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ARODMY.

Estaba feliz ya que hoy regresaba a Rusia luego de tres días de estar en Italia, pero toda alegría se derrumbó al escuchar gritos provenientes de la habitación de mi princesa Ari.

—No seas mariquita, si bien que te gusto que hasta seguiste acostándote con ella— se escucho la voz del maldito de mi padre.

—¡Porque tú me amenazaste con ofrecerle a Ariamy al maldito de Sander y matar a Arodmy!— dice Arelder con un grito desgarrador.

¿Ariamy?, ¿Sander?, ¿yo?. Estoy confundido, me acerco rápidamente cuando llego a la habitación me detengo abruptamente al contemplar la escena frente a mi, mi mujer estaba sosteniendo a una Ariamy destruida, mi bebé estaba envuelta en sus sabanas,  no es necesario ser inteligente para imaginar lo que pasó.

Acto seguido veo como Arelder le dispara a nuestro padre directo a sus genitales.

—¿Por qué no me lo dijeron?— me escucho decir aun en trance.

Todos estaban tan perdidos en su pelea que no se percataron de mí presencia hasta que hable.

Arelder parecía seguir en trance, intenta acercarse a nuestra bebé pero ella se aparta pegando más su cuerpo a mi mujer.

—Ari, hermanita soy yo— dice este sollozando.

—¡No me toques!— grita aterrada— Quiero vomitar, Loliery quiero vomitar— las palabras de mi niña rompen conmigo.

Veo como Loliery se levanta llevándola al baño, mi bebé, mi niña. Joder como no me di cuenta.

—¿Por qué te no me dijiste nada Arelder?— digo molesto, molesto conmigo por ser un puto ciego.

—Solo tenía dieciséis años Arodmy— fue todo lo que dijo.

—Lo pagarán, lo prometo— tomo mi celular para poder llamar a uno de mis hombres, una vez este llega— Damiano necesito te lleves a la escoria que se esta desangrando, mantenlo con vida y llévalo a la bodega, no dejes que muera, si muere antes de llegar a la bodega tu irás al infierno junto a él ¿estamos?— ordeno.

—Si señor— dice.

Una vez se lo llevan me acerco a mi hermano quien esta sentado sobre la cama de nuestra niña. Quería decirle algo pero no sabía que decir, como actuar.

—¿Quien fue Arelder?— preguntó pues cuando llegue no mencionaron ningún nombre.

Arelder guarda silencio, veo como las lágrimas caen de sus ojos, una vez lenta su cabeza, veo dolor, culpa y miedo en su mirada.

—La melliza de Ángela— dice— no soy un mariquita Arodmy, no lo soy— dice dolido.

—Nada fue tu culpa, él debía de cuidarnos y fue quien se encargó de jodernos— digo.

—Ariamy ella no tenía que pasar por eso, ella tenía que estar apartada de toda esta mierda Arodmy, ella, yo, yo debía de protegerla, era mi deber como su hermano, no la cuide como se debía—sus sollozos empiezan a mezclarse con los de la pequeña que aún no sale del baño.

Tomo a mi hermano ante mis brazos como si de un bebé se tratara y me lo llevó a su habitación, una vez en esta me recuesto en su cama aún cargandolo, empiezo a brindar caricias en su cabello justo como su madre hacia cada vez que él se caía y lloraba.

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