VERANO, HACE 11 AÑOS
La primera vez que Martin tiró una piedra a la ventana de Juanjo tenía 13 años. Sus padres le habían regalado un libro de astrología y nada le apetecía más en el mundo que ir a ver las estrellas con Juanjo. La realidad es que por mucho que lo había leído y que se había esforzado por entender las constelaciones, no tenía ni idea, miraba al cielo por las noches y no encontraba lo que debería estar viendo. Aún así, él seguía intentándolo y quería compartir la experiencia con su mejor amigo.
Juanjo se había encerrado en su habitación nada más terminar de cenar, había empezado a hacerse más mayor y el tiempo a solas con sus padres empezaba a parecerle aburrido, era mucho mejor estar en su cuarto escuchando canciones en su móvil. Cuando la primera piedra impactó contra su ventana se asustó, por su cabeza pasaron ochenta escenarios distintos, el más tranquilo siendo que alguien iba a raptarle, sin embargo, cuando miró a través del cristal en seguida detectó el pelo de erizo de Martin. Desde fuera, levantó su mano y saludó, Juanjo saludó de vuelta antes de abrir la ventana.
—Pensaba que venía alguien a matarme —confesó desde su cuarto, aún con el corazón acelerado.
—¡Mira lo que tengo! —exclamó emocionado Martin levantando su libro, ignorando el susto de su amigo.
—¿Qué es eso?
—Es para mirar las estrellas, corre sal, vamos.
Juanjo dudó, eso estaba mal, él siempre seguía las normas, pero ¿cómo iba a luchar contra la carita de emoción de Martin delante de él?
—No sé yo... Si nos pillan nos van a castigar todo el verano.
—Juanji porfa —puso la cartita de cachorrito que siempre funcionaba con él—. No seas aguafiestas, no nos van a pillar.
Siempre era demasiado bueno, era el amigo que se perdía las anécdotas más divertidas de su grupo por no querer desobedecer las normas. No sacaba el móvil en clase, no mentía a sus padres si un examen le salía mal, tampoco les mentía sobre cuáles eran sus planes. Si sus amigos decidían hacer algo que a sus padres no les gustaría, él prefería quedarse en casa. En su última convivencia con el colegio un grupo de niños se escapó por la noche al patio que había cerca, se sentían mayores desafiando las normas, Juanjo se quedó durmiendo en su cama, fingiendo que no le hubiera gustado ser más atrevido y haber ido con el resto.
Pero Martin, Martin era su punto débil, contentísimo con su libro y dando saltitos como forma de exteriorizar todas las emociones que sentía. Juanjo no desobedecía las normas menos cuando se trataba de Martin, por eso cogió dos sudaderas, una para él y otra para el menor que no llevaba nada de abrigo, y salió por la ventana.
—Podrías haber dado dos golpecitos en el cristal, no eres tan bajito ¿sabes?
—En las películas lo hacen con piedras —se encongió de hombros, como si tirar piedras a su ventana en mitad de la noche fuera la cosa más normal del mundo. Pronto lo sería.
Esa fue también la primera vez que fueron solos al mirador en mitad de la noche. Estaban ansiosos, se les mezclaban los nervios de saber que estaban haciendo algo que no deberían con la ilusión de añadir un ítem más a la lista de momentos juntos que se quedarían grabados en su memoria. Un momento más que recordar cuando en septiembre cada uno volviera a estar en su casa. Martin se acordó una noche de octubre releyendo el libro y le escribió un mensaje a Juanjo, Juanjo en febrero le mandó una foto del cielo, no se veía nada, pero le prometió que en persona se veían cientos de estrellas y que se había acordado de él.
Se sentaron en un banco, durante un buen rato pasaron las hojas del libro, tratando de orientarse o de sacar alguna conclusión, discutiendo sobre lo que cada uno entendía o sobre lo que creían ver o no ver.
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14 Veranos
RomansJuanjo ha pasado todos los veranos de su vida en el mismo sitio, un pueblo pequeño, sin nada que hacer y lleno de gente mayor. Sería fácil quejarse del aburrimiento o de la falta de gente de su edad, podría decir que preferiría quedarse con sus amig...