Canny.

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El sol ya se había ocultado por completo cuando las chicas regresaron de su largo y agotador día de entrenamiento. Después de las horas intensas de baile, todas estaban exhaustas y deseaban retirarse a sus habitaciones para descansar. La mayoría se despidió con un simple "buenas noches" y subió las escaleras en silencio, arrastrando los pies de puro cansancio. Sin embargo, Chiquita, a pesar de estar agotada, no sentía que quisiera dormir todavía.

Después de ducharse y cambiarse a algo más cómodo, decidió quedarse en la sala. Encontró una película en el catálogo de la televisión y se acomodó en el sofá con una manta. La luz suave y la tranquilidad de la casa la hacían sentirse en paz, algo que necesitaba después de un día tan intenso.

Justo cuando la película empezaba a absorber su atención, oyó unos pasos suaves desde la cocina. Asa había bajado a buscar un vaso de agua, pero al ver la luz tenue y notar la figura de Chiquita en el sofá, se detuvo un momento.

—¿Todavía despierta? —preguntó, con una sonrisa suave mientras se acercaba a la sala, dejando el vaso en la mesa de centro.

—Sí, estaba demasiado cansada para dormir… ¿Sabes? A veces necesito relajarme un poco antes de acostarme.

Asa asintió comprensiva. Después de todo, sabía muy bien lo estresante que podía ser el proceso de entrenamiento y cómo a veces era difícil simplemente desconectar al final del día.

—Te entiendo perfectamente —respondió Asa mientras se sentaba en el sofá junto a la Maknae, dejando una pequeña distancia entre ambas—. A veces, después de un día así, lo único que ayuda es ver algo tranquilo, ¿no?

Chiquita asintió, notando cómo su nerviosismo comenzaba a disiparse un poco con la presencia de Asa. A pesar de no conocerla tanto como a las otras chicas, había algo en ella que le resultaba reconfortante. Quizás fuera su voz suave o su manera despreocupada de hablar.

—Exactamente —dijo —. Además, es una buena forma de olvidarse de las preocupaciones por un rato.

Asa sonrió mientras se acomodaba un poco más en el sofá, acercándose de manera natural a Chiquita.

—¿Qué estás viendo? —preguntó, mirando la pantalla.

—Es una película de aventuras, nada demasiado complicado. Me gusta ver cosas ligeras antes de dormir —respondió mientras sus ojos se enfocaban de nuevo en la pantalla.

Ambas se quedaron en silencio por unos minutos, observando la película sin intercambiar demasiadas palabras. Sin embargo, la presencia de Asa a su lado se sentía diferente a la de las demás chicas. Había una calidez en el aire, una especie de conexión que ni Chiquita ni Asa podían identificar del todo, pero que, sin duda, estaba ahí.

El silencio fue interrumpido por un pequeño comentario de Asa.

—Sabes, me alegra que te hayas unido al grupo —dijo Asa con sinceridad, mirando a la chica de reojo—. Me parece que eres una persona muy especial… No solo por tu talento, sino por cómo eres.

La pelinegra se sorprendió un poco por el comentario, pero no pudo evitar sonreír ampliamente.

—Gracias, Asa… —respondió con voz baja—. Tú también pareces increíble. De hecho, siempre he admirado a las chicas que vienen de Japón, como tú. Tienen una dedicación y disciplina que respeto mucho.

Asa rió suavemente, algo tímida.

—Bueno, en Japón nos enseñan desde pequeñas a trabajar duro. Aunque… no creas que siempre es fácil. Me alegra tener compañeras como tú. Siento que puedo aprender mucho contigo.

La conversación siguió fluyendo de manera tranquila y natural. Asa le contó a Chiquita sobre su vida en Japón antes de llegar a Corea, las veces que había salido de su país para audiciones, y cómo había sido todo el proceso de adaptación para ella. Por su parte, Chiquita habló de su experiencia en Tailandia, de cómo el entrenamiento allá era igual de exigente y cómo siempre había soñado con llegar a Corea para seguir sus pasos como idol.

Te Quiero a Ti (GiP) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora