ACTUALIDAD
Juanjo había ido esa mañana a la posada a ver cómo se encontraba Violeta, debía estar ya completamente recuperada de su gripe, pero hacía tiempo que no la veía y quería asegurarse de que todo estaba bien. Últimamente se sentía con más confianza de acercarse por allí o de relacionarse con Violeta, que ya había descubierto que sí sabía su historial con Martin, se lo había confirmado hace un rato. "Yo no tengo motivos para juzgarte por algo que pasó hace 7 años, me importa la persona que eres ahora". Esas palabras habían hecho más por Juanjo de lo que Violeta podría haber llegado a imaginar. Él se culpaba cada día por como se habían dado las cosas, tener la validación de que eso no era representativo de la persona que realmente era a día de hoy se sentía como una caricia a su yo interno, aunque él fuera a necesitar mucho más para dejar de sentirse mal consigo mismo.
—Esta vez he traído magdalenas de mi madre para ti también —dijo apoyando una pequeña bandeja en la mesa de recepción—. Dijiste que estaban buenas.
—¿Cómo eres tan mono? —preguntó exagerando las palabras mientras guardaba la bandeja detrás de ella—. Pero dime, ahora de verdad ¿has venido para esto o hay otro motivo con bigote que te ha traído aquí?
Juanjo se vio atacado por la vergüenza, la confirmación de que Violeta sabía toda su historia no ayudaba. Ya no sabía el por qué hacía las cosas, la idea principal había sido ver si Violeta necesitaba ayuda, pero suponía que la posibilidad de ver a Martin era un bonus que recibiría encantado, sobre todo ahora que parecía que ya no tenía que andar con pies de plomo en su presencia.
—He venido por ti, pero si no me quieres me voy —fingió hacerse el ofendido.
—No te vayas ahora, tu príncipe está entrando por la puerta.
Se giró más rápido de lo que le hubiera gustado, provocando la risa inmediata de Violeta y, poco después, Martin había llegado donde estaban ellos. Le miró con una ceja enarcada, se veía relajado y estaba sonriente. La sonrisa en sus labios tendría que ser patrimonio de la humanidad, no era posible que una persona tuviera una sonrisa tan bonita. Sólo fue capaz de reaccionar a su presencia cuando oyó su voz llamar su nombre.
—Juanjo, no sabía que estabas aquí. Acabo de encontrarme con tu madre en la panadería, le he dado las gracias por el tupper con comida que me dijiste que me preparó el otro día.
A Juanjo se le encendieron todas las alarmas, recordaba el lomo en salsa que él mismo había cocinado. Sólo podía pensar en qué habría dicho su madre, peor, en que le diría cuando volviera a casa, a estas alturas casi era mejor no volver. Había quedado claro el otro día que Martin le había pillado, pero ahora seguro que no tenía dudas, ahí delante riéndose de él, quería morirse.
Violeta los miraba intrigada y Juanjo no llegó a contestar antes de que Martin soltara una carcajada sonora, entonces Juanjo cambió de idea, se humillaría de esa manera mil veces más si así podía volver a escuchar ese sonido.
—Relájate, Juanjo. No le he dicho nada, solo quería hacerte sufrir un ratito, sé que fuiste tú quien lo hizo, pero como no lo admitías...
—Se ha despertado gracioso el niño —dijo girándose a Violeta, como si estuviera comentándolo con ella.
—Cabezón, que eres un cabezón, con lo fácil que habría sido admitirlo a la primera —respondió Martin.
Juanjo iba a replicar, se alegraba de poder volver a disfrutar de sus encuentros con Martin, de poder volver a estar en una misma habitación con él sin tener que estar constantemente pensando en cada movimiento que iba a hacer. Que Martin le estuviera permitiendo acercarse de nuevo era un abrazo al corazón y se agarraría a él todo lo que el menor le dejara.
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14 Veranos
RomantizmJuanjo ha pasado todos los veranos de su vida en el mismo sitio, un pueblo pequeño, sin nada que hacer y lleno de gente mayor. Sería fácil quejarse del aburrimiento o de la falta de gente de su edad, podría decir que preferiría quedarse con sus amig...