Capítulo 30

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Hubiese sido una exageración decir que Enzo estaba completamente sobrio cuando Esteban lo subió al carruaje al día siguiente. Se dirigían a un hotel compuesto por cuatro casas lujosas que eran alquiladas a caballeros acomodados o a familias extranjeras. Esteban esperaba que las negociaciones de sus inversiones lo mantuvieran lo suficientemente ocupado para poder dejar de pensar en Francisco. Al menos sólo unos minutos cada vez.

—¿En qué estás pensando tan absorto? —le preguntó —¿Aun no has conseguido revolcarte con Francisco? —Esteban lo observó con los ojos entrecerrados. Enzo suspiro y masajeó sus doloridas sienes —Te diré algo, hay algo en esos jóvenes Romero y sus pequeñas y aristocráticas ranuras que es imposible de resistir.

El comentario expresaba tan perfectamente los propios sentimientos de Esteban que lo hizo sonreír tristemente.

—Al parecer has tomado interés en Juani.

—Si —llegó la no tan feliz respuesta —Un interés que ni un millón de duchas frías me han podido quitar —Esteban se estremeció al darse cuenta que su amigo estaba fuertemente atraído hacia el hermano de Francisco. Era una unión inapropiada, en todo sentido.

—¿No eres muy viejo para el? —Tanteando la siempre confiable botella plateada, Enzo mostró una extrema molestia ante la comprensión de que había olvidado llenarla. Tirando la botella vacía al piso, la miró ofuscadamente.

—Soy demasiado todo para el. Demasiado viejo, demasiado hastiado, demasiado sediento... la lista no tiene fin.

—Mejor ten cuidado, o su hermano mayor te despedazará y te adornará como un ganso de navidad.

—Si lo hace rápidamente, tiene mi bendición —respondió de forma arisca —Maldito seas, Kuku, ojalá nunca me hubieses convencido de visitar Buenos Aires. Hubiésemos ido directo a Montevideo, trabajado unos días y retornado a España lo antes posible.

—No tenías porque venir conmigo —le señaló.

—Tengo la equivocada noción de querer mantenerte fuera de peligro. Y quería ver qué tipo de joven pudo convertirte en semejante estúpido —Preocupado, Esteban contempló el paisaje, observando la tranquila campiña verde que se extendía junto a ellos. Sólo Francisco Romero, pensó tristemente. Un joven tan juicioso que había permanecido soltero en vez de aceptar un pretendiente que estuviera debajo de su estándar.

—Quiero llevarlo a España conmigo —dijo él. Enzo permaneció callado por un buen rato.

—¿Ha indicado Francisco algo que podría llegar a considerar semejante proposición?

—No. En realidad ha dejado claro que algo más que un revolcón de cinco minutos en el armario está fuera de discusión. Porque no soy de su misma clase —Enzo no pareció del todo sorprendido.

—Naturalmente. Tú eres un profesional en la cultura que admira la apatía y tiene desdén por la ambición —Enzo se detuvo por un momento, pensativo, antes de continuar —No me malinterpretes, Kuku eres el mejor hombre que he conocido, y daría mi vida por ti si fuera necesario. Pero la cuestión es, hablando socialmente, que no sólo estas un escalón debajo de Francisco. Estas frente a una larga caída desde el tope de la montaña.

Las palabras apenas si hicieron algo para mejorar el humor de Esteban. Sin embargo, Felipe siempre le había hablado honestamente y Esteban apreciaba más ello que las incontables mentiras bien intencionadas. Recibiendo la observación con un asentimiento de su cabeza, él frunció el ceño a la punta de sus brillantes zapatos negros.

—No diría que la situación es completamente irremediable —continuó Enzo —Tienes muchas ventajas que inspirarían a cualquiera, incluido Francisco, para que pasen por alto el hecho de que eres bastante bien parecido. Las damas parecen encontrarte atractivo, y el mismo diablo sabe que no estas desprovisto de dinero. Y eres malditamente persuasivo cuando lo deseas. No me digas que no puedes arreglártelas para convencer a un chico de veinticinco años para que se case contigo. Especialmente si el ya te ha demostrado su buena disposición para, eh... favorecerte, como aparentemente ha hecho —Esteban le echo una ojeada afilada.

Magia ; Kuku x Fran Donde viven las historias. Descúbrelo ahora