Discusión.

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Al amanecer, la casa estaba sumida en un silencio profundo, apenas roto por el sonido de la respiración tranquila de las chicas durmiendo. Sin embargo, ese silencio se vio abruptamente interrumpido por el insistente sonido del timbre.

Pharita fue la primera en despertarse. Frotándose los ojos y con el cabello desordenado, se levantó rápidamente y bajó las escaleras en dirección a la puerta, todavía algo adormilada. Al abrirla, su somnolencia se desvaneció en un instante. Sus ojos se abrieron de par en par, incapaz de creer lo que veía frente a ella.

Allí, en la entrada, estaban Lisa y Jennie, dos de las figuras más icónicas del K-pop. Pharita parpadeó un par de veces, tratando de procesar lo que estaba viendo.

—¿Lisa...? ¿Jennie...? —balbuceó Pharita, con la boca abierta por la sorpresa.

Antes de que pudiera terminar la frase, Lisa la envolvió en un cálido abrazo, seguida rápidamente por Jennie, quienes la saludaron con una sonrisa.

—¡Hola, cariño! —dijo Lisa con su tono dulce, pero sin perder un segundo más, se separó rápidamente de Pharita y, con una energía vibrante, empezó a caminar por la casa—. ¡Chiquita Manoban! ¡Cariño, ¿dónde estás?!

—¡Amor! —se unió Jennie, su voz repleta de alegría mientras recorría la entrada con Lisa, buscando a su hija—. ¡pequeña!

El grito resonó por toda la casa, y las chicas comenzaron a despertar, aún confundidas por lo que estaba ocurriendo. Ruka bajaba las escaleras en pijama, frotándose los ojos, cuando escuchó las voces familiares. Asa, que ya estaba despierta desde temprano, permanecía en su habitación, escuchando los gritos con una pequeña sonrisa en los labios. Ella ya sabía quiénes eran las madres de Chiquita, pero había mantenido el secreto por respeto a su exnovia.

Chiquita, al escuchar las voces de Lisa y Jennie llamándola, se quedó petrificada por un momento en su habitación. Su corazón latía rápidamente, y una calidez inundó su pecho. No podía creerlo. Con una mezcla de alegría y emoción, salió corriendo de su cuarto y bajó las escaleras a toda velocidad.

—¡Mamá! —gritó Canny, con una voz temblorosa por la emoción.

Sin dudar ni un segundo, se lanzó a los brazos de Lisa, quien la recibió con un abrazo firme y amoroso, levantándola del suelo como si aún fuera una niña pequeña.

—¡Aquí estás, mi pequeña! — sonreía de oreja a oreja, sosteniéndola con fuerza, mientras Jennie se unía al abrazo, rodeando a ambas con sus brazos.

El abrazo fue tan intenso y amoroso que cualquiera que los viera podría sentir la conexión profunda entre ellas. Canny cerró los ojos, refugiándose en el cálido abrazo de sus madres, sintiéndose nuevamente como la niña que solía ser antes de todo el caos en su vida.

—Te extrañamos tanto, bebe... —susurró Jennie en su oído, acariciándole suavemente el cabello.

—Nos has tenido tan preocupadas... —añadió Lisa con suavidad, besando su frente—. Pero ya estamos aquí.

Canny no pudo contener las lágrimas. Entre sollozos y risas, se aferró a ellas como si fuera la última vez que las vería.

Las demás chicas, mientras tanto, observaban la escena desde la sala, completamente impactadas. Ninguna de ellas, excepto Asa, sabía que Lisa y Jennie eran las madres de Chiquita. Pharita se había quedado congelada, boquiabierta, mientras Ruka y Ahyeon se miraban entre sí sin saber qué decir.

—¿Sabías algo de esto? —susurró Ahyeon, con una mezcla de sorpresa y admiración, dirigiéndose a Asa, que permanecía en silencio en una esquina, observando la escena con una expresión neutra.

Te Quiero a Ti (GiP) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora