C-36 AQUI ESTOY AMOR

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TOBIAS

— Pequeño Black, despierta — escuché la voz de Ronnie moviendo mi cuerpo —. No lo repetiré dos veces Black, tenemos que ir con Granger — su voz se hizo más firme y subió el tono de esta.

— Eres muy mandona — gruñi entre dientes poniéndome de pie y yendo hacia el baño.

— Escuché eso, más vale que te bañes y te arregles en menos de treinta minutos, iré a preparar el desayuno — dijo desde el otro lado de la puerta.

Gire mis ojos y me metí a bañar, terminé y me comencé a vestir, pantalón negro de vestir, camisa blanca, chaleco de vestir, corbata negra y zapatos de vestir color negro.

Al revisar que mi cabello estaba perfectamente peinado solo me coloque perfume y salí de ahi rumbo hacia la cocina.

— Ahí estás pequeño Black — sonreí a todos y saludé con la mano.

— Señores — dije mirando a los hombres de ahí —. Señorita — dije saludando a Ronnie, me acerque y le di un beso en el cachete.

— ¿Entonces son amigos? — cuestiono el azabache comiendo un trozo de melón.

— Solo amigos — dijimos al unísono.

— Bien y ¿Que haremos? — cuestiono el huron.

— Pues Verónica y yo tenemos planes, ellos ya saben que hacer y bueno, ustedes pueden hacer lo que quieran — asegure sonriendo y llevando un trozo de sandía a mi boca.

— ¿Exactamente que harás, cuñado? — pregunto ahora el miope.

— Iremos a planear una boda, luego no se, ¿Que más haremos pequeña Lodge? — cuestione mirándola.

— Cosas de amigos, y por un helado, platicar, ir a beber o algo parecido — soltó Ronnie dejando suaves caricias en mi espalda —. De echo se nos hace tarde, tenemos que irnos — aseguro jalando mi brazo hacia la salida.

— Ni siquiera desayuné — comenté dejando el tenedor en la isla de cocina.

— Te dije que te despertarás temprano, desayunas algo fuera — ya íbamos hacia el elevador y nos metimos en este.

— Yo quiera más fruta — solté con el ceño fruncido.

— Ay pequeño Black, luego comerás más fruta, aún que si tienes hambre, puedes comerme a mi — agrego pegándome a la pared del elevador.

— Creí que solo éramos amigos — mi mirada viajo hasta sus labios.

— Somos buenos amigos — afirmó pegando sus labios a los míos.

Un beso algo salvaje se hizo presente haciendo que ahora yo la acorralara contra la pared.

— Tal vez en otro momento — un suave pitido nos indico que ya estábamos en recepción y ella se separó delicadamente de mi.

Sonreí mordiendo mi labio y siguiéndola, al salir del hotel pude ver cómo el valet parking le daba las llaves a ella y con eso subió a mi camioneta del lado del piloto no me quedo de otra que ser el copiloto.

— Aún tengo hambre — solté arremangando las mangas de mi camisa.

— Ya sabes que puedes comer — su voz y picardía que había en ella me hacían seder un poco, pero de verdad tenía hambre.

— Escucha si me das de comer, yo me encargaré de hacerte todo lo que quieras en la noche — asegure y ella solo río.

— Bien, bien te daré algo de comer, ¿Te gusta la pizza? — pregunto y solo asentí.

Stockholm Syndrome Donde viven las historias. Descúbrelo ahora