Horas después, Lesly abrió los ojos lentamente, parpadeando mientras se acostumbraba a la luz tenue de la habitación del hospital. Su madre y Emma estaban sentadas cerca, observándola con una mezcla de preocupación y alivio. Lesly sintió una oleada de cansancio, pero también un peso en el pecho al ver las expresiones serias en sus rostros.—Mamá, Emma... —susurró, intentando sentarse un poco más en la cama, aunque sus movimientos eran torpes y lentos.
—No te esfuerces, cariño —dijo su madre suavemente, ayudándola a acomodarse mejor—. Necesitas descansar, pero también tenemos que hablar seriamente, Lesly.
El tono en la voz de su madre hizo que Lesly se tensara. Miró a Emma, esperando encontrar alguna señal de lo que estaba por venir, pero su prima simplemente bajó la mirada, incapaz de sostener su mirada.
—¿De qué se trata? —preguntó Lesly, un nudo formándose en su estómago.
Su madre respiró hondo, preparando lo que iba a decir.
—Emma y yo hemos estado hablando con el médico. Él nos dijo lo importante que es que te mantengas alejada de cualquier tipo de estrés. Y, bueno, Emma me contó que últimamente has estado muy afectada emocionalmente por todo lo que ha pasado con Lian.
Lesly sintió un golpe en el corazón al escuchar el nombre de Lian. Bajó la mirada, sabiendo que las palabras de su madre no serían fáciles de escuchar.
—Cariño, yo sé que quieres a Lian, y sé cuánto te importa. Pero tu salud es lo más importante ahora, y no estás en condiciones de lidiar con situaciones que te hacen daño —continuó su madre, su tono suave pero firme—. Es por eso que creo que es mejor que te distancies de él, al menos por un tiempo. Necesitas concentrarte en ti misma y en tu recuperación.
Lesly sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor. Las lágrimas comenzaron a llenar sus ojos, pero no dijo nada, simplemente asintió, sintiendo el peso de las palabras de su madre como una losa sobre su pecho.
—Además —continuó su madre, con una resolución en su voz que Lesly no había oído antes—, cuando mejores un poco, nos iremos con los padres de Emma a España. Aquí, nada te está ayudando. Necesitas un cambio de ambiente, un lugar donde puedas sanar de verdad.
Emma, que había estado en silencio todo el tiempo, sintió la mirada de su tía posarse sobre ella, llena de decepción.
—Y tú, Emma... —dijo su tía, su voz mezclando preocupación y reproche—. Pensé que ibas a ser más responsable, que cuidarías mejor de Lesly. Te confíe mi hija, y esperaba que estuvieras más atenta a su bienestar.
Emma tragó saliva, sintiéndose pequeña bajo la mirada de su tía. Sabía que no podía disculparse por lo que ya había pasado, pero el peso de la culpa era casi insoportable.
—Lo siento, tía —murmuró Emma, con la voz quebrada—. Pensé que estaba haciendo lo mejor, pero... claramente me equivoqué.
Lesly observó la escena en silencio, sintiendo una mezcla de tristeza y confusión. No quería dejar a Lian, no quería irse lejos, pero sabía que su madre tenía razón. Sabía que su salud estaba empeorando y que no podía seguir ignorando lo que estaba pasando.
Finalmente, su madre se inclinó hacia ella, tomando su mano con ternura.
—Lo hago porque te quiero, Lesly. Necesito que estés bien, y si eso significa alejarte de todo lo que te está causando daño, entonces es lo que haremos —dijo, sus ojos llenos de amor y determinación—. Nos iremos a España, y cuando estés mejor, podremos hablar de todo lo demás.
Lesly asintió lentamente, sintiendo una mezcla de resignación y esperanza. Tal vez un cambio era lo que necesitaba, aunque eso significara dejar atrás a Lian y todo lo que conocía. Mientras las lágrimas caían por su rostro, se dio cuenta de que, por primera vez en mucho tiempo, no tenía otra opción más que dejar que otros la cuidaran y confiar en que el tiempo sanaría sus heridas.
El amanecer apenas había comenzado a teñir el cielo de tonos rosados cuando Lesly, aún débil y adormilada, fue dada de alta del hospital. Su madre, con una expresión determinada y cansada, la acompañó, asegurándose de que Lesly estuviera bien abrigada para el viaje a casa. No había tiempo que perder; los planes ya estaban hechos, y ese mismo día dejarían todo atrás.
—Vamos a casa, Lesly —dijo su madre mientras la ayudaba a subir al auto—. Pero no te acomodes demasiado. Tenemos que empacar todo porque nos iremos hoy mismo.
Lesly, aún mareada por los medicamentos y el agotamiento, asintió lentamente, sin oponer resistencia. No tenía fuerzas para discutir, y en el fondo, entendía que su madre solo quería lo mejor para ella.
El trayecto hacia casa fue silencioso, roto solo por las instrucciones suaves de su madre sobre lo que debían hacer al llegar. Lesly miraba por la ventana, sintiendo cómo su mundo se reducía a un solo punto de enfoque: el viaje que cambiaría su vida. Todo lo que conocía quedaría atrás, incluido Lian.
Mientras tanto, Emma iba caminando por la calle, su teléfono en la mano, tratando de encontrar las palabras adecuadas para decirle a Lian lo que estaba a punto de suceder. Finalmente, después de una profunda respiración, marcó su número y esperó a que contestara.
—¿Emma? —la voz de Lian sonaba somnolienta, como si acabara de despertar.
—Lian, necesito que me escuches —dijo Emma, intentando mantener la calma en su voz, aunque su corazón latía con fuerza—. Es importante.
—¿Qué pasa? ¿Lesly está bien? —preguntó Lian, de inmediato en alerta.
Emma hizo una pausa, cerrando los ojos para reunir el coraje que necesitaba.
—Nos vamos a España hoy, Lian. Los médicos dicen que ella necesita un cambio de ambiente, y su mamá decidió que lo mejor es que reciba tratamiento allá. Lesly pasó toda la noche en el hospital... está débil, y no puede seguir así.
Hubo un silencio al otro lado de la línea. Emma podía escuchar la respiración entrecortada de Lian, como si estuviera intentando procesar lo que acababa de escuchar.
—No... no puede ser... —murmuró Lian, su voz quebrándose.
—Lo siento, Lian. Yo tampoco quiero que sea así, pero no tenemos otra opción. Su mamá cree que es lo mejor para ella, y yo también lo creo —dijo Emma, tratando de consolarlo, aunque sabía que nada de lo que dijera podría aliviar el dolor de Lian.
—¿Cuándo...? —la voz de Lian era apenas un susurro, como si estuviera luchando contra las lágrimas.
—Hoy mismo, Lian. Salimos en unas horas —respondió Emma, con suavidad.
Lian dejó escapar un suspiro ahogado, como si el peso de las palabras lo aplastara. Sin decir nada más, colgó el teléfono y lo dejó caer en la cama. Se quedó mirando al techo, con los ojos vidriosos, tratando de contener las lágrimas, pero fue inútil. El dolor era demasiado. Todo lo que había construido con Lesly, cada momento, cada sueño compartido, se desmoronaba ante él.
Finalmente, las lágrimas comenzaron a caer, rodando por sus mejillas mientras el dolor lo consumía. Se sentó en la cama, sus manos temblorosas apretando el borde del colchón, incapaz de creer lo que estaba sucediendo. Se había preparado para luchar por ella, para estar a su lado en cada momento difícil, pero ahora, de repente, se la llevaban lejos.
Mientras las lágrimas seguían cayendo, Lian se dio cuenta de que no había nada que pudiera hacer. Se sentía impotente, como si el mundo hubiera decidido darle la espalda en el momento más crucial de su vida. Todo lo que podía hacer ahora era llorar, dejando que el dolor fluyera, mientras el sol comenzaba a elevarse en el horizonte, señalando el comienzo de un día que no sería como ninguno otro.
ESTÁS LEYENDO
A 9 LUNAS DE TI
Novela JuvenilEn la tranquila ciudad de Fairview, Lian, un joven rebelde, y Lesly, una brillante estudiante, se ven unidos por una tragedia: el diagnóstico de leucemia de Lesly. Obligados a confrontar sus diferencias, descubren un amor profundo mientras luchan co...