Capítulo 19

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Era un día tranquilo, uno de esos en los que el sol brillaba suavemente a través de las ventanas, llenando la habitación de Lesly con una luz cálida y dorada. Lian, Emma y Lesly estaban juntos en la habitación, disfrutando de la compañía mutua como solían hacerlo. Emma, siempre atenta a los detalles, decidió levantarse para preparar algo especial de comer, algo que sabía que a los tres les encantaría. 

—Vuelvo en un rato, chicos. Les prometo que esto les va a encantar —dijo Emma con una sonrisa antes de salir de la habitación, dejando a Lesly y Lian solos.

Cuando Emma se fue, la habitación se llenó de un silencio cómodo. Lian, sentado al borde de la cama, miró a Lesly, quien estaba recostada entre las almohadas. Sus ojos se encontraron, y en ese instante, Lian sintió una fuerte necesidad de estar más cerca de ella. 

Sin pensarlo mucho, se inclinó hacia Lesly, su rostro acercándose al de ella, y sin ninguna palabra entre ellos, sus labios se encontraron en un beso. Al principio, fue un beso suave, dulce, lleno de cariño, pero rápidamente se convirtió en algo más profundo, más apasionado. 

Lesly respondió al beso con igual intensidad, dejando que el momento la envolviera, olvidándose por unos instantes de todo lo que la preocupaba. Pero mientras el beso se volvía más urgente, un pensamiento intruso irrumpió en su mente, recordándole todo lo que había tratado de evitar.

La conversación sobre la falcemia, el miedo a lo que podría significar para su futuro, el temor a traer hijos al mundo que podrían heredar la enfermedad... Todo eso volvió a inundar su mente, llenándola de una mezcla de pánico y tristeza. Sabía que, aunque amaba a Lian, no podía permitirse la posibilidad de tener hijos con él, no con el alto riesgo que corrían debido a su condición. Y aunque no podía decírselo directamente, la idea de seguir adelante en ese momento le resultaba insoportable.

Lesly, con el corazón latiendo aceleradamente y la mente nublada por el miedo, apartó a Lian suavemente, deteniendo el beso de manera abrupta. Lian la miró con sorpresa, su respiración aún agitada, sin comprender lo que estaba sucediendo.

—Lesly, ¿estás bien? —preguntó con voz baja, preocupado por su repentino cambio de actitud.

Lesly, aún sintiendo el calor de sus labios, forzó una sonrisa y asintió débilmente.

—Sí, estoy bien... Solo... —vaciló, buscando las palabras correctas—. Solo creo que deberíamos hablar un poco, sabes, de cosas de la vida... en lugar de... bueno, de esto.

Lian parpadeó, confundido por su respuesta. Pudo ver en los ojos de Lesly que algo la estaba atormentando, pero no quería presionarla.

—Claro, si eso es lo que quieres —respondió, tratando de ocultar la decepción en su voz.

Lesly asintió nuevamente y se alejó un poco más en la cama, abrazando una almohada contra su pecho. No podía mirarlo directamente, sabiendo que si lo hacía, él vería el conflicto interno que la estaba desgarrando. 

—Hablemos de algo más... No sé, de cualquier cosa —dijo Lesly, su voz casi en un susurro.

Lian, aunque preocupado, decidió seguir su deseo. Comenzaron a hablar sobre temas mundanos: libros, películas, cualquier cosa que pudiera distraerlos de la tensión que ahora llenaba la habitación. Pero la conversación, aunque fluida, se sentía forzada. Ambos sabían que algo más profundo estaba ocurriendo, algo que Lesly no estaba lista para compartir.

El regreso de Emma con la comida, con su alegría contagiosa, alivió un poco la tensión. Pero mientras los tres comían y charlaban, la distancia entre Lesly y Lian era palpable. Aunque fingían que todo estaba bien, la verdad era que ambos estaban lidiando con miedos y preocupaciones que no sabían cómo expresar. Y en el fondo, Lesly sabía que el camino que tenían por delante sería más difícil de lo que jamás había imaginado.

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