Epílogo

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El tiempo pasa y los niños crecen, cuando la adultez llega la vida les toca la puerta a todos y las pruebas cambian, por cada desición existe una consecuencia ¿Esto no es nada nuevo, verdad? Bueno, lo sé, pero quienes están experimentando las consecuencias ahora son los hermanos Rollins. En este primer caso es Laura.

—Hola mamá —suspira con una sonrisa exhausta entrando en la casa mientras la abraza fuerte—, hola mami —se acerca abrazando fuerte a Jasmine que hace tiempo perdió su color rojizo para ser reemplazado por el canoso que todos nos llegará.

—Te esperábamos en un rato ¿y Samuel?

—Él no viene, ni vendrá —les dice sentándose con una sonrisa triste, la barbilla le tiembla y comienza a llorar—. Nos estamos por divorciar, estamos separados desde hace cinco meses—ellas se acercan a abrazarla sorprendidas— y creo que estoy embarazada —dice sollozando.

Ambas se miran con los ojos bien abiertos, no saben que decir, tan solo que todo estará bien, la abrazan fuerte y ella llora en sus brazos.

—¿Qué necesitas? —se sienta Stella a su lado tomando su mano.

—Un buen abogado —sonrie triste limpiando sus lágrimas.

—¿Él sabe de tu retraso del período? —ella niega—  Hija tienes que decirle.

—Quiero que me firme el divorcio. No quiero seguir casada con él, fue un error y locura irnos a Las Vegas y casarnos ahí a las apuradas, medio borrachos. No lo amo, creo que jamás lo amé, aparte él ya no es el hombre que conocí alguna vez —ella no quiere decir nada más, pero ambas sospechan que algo más hay.

—Bien —suspira Stella y se lleva una mano a la frente—, la exesposa de... una ex alumna es abogada, puedo conseguir su número.

—¿Te refieres a Natalie? —indaga Jasmine y Stella asiente— ¿Qué hay de Atenea?

—Ella no se dedica a divorcios, es más bien una abogada laboral y empresarial, y su esposa una abogada de familia. Natalie puede ayudarnos ya hablo con... —mira a su hija— mi contacto.

Jasmine se sienta frente a su hija, le da una taza de té de tilo y acaricia su mano hasta que ella logra calmarse. Stella se sienta del otro lado, y acaricia su brazo.

—Me dijo que vayas a hablar con ella el lunes, te recibirá en su oficina sin cita previa, solo dí que vas de parte nuestra.

—¿Sabe que soy tu hija?

—Le dije —sonríe.

Ellas en todos estos años, han mantenido bastante privada su vida, para proteger a su pequeña familia, demasiado pasaron. En cuanto los "niños" crecieron se marcharon del pueblo para estudiar en la universidad, aunque de los dos solo Laura terminó se carrera como maestra de primaria, su hermano, bueno Ender tuvo y tiene algunos inconvenientes hasta el día de hoy con su vida, las drogas y la ley.

—¿Quierés que compremos un test de embarazo? —su hija asiente. Jasmine mira a su esposa, esta comprende se levanta y va por el test.

Stella vuelve a casa para ver a su hija acurrucada junto a su esposa que acaricia su cabello de manera protectora y maternal. Se para en la entrada a la habitación con la bolsa de la farmacia y dos test que compró por las dudas, su hija se levanta, toma la bolsa y se mete al baño, luego sale y las tres esperan en el comedor, las esposas se miran.

—Ya pasó el tiempo —dice Stella— ¿Quieres que vaya a ver? —su hija asiente —se fija y vuelve con la prueba en la mano, su expresión es neutral.

—¿Estoy?

—Sí —dice su madre en un suspiro y ella comienza a llorar.

—No me dejará ir, si se entera que estoy embarazada, jamás va a darme el divorcio —la angustia la invade y ellas la abrazan fuerte para consolarla.

—Hija Nat va a ayudarte, hablaré con ella, haremos todo lo posible. Es una buena abogada, Avery me ha dado excelente referencias de ella ¿Quieres que te acompañemos mañana?

—No, tengo que ser una adulta responsable y empezar a asumir las consecuencias de mis acciones.

Claro que no quiere que ellas estén, hay cosas que va a hablar con su abogada y no quiere que sus madres sepan, y será algo que le pida a esta mujer mañana mismo.

Laura se marcha de la casa de sus madres al menos un poco más tranquila, al día siguiente se dirige a la dirección que ellas le dieron es a unas 2 horas del pueblo, llega a un gran edificio que se ve imponente, ya comienza a ver su ahorros saliendo de su cuenta bancaria y se siente diminuta en su vestido holgado de flores, fue lo que encontró mucho más liviano para venir a la gran ciudad. Se anuncia en mesa de entrada y espera en uno de los juegos de sillón en la entrada, se siente una pueblerina entre tanta gente formal de traje.

«Quizas me tendría que haber puesto un pantalón de vestir y una blusa, aunque haga calor»

Se acomoda la ropa, pasando un mano por su cabello y mira por la ventana del 4to piso el paisaje, es tan hermosa la vista de la ciudad desde ahí que se para y la contempla.

—Hermosa vista —un hombre joven de traje se para a su lado—. No eres se por aquí.

—No —le dice ella tímida.

—¿Buscas a algún abogado en particular? —le dice con una sonrisa.

—Natalie Kincaid —le responde ella.

—Oh, ella está en una reunión y van a demorar un rato ¿Quierés ir a tomar algo? Digo, si a tu novio no le importa.

—A mí me importa —aparece la voz de una mujer a sus espaldas y al voltear a verla Laura queda sorprendida por la belleza y seriedad de esta mujer—. Vete a hacer algo más, buitre —le extiende la mano—, soy Natalie Kincaid un gusto.

—Laura Rollins. —le estrecha la mano.

—La profesora me dijo que vendrías, te estaba esperando. Disculpa a mi hermano, está en crecimiento y sigue con las hormonas alborotadas. Vamos a mi oficina así hablamos mejor.

Le coloca una mano en la espalda a Laura mientras le saca el dedo medio a su hermano que se ríe y niega mirando al suelo.

Natalie toma asiento detrás del escritorio de manera segura, observa mejor a Laura y cree que la conoce de algún lado, ellas se han visto antes.

—Disculpa pero te me haces familiar de algún lado... ¿Nos hemos visto antes?

—Mi mamá me dijo que íbamos a la misma escuela. Estuve en las nacionales con el equipo de atletismo.

—Espera, no eras ¿La liebre o sí? —Nat sonríe, pero Laura niega— oh.

—Era chita.

—Noooo tú eres tú —dice emocionada.

La abogada sonríe sin sacarle los ojos de encima, claro que la recuerda y claro que la recordaba fingió no hacerlo para no evidenciar lo acosadora que era viendo al equipo de atletismo entrenar. Pero ahora la persona frente a ella es toda una mujer hermosa, ni parece que le lleva cuatro años y menos aún, ni siquiera tiene pinta de ser el próximo amor de su vida.

—Bien Laura, tú dirás...

Enséñame a amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora