-7-

18 1 1
                                    

Al final, Valentín tuvo que volver, a Buenos Aires, por sus obligaciones. Tenía dos semanas para guardar todas mis cosas y mudarme. Mi padrino contrato un servicio de mudanza para llevar todo, y que yo solo tuviera que ir en el colectivo con mi valija de mano. La semana paso muy rápido, en un abrir y cerrar de ojos, y todavía no había guardado absolutamente nada. Era sábado, por lo tanto tocaba ir a sacar fotos en la sin escritura, también significaba ver a Lucas. Las fotos me las pagaban, no era mucho pero me ayudaba en mis ahorros. Llegué temprano a la plaza con la ilusión de encontrarlo. Ahí estaba sentado en el lugar de siempre, arrancando pastitos, con los auriculares puestos. Me pare detrás de el, tirando de sus auriculares para sacarlos.

—¿Qué mierda haces? —se dio vuelta enojado, su cara cambio al verme— Juli, perdón. Pensé que me querían robar los auriculares. —dijo, disculpándose.

Me senté con el.

—¿Cómo andas, Lu?.

—bien ¿y vos? —guardaba sus cosas en la mochila.

—bien...

—joya, ¿Qué haces tan temprano y sola?

—quería verte. Siempre estoy sola.

Se le formó una linda sonrisa, con algo de vergüenza.

—¿En serio?

—Si, Lu. Quería verte y hablar con vos. No puedo sacar de mi cabeza lo que me dijiste. —accidentalmente nuestras manos se rozaron, haciendo recorrer un escalofrío por mi espalda.

—¿Y tú novio?

—dale con que es mi novio. —dije, rodando mis ojos.

—te estoy jodiendo, tonta. —empujo suave su cuerpo con el mío.

—ya se, pero no me gusta. Te dije lo que sentía por vos y seguís con eso. —no dude ni un segundo en poner mi mano sobre su rodilla, pasándole la yema de mis dedos con suavidad.

—vos también me gustas, lo sabes perfecto. —su mano fue a mi mejilla.

Sentí esa conexión, por primera vez en mi vida. Lo notaba nervioso, como si quisiera decirme algo, pero no se animaba. Nuestras miradas se cruzaron, y sin decir nada, me incliné un poco hacia él, sintiendo su respiración más cerca. Lucas también se acercó, despacio, como dudando si era el momento adecuado. Nuestros rostros estaban a centímetros.

—¿Qué onda, wachos? —pregunto, Mecha, apareciendo de repente con una sonrisa enorme y un par de latas de cerveza en la mano— Perdón, me colgué ¿Qué hacen?

Lucas se separó rápido, visiblemente incómodo, y yo me quedé sentada con el corazón latiéndome en los oídos, tratando de disimular algo que mi cara colorada delataba. Mecha se sentó a nuestro lado, sin darse cuenta de lo que casi había pasado. Ambos nos miramos, con una mezcla de vergüenza y diversión. Sabía que ese momento iba a volver, tarde o temprano, pero por ahora, Mecha había hecho lo suyo, como de costumbre.

—Ju ¿Haces algo mañana? —pregunto, Lucas.

—dormir supongo. —dije, pasándole la lata de birra.

—hay una compe en Carlos Paz, ¿Vamos?

—si, me encantaría. Pero, tengo que preguntarle a mi mamá. —dude.

—es a las tres de la tarde, ponele que antes de las ocho ya estemos volviendo.

—bueno, ya le pregunto.

Le mandé mensajes a Mamá. Dijo que tenía unas cosas que hacer en casa de mi abuela, que iba a estar todo el día afuera, así que me dejó ir. Dije con quién iba a ir así que no se negó, porque conocía a la mama de Mecha.

La Fotógrafa del Freestyle.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora