Capítulo 21

4 1 0
                                    

· Katerina ·


Supongo que la hora y media de trayecto hacia la isla nos pasó factura a mi y al capitán.

En cuanto entramos a su barco, no se molestó en pedirme su chaqueta, simplemente, se marchó al lugar del timón para emprender el viaje. Yo tampoco me acerqué a él. Estuve más ocupada en la parte baja del navío, buscando alguna caja o cesto con ropa limpia para poder cambiarme. Pero no había manera. Estuve a punto de desistir cuando, por segunda vez, me choqué con Jack. No me hizo falta erguir la cabeza para saber que era él. Había cosas que, rápidamente, se me habían hecho "familiares", y era por ellas que logré reconocerlo sin tener que mirarlo a los ojos.

—¿Otra vez? —Al levantar la cabeza, noté que seguía serio. No se le había ido esa expresión desde que me había visto en la cubierta del barco de los Caridis.

—¿Me echas la culpa de habernos chocado? —Me dedicó una mirada confusa, por lo que seguí hablando—: Si es así, que sepas que la culpa podría ser tuya.

—No es culpa mía —se limitó a decir.

—¿Por qué estás tan seguro?

—Porque llevo mirando durante un rato como revuelves todo.

—¿Y porqué no me has avisado?

No respondió. Entonces aproveché para preguntarle lo que me tenía hecha la cabeza un lío desde hacía quince minutos.

—¿Por casualidad sabes dónde hay ropa limpia? Supongo que Sallen querrá su chaqueta cuanto antes.

—Sígueme —se dedicó a responder.

—Espera —antes de que se girara para dar media vuelta, lo agarré del brazo.

—¿Qué pasa? —dijo.

—¿Qué te pasa a tí? —mi voz sonaba algo dura. No tenía porqué darme explicaciones, pero aún así, quería saberlo.

—Nada —respondió.

—Dime que te pasa —le pedí, aún con mi mano rodeando su muñeca.

—No me pasa nada —repitió—. Y ven conmigo o no encontrarás lo que quieres —me advirtió.

Solté su mano y me quedé quieta.

—No me voy a mover hasta que me digas que te pasa.

—Ahora vuelvo —ignoró lo que había dicho para dar media vuelta e irse.

Mi cara lo decía todo en esos momentos. Era la clara imagen de confusión. No entendía porqué actuaba así. Y parecía que no lo iba a hacer por mucho que lo intentara.

A los dos minutos volvió con una cesta de ropa.

—Escoge lo que quieras. Cuando termines déjala aquí, ya vendrá alguien a recogerla luego.

Puesto que no quería arrastrarme más, me negué a volver a preguntar y asentí a lo que me dijo.

—No tardes, pronto llegaremos a la isla.

No me dio tiempo a responder el "vale" que estaba a punto de salir por mi boca, dado que él ya se estaba marchando.

Estaba claro que esta noche iba a ser dura. Con Jack cabreado y el capitán haciendo actos que no lograba entender.


* * *


Cuando terminé de cambiarme subí a cubierta para tomar un poco el aire. Tan pronto llegué, me encontré a Nick dándole un trago a una botella.

—Hola —le dije.

Cuando terminó de beber, me dedicó una sonrisa y dijo:

—Hola, ¿quieres? —me ofreció la botella.

—No, gracias.

—¿No bebes?

—Pocas veces —contestó.

—Jack tampoco.

—Vaya, pensé que la gran mayoría de piratas os rendís ante el alcohol.

—Él no. Tuvo una mala experiencia y desde aquel momento dejó de beber.

—Vaya. —No supe qué más decir.

Si ya de por sí no me encanta hablar del tema, escuchar que alguien lo pasó mal por culpa de eso, me hundió un poco más.

—¿Te apetece ayudarnos a mi y a Eider? No creo que el capitán discuta contigo por verte ayudar a la tripulación.

—¿Qué vais hacer?

—Recoger tiendas de campaña del almacén para traerlas a cubierta; en un rato atracaremos cerca de la playa. Así ya tendremos todo listo para cuando sea el momento de bajar del barco.

No era el mejor pasatiempo del mundo, pero prefería ayudarlos para tener conversación antes que quedarme sola en cubierta observando el horizonte. Así que respondí:

—Vale, ¿y dónde está Eider?

—Aquí —dijo alzando la voz y apareciendo a un lado de Nick, como por arte de magia.

—Me has invocado, guapa —dijo de repente.

—A ver si voy a ser bruja y no lo sé.

Ambos se quedaron un poco serios.

—Es broma —les dije sonriendo.

—A los piratas no nos gusta juntarnos con brujos —comentó Eider.

—Ya, me he dado cuenta.

Por suerte, no se dieron cuenta del doble sentido de mi respuesta. En parte, lo agradecí, porque así me ahorraba tener que dar explicaciones de nuestra huída.

—Bueno, ¿vamos a por las tiendas? —propuso Nick.

—Sí, vamos.

Aguas de Sallen: Dos fines ( 1 ) [YA EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora