Capítulo 27

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Las semanas pasaron, y el panorama que había sido sombrío comenzó a iluminarse lentamente. Lesly, que había estado tan debilitada, comenzó a mostrar signos de mejoría. Su cuerpo respondía al tratamiento, y cada día se sentía un poco más fuerte. La caminata, que antes le parecía imposible, ahora era parte de su rutina diaria, y con Emma a su lado, comenzaba a recuperar no solo su fuerza física, sino también su ánimo.

Emma, siempre atenta y cariñosa, decidió que era el momento perfecto para sacar a Lesly de la rutina de médicos y tratamientos. Así que un día, con una sonrisa que iluminaba su rostro, le propuso a Lesly salir al cine.

—¿Qué te parece si vamos al cine hoy?—sugirió Emma. —Hay una película que estoy segura te va a encantar, y después podríamos ir a comer algo.

Lesly, que no había salido mucho desde que llegaron a España, dudó por un momento, pero la idea de hacer algo diferente la animó.

—Me parece genial—respondió Lesly, esbozando una sonrisa sincera. —Necesito un cambio de ambiente.

Esa noche, se arreglaron con entusiasmo, y Emma decidió que era hora de reintroducir a Lesly a algunos viejos amigos de la ciudad. Los había conocido durante su tiempo en España antes de que todo cambiara con la enfermedad de Lesly, y estaba segura de que serían una buena compañía para ella.

Cuando llegaron al cine, fueron recibidas por un pequeño grupo de amigos de Emma. Eran personas amables, con sonrisas acogedoras y una energía que rápidamente contagió a Lesly. Juntos, se sumergieron en la película, riendo y comentando cada escena.

Después del cine, el grupo decidió salir a comer. Lesly se encontró disfrutando de la conversación, de la risa compartida y del simple placer de sentirse parte de algo más allá de su enfermedad. Emma la observaba de cerca, satisfecha al ver cómo su amiga comenzaba a recuperar una parte de sí misma que había estado perdida durante tanto tiempo.

Durante esos días, Lesly y Emma continuaron explorando la ciudad, visitando cafeterías, paseando por parques y asistiendo a pequeñas reuniones. Emma se aseguraba de que cada día tuviera algo nuevo que ofrecer, manteniendo a Lesly ocupada y entretenida, lejos de las preocupaciones que la habían asfixiado antes.

Sin embargo, a pesar de esta aparente normalidad, la relación de Lesly con Lian se había reducido a un intercambio breve de mensajes. Cada mañana y cada noche, sin falta, se escribían un "buen día" y un "buenas noches". Eran mensajes cortos, casi formales, que parecían más un recordatorio de que seguían ahí el uno para el otro, que una verdadera conversación.

Lesly, aunque agradecida por la compañía de Emma y sus amigos, no podía evitar sentir un vacío cuando pensaba en Lian. Sabía que estaba poniendo una barrera entre ellos, pero también sabía que necesitaba este tiempo para sí misma, para sanar y encontrar un equilibrio. Lian, por su parte, respetaba su espacio, aunque no podía evitar extrañarla profundamente.

Las salidas y los momentos compartidos ayudaban a Lesly a olvidar, aunque fuera por un momento, las dificultades que habían enfrentado. Pero al final del día, cuando la casa estaba en silencio y se encontraba sola con sus pensamientos, el vacío que sentía por la distancia con Lian se hacía más palpable.

Sin embargo, cada vez que la duda o la tristeza amenazaban con apoderarse de ella, Emma estaba allí, lista para hacerle una broma, contarle una anécdota divertida o simplemente recordarle que no estaba sola. Y así, entre risas, salidas y pequeñas conversaciones, las semanas siguieron su curso, con Lesly sintiéndose un poco más fuerte cada día, aunque aún con un peso en su corazón.


Esa tarde, Lesly, Emma y los amigos de Emma decidieron salir a una cafetería acogedora, donde el aroma del café recién molido llenaba el aire y las risas resonaban en cada rincón. El grupo estaba sumido en una conversación animada, compartiendo historias y riendo sin parar. Lesly, aunque disfrutaba de la compañía, sentía que algo le faltaba.

Mientras saboreaban sus bebidas, el teléfono de Lesly comenzó a sonar. Al principio, lo ignoró, pensando que no era nada urgente. Pero luego, el teléfono vibró nuevamente, y esta vez, Emma notó las cuatro llamadas perdidas en la pantalla. 

—Lesly, contesta —le dijo Emma, con una mezcla de preocupación y firmeza.

Lesly, molesta por la insistencia, tomó el teléfono y vio que era una videollamada de Lian. Suspiró, tratando de calmarse, pero no pudo evitar sentir un enojo creciente. Al aceptar la llamada, el rostro de Lian apareció en la pantalla, mostrando una expresión mezcla de sorpresa y desilusión.

—¿Qué fue, Lian? ¿Por qué tantas llamadas? ¿Estás loco o qué? —dijo Lesly en un tono molesto, sin darse cuenta de que los demás habían dejado de hablar para escuchar.

Lian, visiblemente afectado por la reacción de Lesly y al darse cuenta de que estaba acompañada por Emma y otras personas, respiró hondo, tratando de mantener la calma.

—Creí que era importante para ti, pero parece que me equivoqué —respondió Lian, con una mezcla de tristeza y reproche en su voz—. Solo te llamaba para felicitarte... hoy es tu cumpleaños, pero veo que no soy tan importante como pensé. Ni siquiera puedes contestar una llamada sin ponerte así. Pasa un buen rato con tus amigos... —dijo, antes de cortar la llamada abruptamente.

Lesly se quedó mirando la pantalla en blanco, mientras los demás se miraban entre sí, incómodos por haber sido testigos de la conversación. Emma, sintiendo el peso de la situación, puso una mano en el hombro de Lesly, quien intentaba procesar lo que acababa de pasar.



Lesly permaneció en silencio después de la llamada, sintiendo el peso de la culpa mezclada con la confusión. Aunque trataba de seguir la conversación en la cafetería, su mente no podía dejar de pensar en Lian y en las palabras que le había dicho. Emma, notando el cambio en el ambiente, trató de animar al grupo, pero la atmósfera ya se había vuelto tensa.

Después de un rato, Lesly decidió que era mejor regresar a casa. Emma la acompañó en silencio, sin hacer preguntas, sabiendo que su amiga necesitaba tiempo para pensar. Cuando llegaron, Lesly se encerró en su habitación y se tumbó en la cama, mirando al techo, dejando que sus pensamientos la inundaran.

La noche cayó rápidamente, y Lesly no pudo evitar pensar en cómo las cosas habían cambiado tanto entre ella y Lian. Lo que antes era una relación llena de amor y cercanía, ahora estaba plagado de distancia y malentendidos. Finalmente, decidió escribirle un mensaje para aclarar las cosas, pero cada vez que intentaba teclear algo, no encontraba las palabras correctas. Frustrada, dejó el teléfono a un lado y se quedó mirando la ventana, observando cómo la lluvia comenzaba a golpear suavemente el vidrio.

Mientras tanto, en la casa de Lian, él también estaba luchando con sus emociones. Había pasado la tarde sintiéndose herido, recordando cada momento con Lesly y preguntándose en qué momento todo había comenzado a desmoronarse. Su teléfono estaba al lado de su cama, y aunque deseaba escribirle, no quería parecer desesperado.

Emma, preocupada por ambos, decidió enviarle un mensaje a Lian. Sabía que Lesly no estaba en el mejor estado emocional y que sus palabras en la videollamada habían sido más duras de lo que realmente sentía. Quería mediar entre ellos y hacer que volvieran a hablar con calma, sin las emociones a flor de piel.

—Hey, Lian. Sé que todo fue un poco caótico hoy, pero Lesly no está bien. Creo que deberías hablar con ella cuando ambos estén más tranquilos. No dejes que esto termine mal, por favor —escribió Emma, esperando que Lian entendiera que aún había esperanza de reconciliación.

Lian leyó el mensaje y suspiró. Sabía que Emma tenía razón, pero también sentía que necesitaba tiempo para procesar lo que había pasado. Decidió que, por el momento, lo mejor era darle espacio a Lesly y a él mismo. 

Esa noche, Lesly y Lian se acostaron sintiendo el mismo vacío en el pecho, deseando que las cosas pudieran volver a ser como antes, pero sabiendo que el camino hacia la reconciliación no sería fácil. La lluvia continuó cayendo, marcando el compás de sus pensamientos mientras ambos se preguntaban si algún día podrían superar esta nueva barrera entre ellos.

A 9 LUNAS DE TI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora