Capítulo 57: Nuevos Horizontes, Nuevas Dudas

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La paz que Ana y Marcos habían logrado forjar en las semanas posteriores a su reconciliación les dio la sensación de que podían enfrentar cualquier cosa juntos. Los momentos de incertidumbre y miedo habían disminuido, reemplazados por una complicidad más fuerte que nunca. Sin embargo, la vida, como siempre, tenía formas inesperadas de poner a prueba incluso las relaciones más sólidas.

Ana estaba inmersa en su trabajo, con más proyectos y responsabilidades que nunca. La oportunidad de ascender en su nueva empresa estaba cerca, pero también lo estaba la presión que conlleva estar en el radar de los altos directivos. Esto significaba largas horas en la oficina, noches enteras dedicadas a presentaciones y, sobre todo, menos tiempo con Marcos. Aunque ambos lo entendían y habían hablado sobre la importancia del equilibrio, Ana no podía evitar sentir que, una vez más, la distancia se colaba silenciosamente entre ellos.

Una tarde, mientras estaba en la oficina, Ana recibió una llamada inesperada de su jefe.

—Ana, hemos decidido asignarte un proyecto muy importante en nuestra filial en París. Serán tres meses intensivos, pero si todo sale bien, podrías asegurarte el ascenso que tanto has estado buscando —dijo su jefe, con entusiasmo en su voz.

El corazón de Ana se aceleró. París. Tres meses. Era una oportunidad que no podía ignorar, pero sabía que esa decisión traería consigo un nuevo reto para su relación con Marcos. ¿Podrían manejar una separación tan prolongada? Después de todo lo que habían superado, ahora parecía que un océano los separaría, aunque solo temporalmente.

Esa noche, Ana decidió hablar con Marcos sobre la oferta.

—Marcos, necesito contarte algo importante. Me han ofrecido un proyecto en París por tres meses. Es una gran oportunidad, y estoy emocionada, pero también me asusta lo que significa para nosotros —dijo Ana, con una mezcla de entusiasmo y preocupación.

Marcos la miró en silencio por unos segundos, procesando la noticia. Sabía lo importante que era para Ana su carrera, y siempre la había apoyado en sus decisiones profesionales. Pero la idea de estar separados tanto tiempo no le resultaba fácil de aceptar.

—Ana, me alegro por ti. Sabes que siempre te he apoyado en todo lo que haces, pero tres meses es mucho tiempo. Después de todo lo que hemos pasado, ¿crees que podemos manejar esto? —preguntó Marcos, con honestidad.

Ana suspiró, sintiendo el peso de la decisión que debía tomar.

—No lo sé, Marcos. Tengo miedo de que nos distanciemos de nuevo, pero también sé que es una oportunidad que no puedo dejar pasar. ¿Crees que podemos hacerlo funcionar? —preguntó Ana, esperando encontrar una respuesta en los ojos de Marcos.

Marcos se inclinó hacia ella y tomó sus manos.

—Ana, si algo me ha quedado claro después de todo lo que hemos vivido, es que podemos superar cualquier cosa si somos sinceros y trabajamos en ello. No quiero que pierdas esta oportunidad, y confío en que encontraremos la manera de mantenernos conectados, incluso a la distancia. Pero tienes que prometerme que, sin importar lo difícil que sea, hablaremos de cualquier cosa que nos preocupe durante ese tiempo —dijo Marcos, con una firmeza que transmitía confianza.

Ana sintió una oleada de alivio. Sabía que estar separados sería complicado, pero la seguridad en las palabras de Marcos la hizo sentirse más tranquila.

—Te lo prometo. No quiero que la distancia nos afecte como antes. Hablaremos de todo, pase lo que pase —respondió Ana, con una sonrisa de gratitud.

En los días siguientes, Ana comenzó a prepararse para el proyecto en París. Las semanas previas a su partida fueron una mezcla de emoción y nervios. Pasaba el tiempo que podía con Marcos, intentando reforzar su conexión antes de la separación. Sin embargo, ambos sabían que, por más fuertes que se sintieran, la distancia pondría a prueba lo que habían reconstruido.

La primera semana en París fue un torbellino. El proyecto en el que estaba trabajando era intenso, y Ana se sentía atrapada entre la presión laboral y la necesidad de mantenerse conectada con Marcos. Habían acordado hacer videollamadas todas las noches, pero pronto se dio cuenta de que las diferencias horarias y las largas jornadas hacían que fuera más difícil de lo que pensaba.

Una noche, después de una larga reunión, Ana estaba exhausta pero decidida a hablar con Marcos. Al abrir la aplicación para llamarlo, se dio cuenta de que era demasiado tarde en su país, y Marcos probablemente ya estaría dormido. Una punzada de tristeza la recorrió. ¿Era esto lo que les esperaba durante los próximos tres meses? ¿Un ciclo interminable de intentos fallidos de conexión?

Mientras tanto, en casa, Marcos también luchaba con la distancia. Aunque se mantenía ocupado con su propio trabajo y amigos, las noches se sentían vacías sin Ana a su lado. Sabía que este proyecto era importante para ella, pero a medida que pasaban los días, empezaba a notar que su propia vida estaba desequilibrada sin su presencia constante.

Una tarde, después del trabajo, Marcos recibió un mensaje de Lara. Era un simple saludo, preguntando cómo estaba. Aunque Lara y él habían acordado poner fin a su conexión, seguían en contacto ocasionalmente por temas laborales. Pero ahora, con Ana a miles de kilómetros de distancia, el simple mensaje hizo que su mente volviera a lo que había sentido por Lara antes.

Lara: "Espero que todo esté bien. Si alguna vez necesitas hablar, aquí estoy."

Marcos se quedó mirando el mensaje, dudando en responder. Sabía que contestar podría reavivar algo que había decidido dejar atrás, pero también sentía la tentación de hablar con alguien que entendía sus emociones. Sin embargo, en el último momento, decidió no responder. Sabía que la distancia con Ana ya estaba siendo suficiente desafío, y agregar algo más a la mezcla solo complicaría las cosas.

Ana, por su parte, empezaba a sentir que París, aunque emocionante, la alejaba más de lo que esperaba. Una tarde, después de una exitosa reunión, recibió un mensaje de Daniel. Había dejado de hablar con él desde su última conversación, pero verlo aparecer en su teléfono la sorprendió.

Daniel: "He escuchado que estás en París. Espero que estés bien. Sabes que siempre puedes contar conmigo si necesitas hablar."

El corazón de Ana se aceleró al leer el mensaje. Daniel había sido una parte importante de su vida emocional por un tiempo, y aunque lo había dejado atrás, no podía negar que el recuerdo de lo que había sentido por él seguía vivo. Sin embargo, recordó la promesa que le había hecho a Marcos y decidió no responder.

Poliamor - Tres corazones, un solo amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora