Era un sábado soleado cuando Lian se despertó con una sensación de calma y satisfacción. Los últimos días habían sido un torbellino de emociones, pero ahora se sentía más equilibrado, en parte gracias a su creciente amistad con Lesly y Emma. Aquel día, sin embargo, iba a ser diferente. Sus padres, que no solían ser muy unidos, habían decidido hacer algo que hacía tiempo no ocurría: pasar un día juntos como familia.—Lian, ¿quieres venir con nosotros de compras? —preguntó su madre desde la puerta de su habitación, con una sonrisa suave.
Lian, algo sorprendido, asintió rápidamente. No era común que sus padres lo invitaran a pasar tiempo con ellos, y aunque las compras no eran su actividad favorita, la idea de estar juntos sonaba bien.
—Claro, mamá. Me encantaría —respondió, levantándose de la cama.
Después de desayunar juntos, algo que también era poco frecuente, se dirigieron al centro comercial. El ambiente era tranquilo, y por primera vez en mucho tiempo, Lian se dio cuenta de que sus padres parecían relajados, casi felices. Mientras paseaban por las tiendas, su madre elegía algunas cosas para la casa y su padre comentaba sobre un nuevo proyecto en el que estaba trabajando, algo que rara vez hacía en presencia de Lian.
—Papá, eso suena interesante —comentó Lian, tratando de mostrar interés en lo que su padre decía.
—Gracias, Lian. Es bueno escucharte decir eso —respondió su padre, sorprendido por el interés de su hijo.
A medida que avanzaba el día, Lian notó que algo había cambiado en la dinámica familiar. Sus padres se miraban con más afecto, y a él mismo lo trataban con una calidez que no recordaba haber sentido en mucho tiempo. En un momento dado, mientras se probaba una chaqueta que su madre había insistido en que se llevara, ella lo miró con una expresión de orgullo.
—Lian, te ves bien —dijo su madre, ajustándole el cuello de la chaqueta—. Has cambiado mucho últimamente. Estoy muy orgullosa de ti.
Lian sintió un nudo en la garganta. Sabía a qué se refería su madre, y aunque no le gustaba hablar abiertamente de sus sentimientos, decidió que era el momento de hacerlo.
—Gracias, mamá. Creo que he estado pensando mucho en las cosas importantes de la vida —admitió, con una sonrisa tímida.
Su madre lo miró con ojos llenos de ternura.
—Y se nota, hijo. Tu padre y yo lo hemos notado. Estás más tranquilo, más atento... como si hubieras encontrado algo que te hace bien.
Lian se quedó en silencio por un momento, pensando en Lesly, Emma, y en cómo su relación con ellas había influido en su vida.
—Supongo que he aprendido a valorar más lo que tengo —respondió finalmente.
Su padre, que había estado escuchando en silencio, se acercó y le dio una palmada en el hombro.
—Lo estamos notando, Lian. Y queremos que sepas que estamos aquí para ti, para apoyarte en lo que necesites.
Lian se sintió abrumado por la sinceridad en las palabras de su padre. No solían tener momentos como esos, y lo apreciaba más de lo que podría expresar.
Después de terminar las compras, la familia decidió detenerse en una cafetería para tomar algo. Mientras disfrutaban de un café y unos postres, la conversación continuó fluyendo de manera natural. Lian se dio cuenta de que sus padres estaban haciendo un esfuerzo por acercarse a él, por conocer más sobre su vida y sus intereses, algo que antes no solía suceder.
—¿Y qué tal te va en la escuela? —preguntó su padre, interesado.
—Bien, creo. He estado... bueno, ayudando a alguien. Una compañera que no ha estado muy bien de salud —explicó Lian, sin entrar en demasiados detalles.
ESTÁS LEYENDO
A 9 LUNAS DE TI
Teen FictionEn la tranquila ciudad de Fairview, Lian, un joven rebelde, y Lesly, una brillante estudiante, se ven unidos por una tragedia: el diagnóstico de leucemia de Lesly. Obligados a confrontar sus diferencias, descubren un amor profundo mientras luchan co...