracias —dijo Hong, sintiendo una oleada de gratitud. A pesar de que había planeado ir solo, la idea de tener a Jayb junto a él hacía que todo fuera más fácil.

Jayb se inclinó ligeramente hacia la maleta, ayudando a Hong a cargarla. —Vamos, no perdamos tiempo —dijo, su voz llena de entusiasmo mientras se dirigía hacia el auto.

Mientras conducían hacia casa de su tía, Hong no podía evitar robarle miradas a Jayb, disfrutando de su compañía. La conversación fluía de manera natural, llena de risas y anécdotas, Hong le contaba sobre la pastelería, sobre los nuevos postres que había creado y cómo había sido el proceso de volver a abrir. Jayb escuchaba con atención, haciendo preguntas y mostrando un interés genuino que hacía que Hong se sintiera valorado.

Al llegar a casa de su tía, Hong se sintió aliviado al ver que ya lo esperaban, la camioneta de Jayb era amplia, lo que significaba que podían llevar a más personas para acompañar a su madre. Sin embargo, la realidad de la situación era que no todos podrían quedarse en el hospital.

Después de aproximadamente una hora y media de viaje, finalmente llegaron al hospital, el edificio era grande y moderno, con luces brillantes que iluminaban el camino hacia la entrada. Al entrar, los médicos ya los esperaban, y Hong sintió un escalofrío de ansiedad recorrer su espalda. Pasaron al cuarto donde la señora Kim sería internada para su operación programada para la mañana siguiente.

La tarde transcurrió con una calma tensa, Hong se sentó en la sala de espera, con el corazón latiendo fuertemente en su pecho, Jayb permaneció a su lado, un pilar de apoyo constante. El médico se acercó a ellos, explicando todo acerca de la operación, respondiendo a cada una de las preguntas que Hong tenía, y asegurándose de que no quedaran dudas en su mente.

—Si necesitan cualquier cosa, no duden en decírmelo —dijo Jayb, su voz llena de sinceridad. Hong sintió una calidez en su pecho al saber que no estaba solo en ese momento difícil.

La noche llegó y con ella, la ansiedad de Hong. Se acomodaron en una de las salas de espera, y mientras las horas pasaban, Hong se perdió en sus pensamientos, preocupándose por su madre. La conversación entre él y Jayb fluía de manera natural, pero siempre había un trasfondo de preocupación.

A la mañana siguiente, alrededor de las 7 a.m., Hong se despertó con un sobresalto. Aún aturdido por la falta de sueño, sabía que el momento de despedirse de su madre se acercaba. Cuando finalmente llegó a su lado, la señora Kim sonreía débilmente, pero había un brillo de amor en sus ojos que hizo que Hong se sintiera un poco más tranquilo.

—Voy a estar bien, hijo —dijo su madre, tomando su mano con ternura.

Cuando llegaron los enfermeros para llevarla a la sala de operaciones, Hong sintió que su corazón se rompía un poco. La miró mientras la trasladaban en la camilla, su mente llena de temores sobre lo que podría suceder.

No termino (+18) MinjoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora