ACTUALIDAD
A Martin le había costado mucho superar a Juanjo. Lo había pasado muy mal la primera vez y se negaba a revivirlo todo de nuevo para que se volviera a ir, porque se iba a volver a ir, porque iban a vender la casa y con ello se esfumaría todo lo que quedaba de Juanjo en aquel pueblo.
Además, Martin tampoco quería revivirlo todo, el enfado que había sentido por Juanjo años atrás ya no era tan ferviente, pero eso no eliminaba todo el daño que le había hecho. La conversación con él la noche anterior le había servido para quitarse la espinita, pero tenía claro que Juanjo no quería darle las respuestas que buscaba. Le trataría con cordialidad, porque estar todo el verano de mal rollo sonaba agotador, pero no pretendía ser el tonto que se ponía dos veces en la misma situación para acabar igual.
No estaba acostumbrado a la presencia de Juanjo allí, tal vez por eso esa mañana sentía que le veía en todas partes y en ninguna a la vez. En la panadería, en el kiosco, en la carnicería... en cada lugar al que iba pensaba que iba a estar Juanjo.
Juanjo en cambio, se había visto obligado por su madre a hacer una limpieza intensiva de la casa con ella y su padre. Cuando le encendió la luz de la habitación a las ocho de la mañana no pudo justificarle su cansancio, no cuando teóricamente se había ido a las once a la cama, pero el recuerdo de Martin asomado a su ventana iba a ser difícil de eliminar.
—Mamá, me traes aquí y me pones a limpiar —se quejó Juanjo, de mal humor por su falta de descanso. Su madre no le había dado ni tiempo a tomarse un café.
—Que quejica eres, os hacéis mayores y os olvidáis de vuestros pobres padres. No es un crimen querer pasar un verano con mi hijo.
—No he dicho que lo sea, pero...
Pero podría haber sido menos tiempo, podría haber sido en otro lugar, podría haber sido otro año, podría haber sido cuando Él no estuviera por ahí.
—Pero nada, si pasaras más tiempo limpiando y menos quejándote acabaríamos antes.
Seguiría cumpliendo años y nada le libraría de las órdenes de su madre. Hizo caso, prestando atención a cada cosa que le contaba, su madre había amanecido con ganas de hablar. Nada le gustaba más a Nieves que unos oídos que le escucharan y a él no le costaba nada hacerla feliz de esa manera. Tenía que admitir que la limpieza se hacía más amena así, aunque muchas veces perdía el hilo de lo que le estaba contando. Cuando hubieron acabado y la conversación empezó a encauzarse a las hijas e hijos solteros de sus amigas decidió que era su momento de huir. No tenía ganas de que empezara a creerse la Celestina y tener que soportar alguna que otra desastrosa cita como ya le había pasado, estaba bien soltero, todavía era joven.
Aun no se había tomado el ansiado café que le despertara y aunque quería mucho a su madre, pocas cosas le daban más placer que un desayuno con calma, por eso decidió pasear hacia la cafetería que había cerca del parque para tomarse un café él solo con sus pensamientos y con vistas a los toboganes que le habían visto crecer.
No le había dado tiempo a pedir todavía su café con leche de cada mañana cuando apareció una cara conocida que se acercaba hacia él.
—Hola, eras Nieves ¿no? —la pelirroja que había visto trabajando en la recepción de la posada estaba delante de él, lista para sacarle de la soledad que él había estado buscando. Suponía que no estaría mal conocer a alguien más en el sitio que iba a pasar tres meses y le había parecido algo divertida su forma de saludarle.
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14 Veranos
RomanceJuanjo ha pasado todos los veranos de su vida en el mismo sitio, un pueblo pequeño, sin nada que hacer y lleno de gente mayor. Sería fácil quejarse del aburrimiento o de la falta de gente de su edad, podría decir que preferiría quedarse con sus amig...