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Esa noche, ambos se fueron a dormir pensando en el otro. Martin no esperaba volver a ver a Juanjo nunca, no después de que se esfumara de la noche a la mañana sin dar ninguna explicación. Cada vez los mensajes que intercambiaban eran menos y cuando llegó ese verano no apareció. Sus padres le dijeron cuando se los encontró en el supermercado del pueblo que Juanjo ese año tenía otros planes y Martin fingió que no se sentía como si le hubieran clavado 100 cuchillos en el cuerpo a la vez. Después de eso, no supo más de él. Veía a sus padres, que seguían yendo en verano, pero él se mudó a Madrid y dejó de ir también, bastaba con ir algún fin de semana para que sus padres estuvieran contentos, pero sin Juanjo ahí no tenía sentido quedarse más tiempo.
Mientras observaba el techo tirado en su cama, tuvo que contenerse para no ir en mitad de la noche a casa de Juanjo a pedirle explicaciones. Siempre había sido impulsivo, pero comprendió que no era la mejor idea después de 7 años sin verse. Decidió que no tenía que aclarar todas sus ideas en la primera noche y que probablemente lo más sensato sería dormir, pero dormir era más difícil cuando sabía que Juanjo estaba durmiendo bajo las mismas estrellas que él.
Para Juanjo, el verano acababa de convertirse en una pesadilla, porque sabía que él era el culpable de no saber cómo actuar frente a Martin. No se sentía con fuerzas de cruzárselo por allí, no quería tener que enfrentar la conversación que sabía que le debía. Preferiría no tener que salir de casa, quizás podría hacerlo, tenía jardín, no necesitaba salir a la calle para tomar el aire, pero no podía pasarse tres meses encerrado, aunque quisiera, sus padres no lo permitirían y él estaba allí porque ellos se lo habían pedido.
Consiguió pasar dos días sin salir, dos días sin verle aun sabiendo que estaba cerca. No se lo admitiría ni a él mismo, pero llevaba intranquilo desde que le había visto esa noche. El tercer día allí no tuvo tanta suerte.
-Hijo, hazme el favor de ir a correos a recoger un paquete que me ha llegado, que no te va a matar ver la calle -dijo su madre, ocupada haciendo un bizcocho en la cocina -, y ya de paso llévale a Martin una bandeja de las magdalenas que hice ayer, eran sus favoritas.
Nieves disfrutaba de hacer dulces. No era la mejor en la cocina, de hecho, Juanjo solía encargarse de las comidas y cenas, pero la repostería y bollería era el punto fuerte de su madre. Siempre aprovechaba el verano para cocinar sin parar, llenando la casa de dulces, su madre era sin duda la pesadilla de cualquier diabético.
-Mamá, por favor...
Juanjo sabía perfectamente lo que pretendía su madre.
-¿Qué? ¿Os peleasteis o algo? Como nunca me cuentas nada, bueno lo que sea, es una pena, eráis inseparables, así que haz el favor de llevarle esas magdalenas.
Decirle que no a su madre nunca había sido una opción, cuando se le metía algo entre ceja y ceja no había forma de hacerle cambiar de opinión, pero se estaba metiendo en el único tema en el que Juanjo no quería dejarle entrar. Quizás podría dejar las magdalenas en la recepción de la posada y ya, no tenía por qué verle, aunque a lo mejor no estaba ahí ¿Seguiría viviendo en su casa de siempre? No sabía ni donde tenía que ir con las puñeteras magdalenas, darse cuenta de lo poco que sabía de su vida ahora fue como si le tiraran alcohol directo a una herida. Una vez se prometieron que siempre iban a estar el uno en la vida del otro.
Fue poner un pie en la calle y que se le dispararan los nervios, miraba a todos lados, esperando verle en cualquier esquina. El pueblo tenía poco más de tres calles, lo raro era no ver a todo el mundo cuando salías. En correos sonrió mientras dos señoras le apretaban los mofletes, alegrándose de verle por ahí después de tanto tiempo. Se había olvidado ya de cómo era la vida en el pueblo. De correos a la posada saludó a cuatro personas más, sacando el encanto que siempre le había caracterizado. Fue cuando llegó a la posada que realmente empezó a temblar.
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14 Veranos
RomanceJuanjo ha pasado todos los veranos de su vida en el mismo sitio, un pueblo pequeño, sin nada que hacer y lleno de gente mayor. Sería fácil quejarse del aburrimiento o de la falta de gente de su edad, podría decir que preferiría quedarse con sus amig...