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Era sábado, estábamos en la terraza de casa de Valen mientras tomábamos mates. Llame a Lucas por teléfono.

—¿Hola? —atendió una voz femenina.

—¿Lucas?

Mire bien si no me había equivocado al marcar.

—ah si ya te paso —dijo.

"Mi vida, te llaman" se escuchó de fondo.

—Juli, hola. ¿Cómo andas?

—¿Quién es esa, Lucas.

—Juli...

—ya entendí.

—no para, te lo puedo explicar.

—¿Qué me vas a explicar? Conocí otra, te enamoraste, listo. Todo bien.

Sin pensarlo corte.

—Ju... —dijo, con su mirada de lastima.

—no me mires así Valentín. Ya se, soy una idiota. —no podía contener más mis lágrimas. Lleve las piernas a mi pecho para apoyarme.

—no sos idiota, no digas eso. Te enamoraste. —acariciaba mi cabeza como consuelo.

—pensé que el también.

—te puedo decir que yo vi eso. —admitió.

¿Qué era este dolor que sentía en mi pecho?

La semana entera estuvo llamando, hasta que finalmente no lo hizo más. Sus mensajes fueron disminuyendo. Fuimos a mi departamento con Valentín, era la mejor forma de que nadie me viera de esa manera.

"Mi primer corazón roto" lo llamó Valen, y sí, eso es lo que sentía. Como si algo en mi interior se hubiera quebrado, algo que ni siquiera sabía que podía romperse de esa manera. El chico al que le entregué todo, con el que me mostré sin reservas, sin miedo, había hecho lo que nunca pensé. Siempre creí que el dolor de un corazón roto era solo una frase que se exageraba en canciones o películas, pero no. Ahora lo sé. Es real. Se siente como si algo estuviera desgarrándome por dentro, como si me arrancaran el pecho sin anestesia.

Confié en él. Le di mi corazón, pensando que lo cuidaría con la misma delicadeza con la que yo cuidaba el suyo, pero en vez de cuidarlo, lo apuñaló. No solo lo hizo en silencio, lo hizo a la vista de todos, dejándome expuesta, vulnerable. Cada herida fue una nueva traición que no pude ver, me sentí como un trapo viejo, tirado y olvidado en el piso. Esa sensación de ser completamente descartable, de que aunque me hubieran prometido que nunca me dejarían caer, ahora era simplemente un objeto dañado, usado, al que nadie volvería a mirar con afecto.

Es difícil describir cómo la tristeza pesa en el cuerpo, como si fuera una carga física. Cada respiro duele. No importa cuánto intente concentrarme, mi mente siempre vuelve a esa llamada, a ese momento en que supe que todo lo que había creído se desmoronaba frente a mis ojos, a esa voz atendiendo su teléfono, a el queriéndolo explicar. Siento como si mi cuerpo estuviera presente, pero mi corazón y mi mente estuvieran en otra parte, sumidos en un dolor tan profundo que ni siquiera sabía que podía existir.

El consuelo de Valentín me servía, ayudaba bastante. No me dejaba sola nunca, creo que ver sus lindos ojos me hacía bien. Sabía que el también estaba conociendo a alguien, y no me molestaba para nada, había escuchado unos audios que mandaba, era medio boludo para chamuyar la verdad pero no me pienso meter, que haga lo que el sienta. Teníamos una linda amistad, con muchísima confianza sobre todo. Dormir en sus brazos era lo que me traía calma en este momento, sus besos constantes, su forma de demostrar amor, hacía bien a mi lastimado corazón. Sabía que eso algún día iba a terminar cuando el oficializara su relación, porque a mí no me gusta lo de ser infieles o amantes, es un juego sucio en dónde siempre se termina lastimando a los que amamos y eso no quiero. Voy a disfrutar mientras dure, el siempre va a ser mi persona favorita en el mundo, el que me salvó de tantas.

La Fotógrafa del Freestyle.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora