Capítulo 15

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• Katerina •


«Será idiota... Cómo no me saque el ojo de encima, ya puedo ir avisando a Jack de que abortamos la misión».

Bajé la tabla de madera seguida de Sallen. No paraba de notar su mirada clavada en mi nuca. Era estresante.

Una vez llegamos a la arena de la playa, solté:

—¿Cuántas veces has estado aquí?

—Demasiadas veces como para ser contadas.

—¿Tan egoísta eres?

Se quedó en silencio durante unos segundos.

—Algunas veces, si está en mi mano, intento devolver objetos que encontramos y damos por inservibles para la tripulación.

—No me lo esperaba —anuncié, mirándolo.

—No te esperas muchas cosas, Katerina. Todavía no me conoces.

—¿Piensas darme ese lujo?

—Es poco probable —contestó.

—Pero no lo das por perdido.

De repente, se formó una pequeña sonrisa en mi rostro; sin embargo, él seguía con esa expresión neutra que lo caracteriza. Desde mi residencia aquí, no lo había visto sonreír nunca.

—No —dijo de repente.

Por un momento, me paré a pensar en lo que significa esa respuesta.

«¿Acaso se estaba abriendo conmigo?»

Supongo que, a veces, los mareos llegan a un punto en el que alteran el cerebro.

Paseamos durante dos minutos por la playa. Obviamente, lo estaba cronometrando. Esperaba el momento exacto para llevar a cabo mi plan con Jack. A contrarreloj, se me ocurrió la forma de largarme de ahí y perder de vista al capitán.

—Tengo que ir a hacer mis necesidades.

—Vamos al fondo de la playa. Así nadie podrá mirarte.

—¿Estás de broma?

—No pensaba mirarte.

—Me da igual. Dame un poco de libertad —le pedí.

Él chico soltó un suspiro.

—No tardes —exigió.

—Tranquilo, acabaré rápido.

Desde que pisamos la arena, busqué a Jack con la mirada para que supiera que debía prepararse. Por eso, de camino al fondo de la playa, no nos costó juntarnos para planear la huida. Al lado de Jack, se encontraba Nick; nuestro as bajo la manga. En primer lugar, me dirigí a él.

—Deberás cubrirnos mientras no estemos, ¿vale?

—Hecho —contestó.

—Gracias —le dijo su compañero.

—No es nada, daros prisa.

Entonces. se alejó dejándonos solos.

—¿Ahora qué? —lo miré de reojo.

—Fácil. Toca correr.

—¿Lo dices en serio?

Ni siquiera respondió. Directamente, se dedicó a iniciar una cuenta atrás en voz alta.

—Tres... Dos...

—Oye Jack, es mejor que... —dije, sin que sirviera de nada.

—Uno.

Aguas de Sallen: Dos fines ( 1 ) [YA EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora