11. La playa

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ACTUALIDAD

Juanjo tenía una idea, se le había cruzado fugazmente por la cabeza el día después de haber estado ayudando a Martin, había llamado a su amiga Denna por teléfono porque no poder hablarlo con nadie empezaba a hacerse insoportable y ella estaba al tanto de toda su historia con Martin hasta ese momento. Denna era lo suficientemente crítica para poder decirle cuando había hecho algo mal, cuándo debía parar o cuándo debía arriesgar, por eso era la persona indicada a la que llamar. Aun así, la idea se le ocurrió a él solito, le estaba contando que había disfrutado de Martin en su piscina porque se había vuelto a sentir como si fueran niños y en ese momento el pensamiento cruzó su mente y tuvo que colgar a Denna porque se había convertido en su nueva necesidad analizarlo, procesarlo y ejecutarlo con urgencia. No se pararía a pensarlo mucho porque sino no lo haría.

Por eso, esa mañana Juanjo se encontraba en la puerta de casa de Martin, llamando al timbre antes de arrepentirse, dar media vuelta y fingir que nada había pasado. Su sorpresa fue enorme cuando al abrirse la puerta no se encontró a Martin al otro lado, sino a Rebeca. Más sorpresa fue la de la mujer.

—Juanjo, cariño ¿eres tú? Casi no te reconozco.

Juanjo perdió su valentía en un segundo, no sabía hasta qué punto Rebeca le odiaba por haberle hecho daño a su hijo porque tampoco sabía hasta qué punto Rebeca conocía los detalles.

—No sabía que estabas aquí, no quería molestar, Martin me dijo que no estabais.

—He venido de visita express pero venga dame dos besos, cuanto tiempo, no me creo que Martin no me haya dicho que volvíais a ser amigos. O que estabas aquí.

No sabía como responderle porque no consideraba que fuera él quien tuviera que darle las explicaciones, Martin tenía derecho a contarle a su madre lo que quisiera cuando quisiera sin que ella tuviera una idea anterior de los hechos.

—¿Está en casa?

Había ido hasta allí, no iba a dar marcha atrás. Tenía que mantenerse firme en su decisión.

—Aun no ha salido de su habitación, pero pasa, entra, está despierto, le he oído mandando audios hace un rato.

Volver a poner un pie dentro de esa casa le hacía volver a tener 12 años, no la había vuelto a pisar desde los 18 y aunque había ligeros cambios, estaba prácticamente igual. La sensación era similar a cuando había vuelto a entrar a su casa por primera vez. Se sintió mal por estar invadiendo así el espacio de Martin sin que este lo supiera, todavía peor cuando llamó dos veces a la puerta de su habitación. Rebeca le había hecho entrar y no le parecía oportuno explicarle las mil y una razones de por qué aquello estaba mal.

—Pasa, mamá.

—Soy yo  —dijo Juanjo abriendo lentamente la puerta, dándole a Martin tiempo de rechazarlo si lo consideraba.

—Juanjo  —contestó extrañado, incorporándose para quedar sentado en la cama — ¿qué haces aquí?

Pero Juanjo no le había escuchado, se había perdido en sus recuerdos mirando a su alrededor. Algunos posters en las paredes eran distintos, ahora su diploma de la universidad estaba enmarcado encima de la mesa y los libros del colegio habían sido sustituidos por libros de lectura, pero salvo eso, todo seguía igual. Seguía hasta teniendo ropa tirada por el suelo, de pequeños recuerda a Rebeca repitiéndole incansablemente que recogiera la habitación.

—¿Juanjo?  —volvió a intentar llamar su atención.

—Perdón, me he distraído, está todo prácticamente igual  —dijo aun sin dejar de observar a su alrededor, le sabía mal estar metiéndose en el espacio privado de Martin, pero no podía parar de mirar cada esquina.

14 Veranos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora