Ana había logrado lo que tanto ansiaba: el nuevo puesto en la empresa era suyo, y con él venía un sinfín de oportunidades para crecer profesionalmente. Sin embargo, lo que no esperaba era que este éxito profesional trajera consigo una tormenta que estaba a punto de golpear su vida personal.
El primer mes en su nuevo trabajo fue intenso. El ritmo era implacable, y Ana se veía envuelta en proyectos ambiciosos que requerían su total atención. A pesar de las largas horas y la presión constante, sentía que estaba cumpliendo su sueño. Pero cuanto más tiempo pasaba en la oficina, más se distanciaba de Marcos.
Marcos intentaba ser comprensivo, pero las noches vacías y los días sin apenas verse empezaban a pasar factura en su relación. Ana notaba que algo cambiaba entre ellos, como si el silencio se convirtiera en un tercer miembro incómodo de su pareja. No era solo el cansancio; era algo más profundo que se filtraba en cada interacción, como si el espacio entre ellos creciera lentamente, día tras día.
Una noche, después de una agotadora reunión, Ana llegó a casa para encontrar a Marcos sentado en el sofá, con una expresión que no había visto en él antes. Algo estaba mal, y Ana lo sintió en cuanto cruzó la puerta.
—Tenemos que hablar, Ana —dijo Marcos, su voz tranquila pero cargada de un peso que ella no podía ignorar.
Ana dejó su bolso en la mesa y se sentó frente a él, sintiendo que una nueva tormenta se avecinaba.
—¿Qué pasa? —preguntó, aunque ya sentía el nudo en su estómago.
Marcos respiró hondo antes de hablar.
—Siento que estamos distanciándonos, y no sé cómo arreglarlo. Te amo, pero también sé que no estamos conectados como antes. He estado pensando mucho, y hay algo que necesito decirte —confesó, evitando el contacto visual.
Ana sintió que el suelo se movía bajo sus pies. Sabía que estaban pasando por una mala racha, pero no esperaba lo que estaba por venir.
—¿Qué es, Marcos? —preguntó, con la voz temblorosa.
—Conocí a alguien. No fue algo planeado, ni buscado, pero ocurrió. Es una compañera de trabajo, y hemos estado hablando mucho últimamente. No ha pasado nada físico entre nosotros, pero me siento atraído por ella, y me duele decírtelo —soltó Marcos, dejando caer la bomba.
El mundo de Ana se detuvo por un segundo. Las palabras de Marcos parecían irreales, como si las estuviera escuchando desde lejos. Habían hablado tantas veces sobre ser sinceros, sobre enfrentar sus problemas juntos, pero ahora esto era algo completamente diferente. Algo más grande.
—¿Estás enamorado de ella? —preguntó Ana, incapaz de contener las lágrimas.
—No lo sé, Ana. Lo que sí sé es que me hace sentir algo que no he sentido en mucho tiempo. Y sé que esto es porque tú y yo hemos estado distantes. No quiero que esto sea el fin para nosotros, pero siento que hay algo que estamos perdiendo. Tal vez esto sea una señal de que necesitamos replantearnos cómo estamos llevando nuestra relación —respondió Marcos, con sinceridad.
Ana se quedó en silencio, procesando sus palabras. Sabía que su trabajo y el estrés habían afectado su relación, pero jamás había imaginado que llegarían a este punto. Entonces, una idea atrevida y peligrosa se filtró en su mente. Algo que nunca había considerado en serio, pero que ahora, frente a la confesión de Marcos, parecía la única salida.
—¿Qué estás proponiendo, Marcos? —preguntó Ana, su corazón latiendo con fuerza.
—No lo sé, Ana. No quiero perderte, pero tampoco puedo ignorar lo que siento por esta otra persona. Sé que esto es difícil, pero... ¿y si intentáramos algo diferente? Algo más abierto. Tal vez no todo sea blanco o negro, tal vez hay una forma de explorar esto sin destruir lo que tenemos —dijo Marcos, mirándola finalmente a los ojos.
Ana lo miró fijamente, sin saber si estaba loca por siquiera considerar lo que Marcos estaba sugiriendo. ¿Podría su relación sobrevivir a algo así? ¿Estaba dispuesta a compartir a Marcos, incluso si eso significaba salvar lo que habían construido juntos?
El silencio en la habitación era abrumador.
—¿Estás sugiriendo... una relación abierta? —preguntó Ana, sintiendo una mezcla de miedo y curiosidad.
—No sé si es exactamente eso, pero algo similar. No quiero mentirte ni ocultarte nada, y si hay una forma de hacer esto de manera honesta y transparente, quiero explorarla contigo —respondió Marcos, con un tono que era más vulnerable de lo que Ana había escuchado en mucho tiempo.
Ana se quedó callada, su mente corriendo en mil direcciones. Había escuchado sobre parejas que adoptaban el poliamor o las relaciones abiertas, pero siempre lo había visto como algo ajeno a ella. Sin embargo, ahora, en este momento de crisis, no parecía tan imposible. Tal vez, solo tal vez, era lo que necesitaban para salvar lo que quedaba de su relación.
—Necesito tiempo para pensar —dijo Ana finalmente, levantándose del sofá—. Esto no es algo que pueda decidir de un día para otro, Marcos. Es demasiado.
Marcos asintió, respetando su espacio.
—Lo entiendo, Ana. Solo quiero que sepas que te amo, y que quiero encontrar una solución que funcione para ambos. No estoy pidiéndote una respuesta ahora —dijo Marcos, dejando que Ana se retirara a la habitación, mientras él permanecía en el salón, sumido en sus propios pensamientos.
Esa noche, Ana no pudo dormir. Su mente no dejaba de correr, evaluando cada escenario posible. ¿Era realmente posible que una relación abierta salvara lo que tenía con Marcos? O, peor aún, ¿era esto el principio del fin? Las dudas se acumulaban, pero en medio de todo, también había una extraña sensación de curiosidad. ¿Podría esto ser una forma de abrirse a algo más, algo que nunca había considerado antes?
Al día siguiente, mientras caminaba por el parque para despejarse, Ana recibió un mensaje inesperado. Era de un antiguo amigo, Daniel, alguien con quien había tenido una conexión emocional años atrás, antes de conocer a Marcos. Nunca llegaron a ser más que amigos, pero siempre había habido una chispa entre ellos que Ana había decidido ignorar.
Daniel: "Hola, Ana. Me alegra verte activa en redes. He estado pensando mucho en ti últimamente. ¿Te gustaría ponernos al día? Me encantaría verte."
El mensaje llegó en el momento más oportuno, justo cuando Ana más dudaba sobre su futuro con Marcos. ¿Era esto una señal de que tal vez ella también debía explorar otras posibilidades? ¿Tal vez abrir su relación no era solo para Marcos, sino también para ella?
Ana se quedó mirando el mensaje, sabiendo que estaba en una encrucijada. Podía ignorarlo y seguir luchando por mantener su relación con Marcos de la manera tradicional, o podía responder y ver qué sucedía. Sabía que, cualquiera que fuera su decisión, cambiaría todo.
Después de unos minutos de duda, Ana respondió.
Ana: "Hola, Daniel. Claro, me encantaría. Dime cuándo y dónde."
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Poliamor - Tres corazones, un solo amor
JugendliteraturAna es una chica oficinista, que toma la decisión más loca de toda su vida. La cual hace que toda su vida amorosa se vuelva un nudo, al estar enamorada de dos chicos super complicados. Acompáñame en esta historia llena de amor y confusión.