Capítulo 25

6 1 2
                                    

· Katerina ·


Después de contestar, lo siguiente que sentí fueron las manos de Christian agarrándome del cuello y su boca a escasos centímetros de la mía.

—¿Qué haces? —pregunté en un susurro.

—¿No es evidente? —se dedicó a decir.

—Es evidente que o me has mentido a la cara o que el alcohol te afecta bastante.

—Pasas por alto una opción.

—¿Cuál? —me era imposible no apartar la mirada de él. Sus ojos eran atrapantes.

—Que no me conoces, cielo. No sabes lo que se me pasa por la cabeza.

—¿En qué piensas ahora mismo?

—Pienso que no debería estar haciendo esto.

—Y aun así lo haces.

Su boca casi rozaba la mía.

—Sí, aun así lo hago.

Por un mínimo instante, pude ver que sus ojos se oscurecían. Estos no dejaban de mirar mis labios. Supongo que por toda la tensión retenida, no pudimos aguantarnos más. Él fue quien dio el paso. Él fue quien me apretó un poco más el cuello para luego besarme. Lento, al principio. Y luego, con unas ganas que hasta a mí me costaba creer. Yo llevé mi mano a su nuca para hundirla en su pelo. Cuando se acercó un poco más a mí, un grito nos sobresaltó a ambos haciendo que nos separemos.

—¡Sirenas! ¡Capitán, se acercan las sirenas!

Como si de un golpe de realidad se tratase, recuperé una gran parte de mi sentido común. Sabía lo que había hecho y por eso mismo, no lograba mirar al capitán a la cara. Tal vez, él sentía lo mismo ya que tampoco me miró. Tan sólo se marchó camino a la salida de la nave. Sin fijarse en si lo seguía o no.

Jamás me había topado con ninguna sirena. Cuando ejercía la piratería, hace años, la actividad de las sirenas era nula. Iban muy a su aire. No salían mucho a la superficie. Por lo que hoy, iba a ver a una por primera vez.

La situación que acababa de experimentar no iba a frenarme a hacer lo que pensaba. Si la tripulación de Sallen me había ayudado antes, ahora era mi turno de devolverles el favor. En parte, lo que iba a hacer era por ellos, pero no del todo. También era por mi. No quería más peligros.

Todas las sirenas se dedican a engatusar a los marineros. Y por suerte, yo no lo soy. Así que debo aprovechar eso. Sé que para una mujer, no son letales.

Por ello, debo alejar a toda la que intente acercarse a la playa.

Debo proteger a esta gente. Al igual que ellos han hecho conmigo.

Aguas de Sallen: Dos fines ( 1 ) [YA EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora