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Atsumu fue el primero en llegar al gimnasio, aun era temprano después de todo. Se fue al vestuario para poder cambiarse y poder ir a calentar mientras que sus compañeros llegarán. O eso tenía planeado, ya que cuando se había quitado el sueter y lo guardaba en su bolso, la puerta se abrió y se cerró, y sin mirar a su compañero que entró, saluda con un "buenos días". Recibiendo uno a cambio también, pero que hizo que su cuerpo temblará y se pusiera alerta al reconocer la voz profunda y suave.

Atsumu se enderezó y miró al alfa que acaba de entrar, debió suponer lo. Sakusa Kiyoomi siempre era puntual.

—Miya, yo...— Sakusa miraba los ojos dorados de Atsumu, ojos que lo llegaron a cautivar la primera vez que se vieron y que aun lo siguen cautivando —lo siento— dejando su orgullo a un lado para poder disculparse con el ser de luz que tanto necesitaba a su lado.

Tomando a Atsumu desprevenido, sabía la razón por la que se estaba disculpando. Por ende nunca espero una disculpa de él. El estómago se le revolvio y sus manos sudaban cuando el alfa se acercó uno pasos más, pero sin invadir tanto su espacio.

—No debí hacerlo.. y me disculpo con toda mi alma haberte hecho eso— y hablaba en serio, su corazón tuvo una pequeña grieta cuando Suna le dijo que Atsumu estuvo llorando.

Y es que, un corazón de hielo es duro y frío pero débil a un corazón brillante y cálido, como el de Atsumu. Su corazón se descongela y queda frágil, pero solo con él. Solo Atsumu era capaz de poder romper su corazón, solo él podría usar sus palabras como dagas que pudieran atravesar su corazón. Sólo él y nadie más.

Pero era algo que Atsumu desconocía, Sakusa creció y maduro solo para ser digno para él, para ser el alfa que el omega necesitaba. Quería reclamar lo que debió ser suyo desde un inicio, lo que perdió por sentirse insuficiente y por querer ser el hijo perfecto. Pero desde que cumplió los veinte, decidió que ya no quería ser el hijo perfecto ahora quería ser el alfa perfecto y digno para su omega.

—Tu.. no importa... ambos estábamos ebrios— dijo Atsumu tratando de no darle importancia pero sabía que esto podía arruinar su relación con Shoyo —solo.. haz como que eso nunca paso— pidió mientras se vestía ya que se sentía incómodo.

—Miya— Sakusa no se quedaría quieto, y seguiría al pie de la letra los consejos y el plan que habían hecho el y Suna. Y es que, no le importaba formar un caos si eso significa tener al omega a su lado. Solo tenia que ser paciente —no vine a hacerte la vida imposible por si es lo que piensas.. simplemente regrese por algunos asuntos familiares— mintió un poco, por que su regreso a Japón fue por él —no quiero estar contigo como enemigos o algo por el estilo..—

—Solo somos compañeros de equipo.. solo nos hablaremos dentro de la cancha. Fuera de la cancha no seremos más nada que simples desconocidos— dijo con voz firme apesar que internamente sus pensamientos eran un caos.

Sakusa lo miro sin decir nada, la puerta se volvió abrir algunos de sus compañeros llegando. Sakusa camino a lado de Atsumu y le susurro —solo quédate a mi lado— para pasar a una de las esquinas para cambiarse. Atsumu no le tomo importancia a sus palabras, ya que no tenían sentido.

Pero aquellas palabras solo fueron la declaración de guerra de Sakusa, el aviso de una tormenta aproximándose.

Mi Hermoso Solecito Donde viven las historias. Descúbrelo ahora