La noche en que el rey Viserys convocó a toda la familia a cenar en el gran salón de la Fortaleza Roja, el ambiente era tenso. Cada miembro de la familia se encontraba consciente de que esta podría ser una de las últimas reuniones en la que el rey estuviera presente, y el silencio que predominaba en la mesa era un reflejo de la ansiedad que se respiraba en el aire.
Aprovechando la distracción de la visita de Rhaenyra y Daemon, Gwayne y Anne decidieron casarse esa misma noche, mientras la familia real se reunía en el salón, y el resto de cortesanos contenía la respiración al tener al bando verde y negro sentados en la misma mesa.
Mientras tanto, Anne estaba en su habitación. Mina la había invitado a cenar con ella y Tyland, y también a Edric, pero Anne se negó, excusándose de que no se sentía bien. Se sintió aliviada de estar lejos de las tensiones de su padre y las intrigas de la corte. Su decisión de distanciarse de Lord Gerald había hecho que la atmósfera en la casa Tyrell se tornara incómoda, pero en el fondo, sabía que era lo correcto para poder estar con Gwayne.
Esa noche, con el corazón acelerado, se encontró con Gwayne en uno de los rincones más apartados de los jardines de la Fortaleza Roja. La luna iluminaba el lugar, y la brisa suave parecía llevar consigo el peso de sus preocupaciones.
—¿Estás lista? —preguntó Gwayne, su voz un susurro en la oscuridad.
Anne asintió, sintiendo la adrenalina recorrer su cuerpo. Habían planeado este momento cuidadosamente, eligiendo la noche en la que el rey estuviera rodeado de su familia, para que la atención estuviera en ellos y no en los dos jóvenes que se escapaban para casarse en secreto.
—No puedo creer que vayamos a hacerlo —dijo ella, una mezcla de nerviosismo y emoción en su tono.
Gwayne le sonrió, y le acarició la mejilla suavemente con el pulgar.
—Después de esta noche, serás mi esposa. Y nada ni nadie nos podrá separar.A medida que se adentraban más en los jardines, cada paso los acercaba a su destino. Anne se sintió más segura con la mano de Gwayne en la suya, como si, a través de ese simple contacto, él pudiera transmitirle toda su determinación y amor.
Mientras avanzaban por el camino oculto, el sonido de sus pasos se perdía entre el murmullo de la noche. Las sombras de los árboles se alargaban a su alrededor, como si el mundo a su alrededor se estuviera deteniendo para permitirles un momento de intimidad. Cada paso que daban se sentía como una pequeña victoria contra las adversidades que enfrentaban, un acto de rebeldía contra las expectativas familiares y las intrigas de la corte.
Finalmente, llegaron a una puerta lateral que se abría a un oscuro corredor. Un joven, probablemente un enviado de Larys, delgado y ágil, les hizo un gesto para que lo siguieran. A medida que avanzaban, las paredes de piedra parecían cerrarles el paso, pero el impulso del amor y el deseo de un futuro juntos los mantenía firmes. Sus corazones latían al unísono, marcando un ritmo que resonaba con la determinación de lo que estaban a punto de hacer.
El espía condujo a Gwayne y Anne a través de un laberinto de pasillos hasta que llegaron a una escalera que se alzaba hacia la penumbra. Subieron las escaleras con cuidado, evitando el crujido de las tablas bajo sus pies. Finalmente, emergieron en un espacio que parecía un santuario, donde la luz de las velas danzaba suavemente, proyectando sombras alargadas en las paredes.Anne se sorprendió ligeramente al notar que había pasillos conectados entre el castillo y el Gran Septo, seguramente, corredores secretos construidos en la época de Maegor el Cruel. En ese momento, un breve y extraño sentimiento de agradecimiento hacia Larys surgió dentro de ella.
Frente a ellos, en el altar de La Doncella, un septón esperaba, envuelto en una túnica blanca que contrastaba con la oscuridad del lugar. La luz tenue iluminaba su rostro sereno, y había algo en su presencia que les infundió calma.
El septón levantó la vista hacia ellos y les hizo un gesto para que se acercaran. A medida que se colocaban frente al altar, la atmósfera se cargó de una energía sagrada. Las velas parpadeaban suavemente, y el aire se sentía cargado de promesas no dichas.
—¿Están seguros de esto?—inquirió el septón mientras se preparaba para comenzar la ceremonia—La unión de dos almas es un camino sagrado, lleno de pruebas y de amor.Ambos asintieron, tomándose de la mano con fuerza. No había vuelta atrás, y tampoco querían volver atrás.
—Ahora, cubre a la novia y ponla bajo tu protección—le dijo el Septón a Gwayne.
Él se quitó la capa de color verde oscuro que llevaba y la colocó con gentileza alrededor de los hombros de Anne, sin apartar la mirada de la suya.
El septón tomó un una cinta de seda plateada que llevaba bordado los símbolos de los Siete en hilos de oro, y lo colocó alrededor de sus manos entrelazadas, apretándolo con delicadeza.—En presencia de Los Siete, yo uno a estas dos almas como una por la eternidad. Así como este listón une sus manos, que su amor los una eternamente. Que siempre encuentren refugio el uno en el otro, en los días de luz y en los de oscuridad. El septón dio un paso atrás, su mirada fija en ellos—Ahora mirense y digan las palabras.
Anne y Gwayne se miraron. Ambos con una profunda devoción por el otro. Los ojos se Anne estaban ligeramente empañados por las lágrimas de felicidad, pero se contuvo, mientras ambos repetían las palabras al unísono:
—Padre, Herrero, Guerrero. Madre, Doncella, Anciana. Desconocido...
Ambos repitieron las palabras con solemnidad. Cuando terminaron, el Septón sonrió e hizo un gesto hacia ellos.
—Pueden sellar su unión con un beso.
Gwayne se inclinó hacia Anne, sus labios se encontraron con dulzura y pasión. El beso no solo simbolizaba su amor, sino también su compromiso eterno el uno con el otro.Mientras se separaban, el septón sonrió, satisfecho de haber sido parte de esa unión.
—Que La Madre les otorgue ternura, que El Padre les brinde fortaleza, y que los Siete les guíen en su camino.
En el silencio reverente del septo, Gwayne y Anne, ahora unidos en matrimonio, sintieron que su amor, forjado en ese momento, era su luz en un mundo lleno de sombras e incertidumbres. En ese instante, el pasado y el futuro se desvanecieron, dejando solo el presente.
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La Conspiración de las Rosas [Gwayne Hightower X OC] [House Of The Dragon]
FanfictionAnne Tyrell es la joven hija de Gerald Tyrell, quien ambiciona casarla con Gwayne Hightower, hermano de la reina Alicent. A pesar de su belleza, Anne lucha por captar la atención de Gwayne, mientras su padre intenta manipular las intrigas cortesanas...