Flores y Golpes.

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El avión aterrizó suavemente en Seúl, y aunque las chicas estaban agotadas, el ambiente entre Canny y Asa era inconfundible. Salieron del aeropuerto de la mano, con gafas oscuras y ropa negra. Se veían coordinadas, casi como si fueran las protagonistas de una película de acción, pero lo que ocultaban bajo esas gafas eran las ojeras de una noche intensa de pasión y reconciliación.

Los fans que las esperaban afuera gritaban emocionados, y en las redes sociales ya estaba en tendencia su ship favorito: Chisa. Los comentarios no paraban de mencionarlo:

"¡Chisa forever!"
"¿Ven cómo combinan hasta en la ropa?"
"Dios, se ven tan poderosas juntas."

Ambas sonreían de lado, sabiendo perfectamente que los fans no tenían ni idea de cuánta razón llevaban.

Pero todo el buen rollo se desvaneció en cuanto llegaron a su casa.

Al abrir la puerta, lo primero que vieron fueron ramos de flores... montones de ellos, esparcidos por toda la sala. Eran arreglos florales impresionantes, elegantes, y cada uno llevaba una tarjeta con el nombre de Asa. Canny entrecerró los ojos, ya sintiendo cómo la molestia comenzaba a crecer en su pecho.

—¿Qué demonios...? —susurró Canny, dirigiéndose a uno de los arreglos más grandes y brillantes.

Sin dudarlo, tomó la tarjeta entre sus dedos y leyó en voz alta, con un tono cargado de sarcasmo:

—Espero hayas llegado bien, hermosa. Deseo verte pronto. —Hizo una pausa dramática antes de soltar la última parte—. Sooin. —Con un dibujito de corazón al final.

Canny dejó caer la tarjeta y rió con ironía, su mirada se clavó en Asa, quien estaba inmóvil, sin saber cómo reaccionar. El malestar que había intentado calmar en las últimas semanas estaba a punto de explotar.

—Qué... amable tu "amiga". —La palabra amiga la dijo con tanto veneno que podría haber derretido el papel—. Pero dile que al próximo gesto "amable" le parto la cara.

Dicho esto, bufó, dándose media vuelta y dirigiéndose hacia su habitación. Sabía que tenía que calmarse, pero necesitaba estar sola... bueno, no sola, con Onix, su hurón, que siempre la ayudaba a relajarse.

Ruka y Ahyeon se miraron nerviosas y rápidamente siguieron a Canny, sabiendo que si no la tranquilizaban, aquello podía salirse de control.

—Canny, espera —dijo Ahyeon, alcanzándola primero—. No vale la pena, de verdad.

Ruka asintió, tratando de suavizar la situación.

—Vamos, no queremos una pelea por algo tan... tonto.

—¿Tonto? —espetó Canny, girándose con los ojos encendidos—. Esa tipa no está jugando. Y si Asa no hace nada al respecto, créanme que yo sí lo haré.

Ahyeon suspiró, sin saber muy bien cómo calmarla.

Mientras tanto, Asa seguía en la sala, mirando las flores. Sabía que Canny tenía razón, pero no quería perder su amistad con Sooin... aunque también sabía que si no ponía un límite pronto, perdería algo mucho más importante.

Aspiró hondo, sabiendo que pronto tendría que hacer algo al respecto. Y esta vez, no podría ignorar la tensión que seguía creciendo entre las dos personas más importantes en su vida.

Más tarde esa noche, después de calmar sus pensamientos y enfriar su energía, Canny estaba tirada en el sofá, mirando televisión sin mucho interés. El resto de las chicas había llegado agotada por el viaje, así que decidieron retirarse a dormir temprano. La casa estaba en completo silencio, y solo el murmullo de la tele llenaba el espacio.

Te Quiero a Ti (GiP) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora