3 Celos

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Los días pasan y Stella a duras penas le dirige siquiera la mirada. Ellas han venido a esta misma escuela, se escabullian a besarse después de clases, en cualquier lugar desocupado, la nerd y traga libros Stella, la popular artista, Jasmine. El único gesto que la castaña Stella intercambia con ella es un asentimiento de cabeza antes se cerrar la puerta y Jasmine suspira nostálgica.

—Buenos días —se saludan los profesores en la sala a medida que van llegando.

El único asiento libre que quedaba era al lado de la castaña, la pelirroja mira la silla vacía y dubitativa va a tomar asiento cuando la profesora de educación física entra y coloca sus cosas al lado de Stella.

—Hola —le toca el hombro y la mano sube con una caricia hasta el cuello, Jasmine lo nota y frunce el ceño— ¿Quieres un café?

—Por favor —le sonríe Stella.

—Hice las galletas de almendras que gustan ¿Quieres? —la otra asiente y saca— ¿Qué tal tu fin de semana? —Jasmine con una mirada seria las observa conversar, la profesora actúa demasiado cercana a Stella y ella no pone distancia— ¿Harás algo a la salida?

—Lo de siempre —la otra muerde su labio inferior.

—¿Quieres ir a tomar algo? ¿O a cenar? —Stella la mira y sonríe negando, el timbre suena.

—Tengo que irme.

Se levanta y roza su hombro y espalda, pero antes le susurra algo al oído, la otra le devuelve una sonrisa, tapa el tupper con galletas se lo alcanza y al salir al pasillo Jasmine está segura de haber visto la mano de la profesora bajar por la espalda y rozarle el trasero a Stella que con una sonrisa le da una palmada en el hombro.

La profesora de educación física es una chica de unos treinta años, Stella le lleva más o menos unos diez años, la joven es atractiva, dientes perfectamente alineados, cabello castaño de rulos que siempre lleva en una coleta, ojos chocolate, un cuerpo de firme de alguien que hace bastante ejercicio. Jasmine se mira, los años han pasado y definitivamente no es esa chica de 24 años que se fue del pueblo hace tanto recién casada, el tiempo le ha pasado factura, su trasero no es firme, ni su abdomen, sus senos aunque voluptuosos, tienen estrías de lo que fue su embarazo, también su vientre, y hay zonas flácidas.

—Es obvio que ella no volvería a fijarse en mí ¿Qué espero? —camina cabizbaja hablando consigo misma.

A la salida Adam pasa a buscar a su esposa por la escuela, ve a Stella y se acerca a ella rápidamente.

—¿Cómo estás? —le estrecha la mano que ella toma— Me preguntaba si querías ir a cenar a casa esta noche.

—Hoy tengo planes, pero quizás en otro momento —Jasmine se acerca a él y solo la observa—. El cumpleaños de Jas es el fin de semana que viene...

—Sí, lo sé —ella agacha la mirada y traga cerrando los ojos despacio ¿Cómo podría olvidar el cumpleaños del amor de su vida?

—Claro si eran mejores amigas, que tonto soy. Entonces ¿Quisieras venir a cenar? Siempre hacemos juegos luego de la cena, trivias, juegos de mesa o cualquier cosa que sea en equipos, me encantaría ver de lo que eres capaz de hacer.

—Disculpalo está muy emocionado, amor —lo besa en la mejilla y Stella desvía la mirada, el gesto también le extrañó a su esposo, ella nunca es afectuosa o demostrativa—. No te sientas obligada a aceptar, tal vez tienes planes y...

—¿Quieres que vaya? —le hace la pregunta directa— Digo después de todo es tu cumpleaños, pero hasta ahora Adam me ha invitado siempre, entonces no sé si quieres que vaya —él las mira.

—Sí, si quiero Stella, claro que quiero —la observa de manera suplicante.

—Bien, nos vemos la semana que viene y el fin de semana en la cena, espero que tengas buenas preguntas para la trivia, soy competitiva —le dice a Adam y ve pasar a Janet, la profesora de educación física a la cual le sonríe y Jasmine voltea a verla con el ceño fruncido interponiendose en su vista, y Stella levanta una ceja—. Me tengo que ir, nos vemos.

—Adam —alguien lo llama y él se va, Jasmine también está a punto de irse, pero la castaña le llama la atención.

—¿En serio quieres que vaya? Puedo inventar una excusa y no ir.

—¿Cómo cual, pasar por tu perro?

—Eso en primer lugar era cierto, en segundo lugar —toma su muñeca— estás casada ¿Qué haces? —la suelta— y puedo inventar una excusa, como que tengo que sacar a pasear a mis suculentas o no sé, que no estaré en la ciudad.

—Sí, quiero que vayas, es lo que más quiero —Stella la observa y suspira, largando el aire contenido, pensó que ella le diría que tal vez lo mejor era no ir.

—Ahí estaré ¿Hay algo en particular que quieras que lleve? ¿O algún regalo?

—Sí, ve sola —mira a Janet conversando con el profesor de geografía—. Buen fin de semana.

Stella la observa caminar hasta su auto sin esperar a su esposo que sigue conversando. Para Stella la edad a Jasmine le ha sentado mejor, es una mujer madura, cada curva de cuerpo denotan el paso del tiempo y ella ante sus ojos sigue siendo perfecta, en cuanto volvió a verla entendió porque siempre estuvo perdidamente enamorada de ella, tan enamorada que se la quería robar el día de su boda.

Comparten una mirada más desde lejos cada una en su auto, y ambas suspiran cuando la otra ya no ve. Cada día es una lucha constante de la castaña por contener su impulso de querer tomarla cerca. Cada aula, cada de rincón de esta escuela lleva escrita una vida juntas, un amor de la adolescencia, besos clandestinos, un amor prohibido, pero aún vivo y va a ir ganando cada vez más fuerza por querer salir, va a luchar con todas sus fuerzas por abrirse paso hasta sus corazones, y lograr unirlas de nuevo.

Enséñame a amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora