Nuevos huéspedes.

209 26 2
                                    

Habían pasado tres meses desde que Chiquita decidió refugiarse en Estados Unidos. El tiempo en familia le había servido para encontrar algo de claridad entre el caos que había dejado atrás en Corea. Durante esos meses, había reflexionado profundamente sobre lo que había hecho. Se dio cuenta de que había intentado sanar su corazón de la manera equivocada, usando a otra persona para olvidar a Asa cuando aún la amaba. Era un error pensar que un clavo sacaría otro, y había terminado lastimando tanto a Asa como a Ahyeon por miedo a enfrentar sus verdaderos sentimientos. Pero ahora, después de mucho tiempo, sabía que lo mejor para ella era estar sola por un tiempo. Había aceptado que necesitaba sanar antes de poder estar en una relación nuevamente.

Ya había tomado la decisión de regresar a Corea. Su nueva vida la esperaba, con su comeback a la vuelta de la esquina. El lanzamiento del videoclip de "Sheesh" se acercaba rápidamente. A pesar de estar lejos, no había dejado de trabajar ni un solo día. Su jefe en YG le enviaba regularmente las tareas y coreografías para que no se atrasara. Con la ayuda de sus mamás, Jennie y Lisa, se había mantenido al día con los ensayos. Lisa, en particular, había sido un gran apoyo, practicando los pasos con ella en la sala de su casa, riendo juntas cuando alguna de las dos se equivocaba.

Recordaba con cariño la conversación que había tenido con Lisa poco antes de decidir su regreso. Chiquita quería llevarles algún regalo especial a las chicas, algo que les recordara lo mucho que las extrañaba y apreciaba. Pero no tenía ni idea de qué podría ser. Una tarde, mientras compartían una taza de té, Chiquita le había preguntado a su mamá Lisa:

—¿Qué crees que debería llevarles a las chicas cuando regrese? Algo que sea especial... No quiero que piensen que las olvidé.

Lisa, con una sonrisa traviesa en su rostro, le había respondido sin dudarlo:

—Llévales un compañero, Canny. Algo que les dé amor incondicional, como tú.

Al principio, Chiquita no entendió bien a qué se refería su mamá, pero cuando Lisa la llevó a una asociación de adopción de animales exóticos, todo cobró sentido. La asociación se encargaba de recuperar animalitos que habían sido víctimas del tráfico ilegal, destinados a ser vendidos a circos o como mascotas exóticas en mercados negros. Era un lugar lleno de historias de esperanza y segundas oportunidades, algo que resonaba profundamente con Chiquita en ese momento de su vida.

Nada más llegar al lugar, supo que no saldría con las manos vacías. Cada animal que veía despertaba en ella una profunda necesidad de darles un hogar. Había algo reconfortante en la idea de ofrecerles una nueva vida, al igual que ella misma estaba intentando hacer consigo misma. Al final de la tarde, se encontró no con uno ni dos, sino con siete nuevos compañeros animales. Había adoptado de todo: desde un trio de gatos traviesos, un par de perros bebés, hasta una pequeña nutria  que había sido rescatada de un destino horrible. Su mamá Lisa, por supuesto, no pudo resistirse y también terminó adoptando tres animales nuevos para su propio mini zoológico en casa.

Cuando volvieron a la mansión, Jennie las esperaba en la puerta. Al ver la cantidad de animales que traían consigo, su expresión se tornó de incredulidad.

—¿En serio? — cruzó los brazos, fingiendo estar molesta—. ¿Nuestra casa ya no es lo suficientemente caótica? Ahora parece un zoológico.

Lisa, siempre con su sonrisa encantadora, se acercó a su esposa y le susurró:

—Cariño, hay dos capibaras bebés...

Jennie dejó escapar un suspiro, incapaz de resistirse al encanto de Lisa y, por supuesto, a los adorables capibaras. Aunque sabía que su casa sería aún más ruidosa y llena de vida, no pudo evitar sonreír. Después de todo, lo importante era que Chiquita había encontrado un poco de alegría en esos pequeños gestos, y eso era lo que realmente importaba.

Te Quiero a Ti (GiP) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora