Capítulo 20

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Luego de una noche de baile, ninguno de los huéspedes de la hacienda se sentía inclinado a despertar antes del mediodía, exceptuando un pequeño grupo de hombres que deseaban salir a disparar. Mientras Francisco sorbía una taza de té y sonreía a los madrugadores que se estaban reuniendo en la terraza, se desconcertó al encontrar a Esteban entre ellos.

Estaba amaneciendo. El aire estaba fresco y pesado mientras que el débil sol luchaba inútilmente para brillar a través de la neblina. Sentado en una mesa de afuera con un chal de seda anudado sobre su fino vestido de mañana, Francisco trato de no mirar a Esteban. Sin embargo, era difícil ocultar su fascinación. Kuku poseía una presencia dinámica, una virilidad inherente que no había visto jamás en ningún otro hombre, exceptuando a su hermano Rafa. Y el atuendo deportivo le quedaba a la perfección, el saco negro definía el ancho de sus hombros, con pantalones verde oscuros ajustándose perfectamente a sus piernas marcadas, y botas de cuero negras adaptándose a sus largas pantorrillas. Esas prendas eran apropiadas para cualquier hombre, pero en Esteban, el efecto era imponente.

Sintiendo su discreta mirada, Esteban lo observo rápidamente. Sus miradas se mantuvieron unidas con crudo interés, antes de que él se viera obligado a girar y responder a un invitado que se acercaba a él.

Francisco miro fijamente a las profundidades ambarinas de su té, su cuerpo lleno de exquisitas sensaciones. No volvió a levantar la mirada hasta que su hermano se acercó para preguntarle por las actividades del día.

—El desayuno será servido en los pabellones cerca del lago —respondió Francisco —Que tengas una hermosa mañana —le dijo alegremente —y trata de mantener distancia de los invitados con mala puntería -Rafael le sonrió y hablo en voz baja.

—Ese no es el problema con los españoles. Aunque pocos pueden cabalgar correctamente, son unos grandes tiradores —Mientras se reclinaba sobre Francisco, Rafa espero hasta que el levantó su mirada hacia. Los ojos claros de su hermano se contrajeron —Desapareciste con Kuku al menos por media hora anoche. ¿A dónde fueron y que has hecho con él?

—Rafa —dijo con una sonrisa de desaprobación —las veces que tú has desaparecido en compañía femenina, y han sido unas cuantas, jamás te he preguntado donde has ido o que has hecho.

—Es diferente para vos —Francisco estaba conmovido y divertido por su proteccionismo.

—¿Por qué? —Las cejas de Rafael se juntaron mientras fruncía el ceño, y su voz infundía acritud.

—Porque eres mi hermanito menor.

—No tengo nada que temer de Esteban. Lo conozco bastante bien, Rafa.

—Lo conocías cuando era un muchacho —rebatió su hermano —Pero Kuku es un extraño ahora, y no tienes idea de lo que es capaz de hacer.

—No te metas, Rafael. Haré lo que me plazca con Esteban. Y espero que no trates de manejar todo como lo hizo papá hace tantos años. Su interferencia me ha costado demasiado, y mientras yo no tuve otra opción que aceptarlo en ese momento, las cosas son distintas ahora —Rafael apoyo las manos en el respaldo de su silla. La tensión de su boca traicionaba su preocupación.

—Fran —dijo él cuidadosamente —¿Qué es lo que crees que él quiere de vos? —La respuesta era clara para ambos. Sin embargo, Francisco se dio cuenta de que su hermano no entendía aun lo que deseaba.

—Lo mismo que yo deseo de él.

—¿Que acabas de decir? —lo miro asombrado como si no lo reconociera. Suspirando, Francisco paseo la mirada a través de la terraza hasta llegar a Esteban, quien estaba en medio de una conversación con otro hombre.

—¿Nunca has deseado poder recuperar algunas horas de tu pasado? —Preguntó suavemente -Eso es todo lo que deseo, sólo una pizca de lo que pudiese haber sido.

Magia ; Kuku x Fran Donde viven las historias. Descúbrelo ahora