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ARODMY.

—Necesito orinar— solté directamente.

Su reacción fue tan adorable que ira directo a mi archivo de recuerdos amenos.

—¿Qué se supone que haga?— cuestionó al reponerse.

—Sacarme el pene— señale lo obvio.

Tómate, su rostro parecía un tómate de lo rojo que se tornó. Ella negó con su cabeza pero le señalé ambas manos, mi brazo derecho estaba enyesado y mi mano izquierda estaba vendada.

—¿Dejará que su pobre jefe se haga encima?—intenté poner cara de angelito.

—Puedo llamar a su hermano Arelder y que él lo ayude—propuso.

—Esta en su clase de tiro, no vendrá—mentí, ni siquiera se donde esta metido.

—¿Una enfermera?—insistió.

—Prefiero usar pañal antes de dejar que una enfermera toque mis bebés—Sonreí.

La vi dudar, estoy seguro que en su cabecita se preguntaba que era lo que tenía que hacer así que decidí explicarle.

—Es muy sencillo, bajará mi pantalón,  sacara mi pene del bóxer, apunta justo en el inodoro, y ya—expliqué.

—Bien—respondió finalmente.

Se acercó captando lo que le había dicho anteriormente.

—No puedo—se apresuro a decir una vez llego  el momento de entrar en contacto con mi aliado.

—Angelita déjate de bromas que se me revienta la vejiga—solté entre dientes.

Tragó grueso y acercó su pequeña mano a mi miembro dejándolo fuera del bóxer.

—Levanta un poco más arriba— guíe su mano

Sentir la suavidad de su mano cubriendo mi miembro hizo que se volviera erecto y no precisamente por las ganas de orinar.

La mire por mera curiosidad y sentí unas ganas inmensas que empotrar la cintura el lavado, pero no podía hacerlo. Sus mejillas estaban rojas y tenía ambos ojos cerrados.

—Angelita, para atinar debes de ver el blanco, no queremos hacer un desastre— dije pícaro.

Tenía una  inmensa necesitada de que sus ojos me observaran, y no por presumir pero lo mío, mi gordor y tamaño no tenían competencia y es justo lo que deseo que ella admiré.

La observe intensamente-esta bien- susurró, abrió ambos ojos y no pude evitar sonreír al ver sus ojos tan abiertos, sus mejillas parecían dos tomates, su respiracion se aceleró y la vi tragar grueso.

—Apunta y dispara—ordene con voz ronca

Con cautela hizo lo que le ordené, solté un suspiro al sentir alivio, y aunque ya había orinado mi miembro seguía erecto, lo metió nuevamente, y corrió al lavado para limpiarse las manos.

No me miro y salio dejándome solo.

—Mi pantalón—grité pero no regresó.

Como pude intente llegar a la camilla con el pantalón en mis tobillos,pinche niña ni siquiera sé digno a subirme el pantalón.

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