Capítulo 38. El regalo de la alfa maldita. Parte 1

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Narrador.

Salón de recepción de la casa de la manada Blue Moon, Condado de Wicklow, Irlanda del Sur, hoy.

Ambas hermanas intentaban pasar desapercibidas con su disfraz, haciéndose pasar por las doncellas que atendían a los invitados que iban llegando para presentar sus respetos ante el Rey y la Reina de todas las manadas.

Una a una, los Alfas, las Lunas y los Betas de las diferentes manadas, eran anunciados y acompañados por dos doncellas hasta la tribuna, donde estaba sentados el Rey y la Reina, en dos escalones inferiores de pie, se encontraban el Beta y la Segunda hembra, los cuales se encargaba de recoger los regalos que las manadas traían para celebrar el nacimiento de los hijos del Rey oscuro, y entregar a las miembros de la manada que las guardaban.

Todo estaba preparado para que las hermanas fueran las doncellas que acompañaran a la Alfa y el Beta de la mamada River Lake, para presentar sus respetos ante el Rey oscuro. Esto provocaba que los gemelos Martin, que se encontraban también en la sala como guardia personal del Rey oscuro, se mostraban cada vez más inquietos, ante la posible llegada de esa maldita Alfa promiscua.

Por su parte, las hermanas estaban inquietas, deseosas de ver cara a cara a la maldita B. Ailshe tenía que calmar a Clarise, que deseaba salir para ajustar las cuentas con la loba de esa maldita.

Uno de los primeros Alfas en llegaron fue Nikolái Bykow, de la manada Krasnaya Luna, hermano de la Reina Irina, venía acompañado de su Luna Nikita, y su hijo Stefano, el pequeño de seis años casi ni esperó a sus padres llegaran al atril, cuando vio a sus tíos, al fondo de la sala, en sus tronos, se soltó de la mano de su madre y corrió, rompiendo todo el protocolo, y gritando feliz.

- "Tía Irina, Tío Desmond, que bien ¿Dónde están mis primos?"-

Esta espontaneidad del pequeño Bykow, sorprendió a los alfas allí reunidos, pero sobre todo le sorprendió la reacción de la reina y el rey, que al ver al pequeño correr hacía ellos, se levantaron, y bajaron del trono para recibir a su adorado sobrino. El oscuro Alfa Desmond alzó por los aires, con una sonrisa de felicidad, a su travieso sobrino, el cual se había arrojado a sus brazos, mientras la reina trataba de besarlo con felicidad.

- "Ves lo que te digo, mimas demasiado a ese niño, nunca me hace caso, le dije que debía comportarse con respeto, aunque fueran sus tíos, pero tú le quitaste importancia."- la voz de la mejor amiga de la infancia de la Gamma, y luna de su hermano, estaba regañado a su marido, mientras ambos se acercaban a la feliz pareja que jugaba con ese lobezno tan desobediente, según su madre.

- "Hermano no le hagas caso, esta celosa porque ese pequeño es mucho más guapo que tú, y tiene miedo de que se lo robe. ¿Verdad Stefan?"- le dijo la Gamma a su hermano, y a su cuñada, en ruso.

Mientras ese grupo hablaba y se reía, en especial Stefan, un aviso llegó, que resonó en el salón, paralizándolo todo, había llegado los representantes de la próxima manada.

- "La Alfa Brenda y el Beta Paul, de la manada River Lake."- dijo el Delta que se encargaba de anunciar a los representantes de las manadas.

El silencio se hizo en el salón, todo el mundo sabía que el Rey oscuro tenía unas cuentas que ajustar con esa Alfa descarada, sobre todo desde que Desmond tras conocer a su mate, la estúpida Brendan la ofendió, intentado robarle al Rey oscuro, delante de las narices de la Gamma.

Todos quedaron impactados cuando una provocadora Alfa, con traje rojo ceñido, que tenía un escote profundo, y que le llegaba a medio muslo, dejando sus largas piernas torneadas al descubierto. Entró despidiendo un aroma artificial a Celo de hembra, que alteraba las fosas nasales de mucho de los lobos solteros, y sin pareja, que había en la sala, haciendo que estos la desearan.

La alfa y el beta caminaban acompañados por dos doncellas, que eran de la misma altura que ella, y que vestía con un uniforme azul claro y blanco, con el emblema de la manada del rey oscuro, en su pecho.

Nadie se percató de algo extraño en esas doncellas, si se fijaban bien en esas tres hembras, las dos doncellas, y la Alfa, quitando al color de los ojos, y del pelo, físicamente tenían algunas similitudes. Nadie, se dio cuenta, excepto el beta Paul Cotton, que, al mirar a las dos doncellas, no puedo evitar sonreír.  

Las Mates Malditas de los Gemelos Beta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora