22 La catastrofe

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Las ambulancias suenan y la policía llega, Stella tiene entre sus brazos a Laura en shock, Ender está temblando descalzo, cubierto de sangre totalmente ido, se sienta en el borde los escalones de la entrada de la casa y mira sus manos cubiertas de sangre temblando, Jasmine llega corriendo y lo toma, le habla pero él no logra escucharla, la policía la aparta y lo apresan tirándolo boca abajo en el suelo. Todo parece pasar en cámara lenta.

Bom, bom, bom.

Late el corazón de Ender y su respiración es agitada.

—Está muerto —declara un policía.

Bom, bom, bom.

Él mira a su hermana a salvo y exhala.

—La esposa está catatónica. Parece que el chico salvó a su hermana —los policías aflojan la fuerza al ver el motivo.

Bom, bom, bom.

Llegó a tiempo.

La policía le lee sus derechos y se lo llevan preso.

3 horas antes.

La mañana había comenzado de rutina, hacía una semana que Jasmine y Adam estaban oficialmente divorciados, la casa fue puesta en venta y él pidió el pase en su trabajo a su ciudad anterior. La familia de Jasmine le había preguntado los motivos por el cuál ella había dejado a un gran hombre y con el permiso de Stella, les respondió que fue por una gran mujer, la misma con la que tendría que haber huido hacía 17 años, de paso también les informó que tenía junto a ella dos maravillosos hijos adolescentes que ahora formaban parte de su vida, y que estaba bastante grandecita para tomar sus propias desiciones en cuanto comenzaron a refutar y a opinar. Dicho esto se marchó de la casa de sus padres y no volvió a verlos, pese a que ellos insistieron en hablar con ella sobre la locura que estaba cometiendo.

—Má —dijo Ender a Stella—, me duele el cuerpo y la cabeza —expresó con una clara congestión— creo que me estoy enfermando —ella tocó su frente con algo de temperatura.

—Sí, ve a acostarte, no irás hoy ¿Estarás bien hasta que nosotras lleguemos?

—Sí, vayan ustedes tranquilas.

Ellas se marchan con Laura y dejan a Ender en casa, pasan exactamente dos horas que Laura comienza a llamarlo y él ya con fiebre atiende y algo de tos.

—¿Qué pasa caca derretida?

—¡Tienes que venir a la escuela ya! —se levanta del golpe a escuchar el tono  de alarma en la voz de su hermana.

—¿Qué pasó, Lali?

—Alguien les dejó unas fotos a la directora sobre las mamás, y me quieren llevar a casa de ellos, han venido de protección infantil a buscarme, me he escondido en el baño. Por favor ven ¡No dejes que me lleven!

Ender sale descalzo, ni siquiera siente las piedras en sus pies, hasta deja abierta la puerta de la casa, se sube al auto y acelera tomando el camino a la escuela. Llega y corre entrando a la dirección donde están ellas sentadas hablando con la directora y un montón de fotos, tomadas de ellas, algunas besándose en el auto y otras en la intimidad de su propio hogar, abrazadas y muy acarameladas.

—¡Ender!

—¡¿Dónde está mi hermana?!

—Se la llevaron, pero iremos por ella, George...

—¡No, no, no! ¡NO LO ENTIENDEN, NO SABEN LO GRAVE QUE ES QUE ÉL SE QUEDE CON ELLA A SOLAS! ¡Es un pedófilo! —se vuelve loco y comienza a correr a la salida.

Se sube a su auto y se marcha a su ex casa, golpea la puerta y nadie atiende, se fija por la ventana y ve la mochila de Laura en los sillones y la puerta del sótano entre abierta con la música en el living a todo volumen. Rompe una ventana con su bate de baseball y entra, se corta la planta de los pies y ve a su madre cocinado de espalda a la puerta con unas orejeras para no escuchar. Hacía lo mismo cuando ese desgraciado lo llevaba abajo y se encerraba con él para sacarle fotos.

Abre la puerta y baja, se encuentra con la peor escena que tanto había temido durante años, su hermana boca abajo arrodillada en la orilla de la cama y él apunto de desgraciarle la vida, lo golpea en la cabeza.

—¡CORRE! ¡Corre y pide ayuda! —ella se quita rápidamente, se sube sus bragas y corre lo más rápido que puede—. Jamás vas a parar, jamás vas a dejarnos en paz —el voltea a verlo mareado por el primer golpe.

Enfurecido y enceguecido comienza a pegarle a este depravado. Sube tirando el bate, baja la música y se acerca a la señora que le dió la vida quitándole sus auriculares, ella voltea a verlo lleno de sangre, descalzo y con el bate en la mano, tira el cuchillo con el que cocinaba y baja a ver a su difunto esposo gritando. Ender sale en shock, mira sus manos y no entiende lo que acaba de hacer, mira a su hermana con Stella y suspira aliviado de que ella esté bien, su ropa interior no está manchada de sangre, Jasmine llega y él la ve pero no lo escucha. Ni siquiera se resiste al arresto.

Se lo llevan y va ido en la patrulla, los policías le dicen que llegó a tiempo, que él no le hizo nada.

Criminología llega y no solo se encuentra con la escena del crimen, sino también con el cuarto de trabajo de un pedófilo que vendía pornografía infantil en la red, la mayoría de las fotos son de Ender, cuando las mujeres se enteran de esto lloran y piden ver a su hijo. Ellas pensaron que Adam tal vez podría haber mandado las fotos, pero fue Jerry, ya que tenía todo el equipo y las fotos originales en ese lugar asqueroso de perversión.

—Hablé con mi hija, ella podrá ayudarnos mejor con esto. Yo no puedo hacer mucho en este estado —le dice desde la silla ruedas, se había caído hacia unos meses y ahora estaba así—. No se preocupen Atenea es mejor que yo.

—Está bien George —entonces la imponente mujer entra al lugar.

—Hola —les estrecha las manos a ambas—, un gusto volverla a ver profesora —le dice a Stella—, lástima las circunstancias, vine en cuanto pude. Ella es mi interna Scarlett Jensen, nosotras nos encargaremos de sacar a Ender y no se preocupen por los honorarios.

Stella pasa horas entre el hospital y la comisaría, esperando noticias sobre Ender. A ambos hermanos le hicieron pericias, les sacaron fotos y Atenea luego de pelear con el fiscal con ferocidad consiguió que liberen a Ender ya que fue un caso de legítima defensa aunque claro que todavía queda todo el proceso legal.

—Vayan a casa a descansar. Esto lamentablemente no termina acá profesora, pero yo ya tengo su número y estaré en contacto.

—Gracias, Atenea.

Se marcha con su hijo a casa, pero él comienza a llorar en el auto mientras va cayendo en la cuenta de lo que hizo.

—Soy un asesino —dice entre lágrimas.

—Ender —ella se para y lo abraza con fuerza—, hiciste lo necesario para proteger a Laura. La salvaste, hijo, salvaste a tu hermana.

Al llegar a casa su hermana corre a abrazarlo y ambos se aferran el uno al otro. Entran y ven los colchones tirados en el living comedor.

—Pensamos que sería mejor dormir todos juntos.

—Me parece bien —dice Stella y los cuatro se acuestan, con ellos al medio a quienes abrazan y acurrucan con cuidado.

Ender se despierta asustado varías veces en la noche y abraza fuerte a su hermana. A la mañana siguiente se levanta al sentir el olor a galletas horneandose, fue el último en despertar, se acerca a Stella y le habla bajito.

—¿Qué tanto saben de todo?

—Todo y de haber sabido por lo que estabas pasando quizás hasta yo misma hubiera acabado con él —él la mira y no hay un apice de duda en sus palabras—. Necesito que entiendas que hiciste lo posible para salvarla y lo lograste —acaricia su brazo y sus ojos se llenan de lágrimas.

—No quiero que ella sepa —dice con la voz entre cortada—, me da vergüenza todo lo que me hizo hacer, esas fotografías... —agacha la mirada—. Pero solo así la mantenía lejos de él. Era un enfermo y mi madre lo sabía, jamás hizo nada.

La respiración de Stella se acelera, cierra los ojos despacio intentando procesar cómo su propia madre sabiendo eso, consentía tal aberración contra su propio hijo.

Alguien llama a la puerta y está sería una de las tantas visitas que recibirían por parte de la justicia.

Enséñame a amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora