Capítulo 30

3 1 0
                                    

· Christian ·


Jack entró en la habitación con otro paño húmedo entre las manos.

—¿Eso para quién es? —pregunté.

—Para ti Chris, ¿para quién si no? —contestó sin ninguna gracia.

Al instante, debido a su expresión seria, me di cuenta de que se me hacía raro verlo así. Deduje que no era algo normal en él. Y es que por alguna extraña razón, me costaba reconocer a las personas que tenía a mi alrededor. Cuando las miraba a los ojos, me venían a la cabeza pequeños momentos borrosos. Como destellos de luz.

Los dos presentes fijaron sus miradas en mí, por lo que me vi obligado a contestar, por absurdo que sonara.

—No lo sé. Quizá podría ser para él —dije, refiriéndome al chico que se quedó conmigo puesto que Olivia se había marchado de la habitación.

Lo cierto es que en estos momentos carecía de cordura, podía notarlo. La cuestión es que desconocía el motivo.

—Pues no, Christian —contestó mi hermano—. Es para ti, has dicho que estabas ardiendo hace apenas dos minutos. Y además, estás sudando.

—¿Por qué estoy así, Jack? —pregunté.

—Gripe, tú mismo lo has dicho —se limitó a decir.

—Esto no es una gripe —insistí.

—Estás así por una sirena —habló el otro chico, metiéndose en la conversación.

—¿Y por qué no queríais que lo supiera? —no recibí respuesta.

—¿Qué pasa? —volví a hablar.

Mi hermano me mantuvo la mirada durante unos segundos para luego romper el silencio:

—Estás confundiendo a las personas.

—¿Qué? ¿A quién?

—La chica —respondió Jack—. La que ha salido de la habitación. No es Olivia.

—¿Cómo no va a ser ella?

—Se llama Katerina —interrumpió el otro chico—. Y por lo que veo, ya que aparentas no saberlo, me llamo Nick. Pertenezco a tu tripulación y somos amigos.

Continué en silencio, escuchando lo que me estaban diciendo.

—Dicen que todos tenemos a una persona que es casi idéntica a nosotros en alguna otra parte del mundo. Katerina es la clara réplica de Olivia. Pero no son la misma persona —concluyó mi hermano.

—¿Por qué está aquí?

—La obligaste a quedarse.

—Pues que se vaya. Ella no nos va a ayudar a encontrar a Olivia.

—Pues la verdad es que sí.

—Que se vaya. No necesitamos su ayuda. Y mucho menos, no necesitamos más problemas. Ninguno de nosotros se ha ganado su confianza —finalicé.

Jack tragó saliva cuando, de repente, la chica de la que estábamos hablando entró de nuevo en la estancia haciendo que todos nos quedáramos callados, aunque por poco tiempo.

—Hola, ¿qué tal estás? —rompió ella el silencio.

—¿Por qué no me dijiste que no eras ella? —pregunté directamente, molesto.

—No quería alterarte para que salieras corriendo en su busca.

—No iba a ir a ningún sitio —la avisé—. Me da vueltas la cabeza. Ni tan siquiera tengo fuerzas como para mantenerme en pie, mucho menos como para ponerme a capitanear el barco.

No obtuve respuesta.

—Tan pronto nos acerquemos a alguna orilla te dejaré libre. No debes estar aquí.

—Después de retenerme aquí durante días, ¿ahora piensas tirarme en cualquier playa como si fuera un objeto? —respondió, algo alterada.

—No eres ningún objeto —le recalqué.

Cuando quise continuar, no me dejó seguir.

—Quiero que seas consciente de que estás así por salvarme. Y que yo, verdaderamente, no pedí estar aquí; pero cuando nos conocimos hicimos un trato, y espero que lo cumplas.

—Yo no soy de los que cumplen promesas, Katerina; eso déjaselo a mi hermano.

—Enfermo eres todavía más insoportable, Christian —me aseguró, de mala gana.

Ignoré lo que me dijo para fijar mi mirada en mi hermano y en Jake.

—Continuar el rumbo que llevábamos hasta ahora —les ordené—. Atracamos el barco en la isla más cercana, ¿entendido?

—En serio, ¿pretendes dejarme tirada? —interrumpió la chica.

—No lo pretendo. Va a ser algo que haga lo quieras o no.

—Veo que no recuerdas las condiciones de nuestro trato —anunció.

—En estos momentos, tengo la memoria dañada, por lo tanto, no. No recuerdo absolutamente nada del supuesto trato del que hablas.

—Un rescate por otro rescate. Tú encuentras a Olivia y yo a mi her... —se calló al instante.

Había dicho algo que no quería que supiéramos. Debíamos aprovechar eso. Sano o herido, no iba a permitir que cometiésemos ningún error.

Aguas de Sallen: Dos fines ( 1 ) [YA EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora