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Cuando el sol entró entre las delgadas cortinas, Jake dormía plácidamente en la cama, abrazando la sábana y dejando a la vista sus piernas, debido a que no traía pantalones. Heeseung, por su lado, abrió los ojos con molestia pues la luz pegaba en ellos, al igual que por el dolor en su espalda, que al tratar de levantarse cayó en cuenta que estaba en el suelo.

Se puso de pie con dificultad y con gruñidos bajos de por medio, viendo al rubio dormir sin problema en el cómodo colchón, dejando en claro que lo había empujado en la noche. Bostezo al ya estar estable, caminado hacia las sobras que habían dejado de la comida de Jungwon, comiendo un poco.

Miró a Jake, lograba ver porque la emoción de sus compañeros en el colegio –cosa que Jungwon mencionó–, y entendía por qué la mitad del mismo tenía un crush en él. Lo admitía, era lindo, demasiado a decir verdad, pero una sonrisa burlona se asomo por sus labios cuando recordó su actitud. Probablemente dejaría de gustarle a cualquiera que le conociera. A él, por otro lado, le parecía, de alguna forma, adorable.

• • •

Jake se estiro sobre la cama cuando por fin despertó. Miró el techo, un poco descolocado al no reconocer el lugar, hasta que recordó lo que había sucedido y cerró los ojos, realmente deseando que fuese un simple mal sueño.

Desvío la vista a su lado, notando que Heeseung no se encontraba, tampoco escuchaba ruido en el baño, por lo que se puso de pie, tomando la sábana para cubrirse, queriendo ver si su celular volvió a funcionar y así llamar a alguien para que fuese por él. Creía que aquel chico le había dejado.

Encendió el aparato y vio las miles de llamadas perdidas que tenía, encontrando hasta el fondo un mensaje de Jungwon diciéndole que lo había cubierto. No entendía por qué lo había hecho, pero lo agradecía de todas maneras.

Dejó caer la sábana al encontrarse solo en la habitación y miró hacia la ventana; la puerta se abrió repentinamente y Jake se tiro al suelo, luchando con la sábana para cubrirse. Vio la burla en el rostro de Heeseung y gruñó.

—Te lo tenías bien guardado, ricitos.— el pelinegro entró a la habitación, cerrando la puerta detrás suyo y tomando asiento en la cama, viendo a Jake levantarse con dificultad mientras lo veía molesto.

—Creí que te habías ido.— se excuso, o al menos eso quiso hacer. —¿Dónde estabas?

—Fui a pedir algo de gasolina, la encargada tenía de sobra por suerte.— jugó con las llaves de su motocicleta entre sus dedos. —Bueno, vístete y vamonos.

—¿"Vamonos"?— río sin gracia. —Llamaré a alguien que venga por mi, puedes irte tú.

—¿En serio harás que un pobre hombre venga por ti a esta hora?— señaló con una mano en el pecho, mirándolo dolido. —Creí que eras diferente.

—¿Difere-? Olvídalo.— suspiró. —Entonces espérame.— cortó, y bajo la atenta mirada del más alto se encaminó al baño, donde había dejado secando su ropa la noche anterior.

𝙎𝙏𝙊𝙋 ʰᵉᵉʲᵃᵏᵉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora