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—Buenos días, Juli. ¿Querés almorzar?

—Buen día, padrino —lo salude con un beso en la cabeza.

—compre unas empanadas, están en la cocina —sigue leyendo su celular.

—¿Tenés que hacer algo hoy, padrino?

—Tengo que ir a la oficina, va a venir un cliente. ¿Querés acompañarme? Así vas viendo que onda.

—Sí, dale.

Como a la media hora, ya estamos en su moto, yendo a la oficina. Queda relativamente cerca del departamento. Me sente en el sillón cerca de la entrada para no molestar, también con la orden de que hiciera pasar al cliente cuando llegara, que el portero ya sabía, que yo solo le abriera la puerta, así que me quedo esperando. Cuando sono el timbre, abri la puerta y no puedo creer a quién estoy viendo. No hablo, me quedo congelada como si viera un fantasma, pero no. Tengo frente a mí al mismísimo Wos con sus amigos.

—Emmm... Hola —paso su mano por mi cara.

—La dejaste helada —dice su amiga de pelo negro.

—Hola —me corrì de la puerta para dejarlos pasar.

—¿Está Cirilo? —pregunta el de ojos azules.

—Eh... está... arriba —respondí.

—Bueno, ya vengo —les avisa a sus amigos, que se quedan conmigo.

Me apoyo de espaldas en la puerta.

—Soy el Depa —extiende su mano—. Un gusto.

—Julieta —le respondo mientras nos saludamos—. Lo mismo digo —los demás amigos se presentan: Wawa, Valentino y Tobo.

—¿Pintan unas birras? —dice Tobo después de unos largos minutos en silencio.

—Re —respondio la chica.

—¿Querés ir a comprar? —me habla Valentino.

—Mi ahijada no es secretaria de ustedes —dice mi padrino, saliendo de la oficina con Wos detrás.

—¿Cómo, no sos la secretaria de acá? —me mira extrañado el Depa.

—No, no tengo secretaria. Juli es mi ahijada, que vino de Córdoba, nada más.

—Hola, Juli —dice saliendo de atrás de mi padrino—. Así que a vos te grabé el saludo de cumple —se ríe—. Me hubieran dicho que sos tan linda y me producía mejor.

—Es mi ahijada, no te hagas el vivo, Valentín —lo agarra del hombro.

—Bueno, che, yo solo decía —siento cómo mi cara se pone de todos los colores menos del que debería ser—. ¿Pintan las birras o no?

—Tengo que hacer unas cosas más, Juli. ¿Te llevo al departamento o te querés quedar acá?

—Vi una plaza a dos cuadras. ¿Vamos a tomar algo? —dice el amigo rubio, levantándose del sillón.

—Sí, no tengo drama —digo, mirando a mi padrino en busca de su permiso.

—Ustedes —dice señalando a los chicos—. la cuidan porque no conoce la zona, y sobre todo porque es como mi hija —mira a Wos—. Vos, ojito —este levanta las manos mostrando las palmas—. Vayan y tengan cuidado —saca su billetera—. Tomá, mi vida, por si querés comprar algo.

—Gracias, padrino —le doy un beso en la mejilla y salimos.

Las cuadras hasta la plaza las caminamos ellos hablando, yo en completo silencio. Me da mucha vergüenza todo. Tenerlo frente a mí es algo que siempre soñé y no puedo dejar de admirarlo.

La Fotógrafa del Freestyle.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora