6. Cualquier otra parte

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ACTUALIDAD

Martin estaba ahí. En su casa. Hablando con su padre, con el bañador puesto y una CocaCola en la mano. Juanjo decidió ignorar por su propio bien lo guapo que estaba Martin solo con el bañador puesto y centrar sus esfuerzos en una cosa más importante, como responder a la pregunta de qué hacía ahí.

—¿Qué haces...

—Tu madre ha...

Los dos intentaron hablar a la vez y ninguno pudo acabar la frase, Nieves les interrumpió antes de que pudieran hacerlo.

—¡Mira Juanjo! No te lo dije porque a veces eres raro y nunca sé por dónde me vas a salir, pero ayer fui a por mermelada a la posada como me dijiste y Martin, más mono, salió él personalmente a recibirme y le dije que viniese hoy a casa, porque siempre venía y ahora que estás tú es una pena que no venga a la piscina con el calor que hace. Me hacía ilusión, como en los viejos tiempos.

Martin se sumaba a la lista de personas incapaces de decirle que no a Nieves. Verla el día anterior le había hecho ilusión, durante el verano siempre se convertía en su segunda madre, cuidaba de él como nadie y estaba seguro de que lucharía con garras y dientes por él. Solo una persona tan buena como ella podía haber criado a un chico tan bueno como Juanjo.

Cuando se pasó por la posada había estado hablando un buen rato con ella y prácticamente le había suplicado que se pasara por casa, era su último verano allí y quería que le sirviera de recuerdo de todos los veranos que había pasado en ese lugar. Le dijo que no había verano sin Martin en la piscina por las mañanas y él simplemente no pudo decirle que no. Nieves no tenía la culpa de sus problemas con su hijo. Ella, con su dulzura y cariño, había contribuido en gran parte a que sus veranos allí fueran tan felices y lo mínimo que podía hacer era devolverle el favor.

Juanjo no tenía claro cómo tenía que actuar, se había quedado en blanco. Se había prometido a él mismo respetar los tiempos de Martin, al fin y al cabo, él estaba respetando mucho los suyos sin haberle exigido respuestas inmediatas todavía, pero tenerlo allí en su casa iba en contra de todo lo que habían hablado la última vez que se vieron.

—Perdón si te has sentido obligado a venir —fueron las únicas palabras que Juanjo pudo articular cuando estuvo más cerca de Martin.

—He venido porque aprecio a tu madre.

A  Juanjo se le encogió el corazón, su madre era su fibra sensible y cualquier persona dispuesta a hacerle feliz tenía un hueco ganado dentro de él.

Se permitió imaginarse cómo habría sido si en realidad hubiera ido para verle a él, si nunca se hubieran distanciado, si chapotear cada mañana con él siguiera siendo su rutina. Durante ese día se permitió soñar despierto que Martin estaba ahí como su amigo y no como un invitado de su madre.

—Juanjo vamos ponte al sol, tienes que llegar morenito y guapo a tu nuevo trabajo en septiembre —dijo su madre, que se había quedado en un rincón con su padre mientras los dos chicos averiguaban cómo debían actuar.

Martin no quería que Nieves pensara que le había puesto en una situación incómoda aunque así hubiera sido y Juanjo quería ahorrarse las explicaciones que le pediría si les veía muy raros, en algún momento del verano su madre dejaría de creerse su argumento de que simplemente lo que les pasaba es que llevaban muchos años sin verse. Por lo pronto, se dirigieron a la piscina, sentándose uno al lado del otro en el bordillo, descansando con los pies en el agua. Había un acuerdo tácito entre ellos: tratar de hacer ese día lo menos incómodo posible, no por ellos, por Nieves, que había planeado la mañana con la mejor de sus intenciones.

—¿Nuevo trabajo? —inquirió Martin, buscando romper el hielo.

—Sí, nada importante, cambio de una empresa a otra, pero al final es lo mismo.

14 Veranos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora