21 La verdad

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El tiempo pasa y todos se van acomodando de a poco mejor a su nueva vida, Ender hasta subió sus notas y dejó uno de sus dos trabajos, solo trabajando el martes y viernes en el cine, le gusta manejar su propio dinero y le gusta ganarlo y gastarlo con el fruto de su esfuerzo. Con lo que pudo ahorrar ya que no tenía que gastarlo en comida, le regaló un teléfono nuevo a su hermana, y se quedó con el viejo de ella para tirar el suyo, pegado con cinta adhesiva, la pantalla trizada, y la batería que se le salía, producto del daño colateral de las tantas veces que se enfrentó a Jerry.

—¿Vamos? —le dice Stella a Ender que la esperaba a la salida para volver a casa.

Ella sabe que aunque no lo admita él disfruta de su compañía y no le molesta esperarla, aunque le dijo que no manejaba su auto para no gastar gasolina, sabe que solo es una verdad a medias, porque en cada viaje hablan de muchas cosas, él se ha llegado a abrir y tienen una muy buena relación, también al llegar a casa la ayuda con la huerta y juega con Bosco, del cuál se enteró que Jerry lo había abandonado por ser el más pequeño de la camada y se veía mal al lado de sus hermanos más grandes y gorditos, solo acumuló más odio por parte de Stella hacía él.

Al llegar a casa ve a Adam sentando en en los escalones de la entrada jugando con el cachorro ya bastante más grande. Ender lo mira extrañado y solo entra a casa cuando Stella le asegura que él es de confianza, luego de todo lo vívido el joven protege a las tres mujeres de su vida con bastante recelo.

—Tú dirás.

—Solo vine a hablar en paz y a buscar respuestas —suspira llevándose la mano a al frente—. Esa noche hace unos meses que volvieron del campamento y Jasmine no volvió a casa ¿Estaba contigo?

—Adam, deberías hablar tus dudas con ella.

—Hace unos días encontré una camiseta de ella, tenía su perfume —la castaña está nerviosa no entiende porque él está aquí— y recordé algo. Tú fuiste a buscarme al bar cuando te llamé, me dejaste en mi casa olí tu cuello, olías a ella, no a su perfume, olías a ella, a mi esposa. Mientras te esperaba me tomé la libertad de dar una vuelta por tu casa, ví que tienen dos habitaciones, una con cama y litera y la principal. Si estos dos niños se quedan en una de esas habitaciones con una cama cada uno, y tienen una cama principal grande... —la observa directo a los ojos—. Nunca hubo un "él" ¿Verdad? Siempre estuvo delante de mis narices, el como ella se quedó viéndote la primera vez que nos chocamos en el supermercado aquel día, no solo se conocían como amigas, en su mirada y la tuya había amor, había añoranza.

—Adam.

—Intente llevarme bien contigo, porque eras la amiga que más quería. Fui un maldito imbécil y se cagaron de risa en mi cara ¡Dime es gracioso reírse a mis espaldas! ¡Idiota Adam no sospecha que su "amiga" se coje a su esposa en su casa! ¡El imbécil de Adam no sospecha que su mujer está enamorada de su mejor amiga!

Ender sale rápidamente y baja interponiendose entre él y Stella, la coloca detrás de él, mientras aprieta sus manos en dos puños que ya tiene los nudillos blancos y la respiración agitada.

—Amigo, será mejor que te calmes.

—Yo no soy tu amigo, mocoso estúpido.

—Y yo tampoco, pero si vuelves a levantarle la voz, te partiré la cara. Mamá entra.

—¿Mamá? —se ríe sin ganas— ¿Y Jasmine es tu mami también? Dime Stel ¿En la escuela saben que ambas son sus mamis? —ella se tensa.

—Hijo ve adentro —coloca las manos en su hombro—. Ender, cariño, entra yo ya voy —él la mira inseguro y entra, pero se queda mirando por la ventana con su bate de baseball—. Adam, yo lamento de verdad que te enteras de esta manera —él niega y comienza a llorar cayendo de rodillas negando y diciendo "No" como un disco rayado y Stella se agacha frente a él—. Te voy a ser honesta el día de tu boda yo fui a dejarla y tuve intenciones de robarmela del altar, ella no quiso hacerte eso, eres un buen hombre Adam —él sigue llorando hincado—, pero ella no te ama y lo sabes ¿Por qué quieres seguir sufriendo así?

—Yo la amaba, se lo dí todo, una casa, le conseguí un buen puesto de trabajo en una escuela cercana, le dí un hijo que ambos perdimos, siempre procuré que nada le falte ¿Por qué no pudo amarme aunque sea solo un poco?

—Porque la amo a ella, y no he podido amar a nadie más desde entonces —aparece Jasmine y se agacha frente a él—. Gracias por todo lo que me has dado, por los años a mi lado, por no haberme hecho faltar nada, pero por favor tienes que dejarme ir. Mírame Adam —él la observa—, se me nota que soy feliz, genuinamente feliz ¿O no? —él asiente llorando— Tú también te mereces a alguien que te de la misma felicidad que yo tengo con ella, no te aferres a alguien que no te ama solo por costumbre. No quiero lastimarte, no quiero ser cruel, Adam, terminemos esto por las buenas.

—Está bien, está bien.

Lo ayudan a pararse, él saca los papeles del divorcio y los firma ahí mismo, entregandoselos y se va sin decir nada más. Ellas se abrazan y Laura baja del auto de Jasmine corriendo a abrazarlas, Ender también sale y las estrecha entre sus brazos tirando el bate en la entrada, su corazón late acelerado.

—Estamos bien hijos, está todo bien —les dice Stella—. Al fin mami, es una mujer libre.

Adam también es un hombre libre, con el corazón roto, pero libre. Stella cierra los ojos abrazando a su familia, espera que él pueda encontrar a alguien que lo pueda a amar de la misma manera, pero ahora es su turno de hacer feliz a la pelirroja. Jasmine sonríe y algunas lágrimas se le escapan, de felicidad y algo de tristeza, se siente agradecida con Adam y lo quería, aunque su corazón siempre fue y será de Stella, desea lo mejor del mundo para ese buen hombre, ahora es su turno de ser feliz junto al amor de su vida.

Enséñame a amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora