Capítulo 25

87 9 7
                                    

Mientras se acercaba la noche y la temperatura refrescaba, los invitados de la hacienda comenzaron a congregarse en el vestíbulo. Pequeños grupos vagaban hacia la entrada de grava, sonde una hilera de carruajes esperaban para llevarlos al pueblo. Entre los que deseaban divertirse en la feria estaban la hermana de Enzo, la Sra. Alfonsina Carrocio, y su marido. Durante los pocos días pasados Francisco había encontrado bastante fácil alternar con los Carrocio, pero no pudo suscitar verdadera simpatía por ellos. Alfonsina tenía el pelo dorado y era alta como su hermano Enzo, pero no poseía su humor natural ni su don para reírse de sí mismo. Más bien parecía tomarse a si misma con demasiada seriedad, una cualidad que compartía con su marido.

Justo cuando el primer carruaje se marchó, Francisco por casualidad echó un vistazo a Enzo Vogrincic, y vio que su atención estaba atrapada por alguien que venía de la casa. Una débil sonrisa curvó sus labios, y su expresión se ablandó. Siguiendo su mirada, Francisco vio con una sacudida de alegre sorpresa que Juani finalmente se había aventurado a salir de su aislamiento auto impuesto. Era la primera vez que Juani había continuado una excursión pública desde la muerte de Blas. Ataviado con un vestido de un rosa vivo bordeado de cordoncillo rosa pálido, Juani parecía muy joven, y demasiado nervioso.

Francisco fue hacia su hermano con una sonrisa de bienvenida.

—Querido —dijo, deslizando un brazo alrededor de la cintura de su hermano —que agradable que hayas decidido unirte a nosotros. Ahora la tarde será perfecta —Alfonsina se dio la vuelta para susurrar a su marido, haciendo con delicadeza bocina con la mano a un lado de su boca para ocultar el chisme que estaba relatando. La mirada fija de los Carrocio parpadeó hasta Juani y luego se alejó rápidamente, como si no quisiera ser pillada mirándolo.

Decidido a proteger a su hermano de cualquier desaire, Francisco instó a su hermano a adelantarse.

—Debes conocer a algunos de nuestros invitados. Sr. y Sra. Carrocio, me gustaría presentarles a mi hermano menor, Juan Romero —Francisco se adhirió con exactitud a la orden de preferencia, deseando que hubiera alguna forma en que pudiera acentuar que ellos estaban, socialmente hablando, en un grado inferior que Juani y por lo tanto no tenían ningún derecho a desairarlo. Después de que los Carrocio hubieran reconocido a Juani con una sonrisa superficial, Francisco presentó a los Strauch y al Sr. Parrado, cuya esposa ya se había marchado en el primer carruaje.

De pronto Esteban apareció delante de ellos.

—Dudo que me recuerde, joven, después de todos los años que han pasado —Juani le sonrió, aunque de pronto parecía pálido y culpable.

—Desde luego que le recuerdo, Kuku. Su vuelta a la hacienda es muy bienvenida, y con mucho retraso.

Ellos fueron hacia Enzo, que hizo un pobre trabajo por ocultar su fascinación con Juani.

—Un placer conocerlo, joven —murmuró Enzo, tomando su mano e inclinándose sobre el, más que simplemente hacer un gesto de asentimiento como habían hecho los demás. Cuando levantó la cabeza, sonrió a Juani, cuyas mejillas se habían vuelto varios tonos más oscuros que su vestido. La atracción entre la pareja era casi tangible —Irá al pueblo en nuestro carruaje, espero —dijo Enzo, liberando su mano con obvia renuencia. Antes de que Juani pudiera contestar, Alfonsina, la hermana de Enzo intervino.

—Me temo que no será posible —le dijo a Enzo —Simplemente no habrá bastante espacio en el carruaje para nadie más. Ya estás tú, mi marido y yo, y el Sr. Parrado, y no digamos Esteban.

—Esteban no viene con nosotros —interrumpió. Él miró a Esteban significativamente —¿Estoy en lo cierto?

—Desde luego —confirmó siguiendo su ejemplo —Francisco ya ha dispuesto que vaya en otro carruaje.

Magia ; Kuku x Fran Donde viven las historias. Descúbrelo ahora