✦ - Palabras hirientes 🎨

984 160 36
                                    

Capítulo 21.

El alfa se plantó frente a la puerta del nuevo departamento de Jimin, sintiendo un ligero nudo en el estómago. Por lo que sabía, el omega se quedaría a vivir a Seúl junto a su hermano alfa y al parecer los padres del omega ya habían regresado a Busan.

Habían pasado días desde que se quedó a dormir por accidente en su casa, fueron días preparando el regalo, cada trazo de lápiz sobre el papel había sido hecho con una mezcla de concentración y emoción. En sus manos llevaba un retrato de Jimin, un dibujo que había hecho en uno de esos momentos tranquilos en los que el omega dormía, completamente ajeno al mundo, y el alfa tatuado lo había observado en silencio, maravillado por su belleza.

Dio unos golpecitos en la puerta y esperó, tratando de calmar el latido acelerado de su corazón. No era solo el retrato lo que lo ponía nervioso; era todo lo que significaba. Cada vez le resultaba más difícil ocultar sus sentimientos por el rubio, y el hecho de que no estuvieran seguros de si su amistad podía soportar una confesión lo tenía inquieto.

La puerta se abrió, revelando a un Jimin radiante, con su cabello rubio despeinado amarrado en una coleta baja y una sonrisa cálida en los labios.

—¡Jungkook! —exclamó, sus ojos brillando al ver al alfa tatuado—. No esperaba verte hoy.

El alfa con aroma a moras esbozó una sonrisa, aunque sentía que sus nervios traicionaban su intento de parecer tranquilo.

—Pensé que te gustaría un pequeño regalo para celebrar tu nuevo hogar —dijo, extendiéndole el paquete envuelto con cuidado.

Jimin lo tomó con una mezcla de curiosidad y emoción.

—¿Qué es? —preguntó, mientras lo invitaba a entrar al departamento.

Antes de que el tatuado pudiera responder, Jihoon apareció en el umbral del salón, su expresión neutral pero los ojos observadores. Era obvio que el alfa mayor mostraba abiertamente su desagrado hacia Jungkook y era evidente que no compartía el mismo entusiasmo que su hermano menor por su visita.

—Hola, Jeon —saludó Jihoon, su tono cortés pero distante.

—Hola, Jihoon —respondió el alfa de cabello oscuro, esforzándose por mantener la compostura. Sabía que ese alfa no lo veía con buenos ojos, pero respetaba profundamente al omega, y eso era lo único que importaba.

Jimin rompió el incómodo silencio al abrir el paquete, sus ojos abriéndose con asombro cuando vio el retrato.

—Jungkook... es hermoso —susurró, sin poder apartar la vista del dibujo.

El alfa tatuado sintió una mezcla de alivio y satisfacción al ver la reacción del omega.

—Me alegra que te guste. Lo hice cuando estabas dormido... te veías tan en paz que no pude resistir.

El rubio levantó la vista, sus ojos conectando con los de Jungkook en un momento cargado de una tensión no dicha.

—Es increíble, de verdad... gracias —dijo, su voz suave, como si estuviera tratando de capturar la profundidad de lo que sentía.

El alfa asintió, consciente de la electricidad en el aire. Quería decir más, admitir lo que había estado guardando en su pecho, pero se contuvo. No era el momento.

—Debería dejarlos solos —interrumpió Jihoon, quien, aunque aún desconfiaba de Jungkook, no se sentía con el derecho de interferir en la felicidad de su hermano menor—. Tengo algunas cosas que hacer. Regreso más tarde, hermanito —añadió, intentando suavizar su salida.

Una vez que Jihoon se retiró, la atmósfera entre el alfa y el omega cambió ligeramente. Jimin, sosteniendo el retrato contra su pecho, se sentó en el sofá, indicándole al pelinegro que hiciera lo mismo.

Pinceladas del Destino 🎨 [𝗸𝗼𝗼𝗸𝗺𝗶𝗻; 𝗼𝗺𝗲𝗴𝗮𝘃𝗲𝗿𝘀𝗲] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora