Charlas nocturnas.

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Asa regresaba a casa con la cabeza baja, sus pensamientos enredados y su corazón pesado. El encuentro con Chiquita en el parque la había dejado más revuelta que nunca. Cada palabra, cada mirada intercambiada había reavivado algo dentro de ella, algo que había intentado enterrar durante las últimas semanas. Al entrar en el apartamento, apenas cruzó la puerta cuando vio a Ruka, quien estaba sentada en el sofá, esperándola.

En cuanto la vio, Asa sintió cómo todas las emociones que había estado conteniendo se desbordaban. Sin pensarlo dos veces, corrió hacia su amiga y se lanzó en sus brazos, hundiendo el rostro en su hombro. Las lágrimas comenzaron a brotar, silenciosas al principio, pero luego se transformaron en sollozos desgarradores que la hicieron temblar.

—La extraño tanto… —dijo Asa entre lágrimas—. No puedo… no puedo olvidarla, Ruka. Cada día que pasa es más difícil verla con Ahyeon. No sé cómo manejarlo. Pensé que al separarnos las cosas serían más fáciles, pero… solo han empeorado.

Ruka, con su habitual calma, la abrazó más fuerte, acariciándole el cabello con ternura. Sabía lo mucho que Asa estaba sufriendo, lo había visto en cada mirada que lanzaba hacia Chiquita cuando creía que nadie la estaba observando. La había escuchado susurrar su nombre en sueños, como si aún la persiguiera incluso cuando intentaba descansar. Ruka sentía un profundo cariño por Asa y la entendía mejor que nadie.

—¿Por qué no le dijiste todo esto? —le preguntó suavemente—. ¿Por qué no le dijiste lo que realmente sientes?

Asa se separó ligeramente de ella, secándose las lágrimas con la manga de su camiseta. Sus ojos estaban hinchados, pero había una tristeza más profunda en ellos, algo que no solo provenía de ese momento, sino de semanas de confusión y dolor.

—Porque ya es demasiado tarde —respondió, su voz quebrada—. Tomé una decisión. Le dije que no confiaba en ella, y eso fue lo que rompió todo. No puedo… no puedo volver atrás. Ella ahora está con Ahyeon. Han avanzado. Y yo… yo solo… —Asa hizo una pausa, tratando de controlar su respiración—. Yo soy la que quedó atrás.

Ruka negó con la cabeza, tomando las manos de Asa entre las suyas.

—Nunca es tarde para el amor —le dijo con suavidad, con la convicción de alguien que realmente lo creía—. Si Canny es para ti, volverá. Las cosas pueden parecer difíciles ahora, incluso imposibles, pero si ambas sienten lo mismo… el tiempo no lo borrará. El amor no desaparece solo porque las circunstancias han cambiado.

—Pero… ¿y si ya no soy suficiente para ella? —preguntó Asa, su voz apenas un susurro—. La veo con Ahyeon y… parecen felices. Están bien juntas. ¿Cómo puedo competir con eso? ¿Cómo puedo pedirle que vuelva conmigo cuando ella parece haber encontrado algo mejor, algo más seguro?

Ruka la miró con ternura, con la comprensión de alguien que ha estado en situaciones similares.

—No es una competencia, Asa. Nunca lo ha sido. —Le apretó las manos con más fuerza, tratando de transmitirle un poco de seguridad—. Si realmente amas a Canny, lo que importa no es quién puede darle más o quién parece ser mejor. Lo que importa es lo que sientes y lo que ella siente. El amor no se mide por quién es más adecuado, sino por quién es insustituible.

Asa bajó la mirada, dejando que las palabras de Ruka se hundieran en su mente. Había pasado tanto tiempo sintiéndose insuficiente, comparándose con Ahyeon, creyendo que había perdido algo irrecuperable. Pero las palabras de su amiga, aunque simples, le ofrecían un rayo de esperanza que no se había permitido sentir en mucho tiempo.

—¿Y si ella ya no me quiere? —preguntó Asa en voz baja—. ¿Y si lo que tuvimos ya no significa nada para ella?

Ruka negó de nuevo, esta vez con más determinación.

Te Quiero a Ti (GiP) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora