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ARODMY.

—¡Que tengo que ir por Loliery Carajo!— grito quitándo las agujas que se encuentran en mis brazos.

— No seas imbecil Arodmy, acabas de salir de una puta cirugía.

—Arelder mi mujer está en manos de ese desquiciado de Dimitri y no pienso quedarme de brazos cruzados.

—Yo iré por ella tú te quedas aquí.

—Arelder no es lo mismo enfrentarte con un pequeño grupo de pandilleros que enfrentarte a un mafioso, así que olvídalo— me levando de la cama sintiendo un inmenso dolor en el abdomen— hijo de puta, te mataré Dimitri— siseo.

🐜🔪🐜🔪🐜

—Déjame acompañarte al menos.

—A ver Arelder— digo entrando a la casa— no estuve protegiéndote de Arnold durante 19 años para que venga un cabron y te mate en diez segundos, así que olvídalo.

—Tampoco me protegiste muy bien que digamos—susurra.

Pasa delante de mi, y tiene razón no lo protegi como se debía pero me aterra que me lo maten.

Subo las escaleras llegando a mi habitación, busco ropa cómoda que me permita realizar movimientos bruscos sin que me estorbe.  Tomo mi pistola favorita.

Al salir de mi habitación me topo de frente con Ariamy, desde que pasó lo de Arnold ella no había vuelto a salir de su "cueva" y el verla de pie frente a mi me hacía sentir orgulloso de ella.

Su pequeño cuerpo se veía frágil, estaba más delgada que antes, las ojeras y sus labios rotos me destrozaban, su cabello rubio que antes estaba a la altura de su cintura ahora estaba por encima de los hombros, poco abajo de sus orejas y sus hermosos ojos azules carecían del brillo que siempre la acompañaba.

—Yo también iré por Loliery— dice sancandome de mi burbuja.

—Ni mierda, que tú y Arelder me van a matar antes que Dimitri o cualquier otro enemigo— digo frustrado.

Ella me observa seria, la ternura con la que antes me observaba fue arrebatada de sus hermosos iris. Vacío, es todo lo que transmiten.

—Ya no quiero que intentes protegerme Arodmy, quiero que me enseñes a defenderme por mi cuenta, no quiero depender de nadie. Y como primer paso quiero que Loliery regrese a casa, no moriré, Arelder tampoco morirá es una promesa— dice.

" No quiero depender de nadie". Eso fue justo lo que dije cuando decidí que ya no me dejaría humillar por mis padres.

—Ariamy tiene razón, ya cuidaste de nosotros ahora nos toca cuidarnos a nosotros mismos y ayudarte a cuidar de tu mujer— aparece Arelder.

—De acuerdo, es hora de irnos— trago el nudo que se forma en mi garganta.

Los tres bajamos las escaleras, yo al enfrente, Arelder a mi derecha y Ariamy a mi izquierda. Cada paso que daba sentía como la adrenalina se apoderaba de mi cuerpo.

—Ariamy tú irás conmigo, Arelder tú también vienes conmigo—ordenó.

—¿Pero también vas a controlar hasta donde vamos a pisar o qué?.

—Cállate o te dejo encerrado en la cajuela Arelder.

—Y amarralo como un cerdo— comenta Ariamy.

Sonrió un poco y arrancó el vehículo.

Mi respiración se vuelve un tanto irregular, espero que ese bastardo no se atreva a tocarle un solo cabello a mi mujer porque juro que lo quemare vivo.

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