Capítulo 37: Nuevas Bases, Viejos Ecos

9 2 0
                                    

Después de la conversación decisiva con Marcos, Ana sintió un respiro de alivio, pero también era consciente de que no todo se resolvería de la noche a la mañana. Marcos había dado un paso importante al enfrentar su pasado con Isabel, pero Ana sabía que el verdadero reto sería mantener esa sinceridad y apertura en el día a día. A pesar de las promesas, las cicatrices aún estaban allí, y ambos tendrían que aprender a lidiar con ellas mientras avanzaban.

Los días pasaron con una sensación de calma renovada. Marcos se mostraba más atento, más comprometido, y Ana notaba los esfuerzos que hacía para demostrarle que estaba dispuesto a cambiar. Pero, como en todas las relaciones, los fantasmas del pasado no desaparecían tan fácilmente.

Una tarde, mientras Ana y Marcos cenaban en su apartamento, el teléfono de Marcos sonó. Al mirar la pantalla, Ana notó que era Isabel. Marcos no hizo ningún intento de ocultar la llamada, pero decidió no responder.

Ana lo miró con una mezcla de sorpresa y preocupación.

—¿Por qué no contestas? —preguntó, intentando que su voz no sonara demasiado tensa.

Marcos suspiró y dejó el teléfono a un lado.

—No quiero que esto siga interfiriendo entre nosotros. Ya hablé con Isabel, le dije todo lo que necesitaba decir. Si sigue llamándome, es porque aún está procesando lo que pasó, pero yo no quiero seguir involucrándome más de lo necesario. Ya cerré ese capítulo —respondió Marcos, intentando sonar firme.

Ana apreció que Marcos le hablara de frente, pero no pudo evitar sentir una punzada de duda.

—Entiendo que no quieras seguir hablando con ella, pero... si aún está buscando respuestas, tal vez deberías hablar con ella una última vez, solo para asegurarte de que todo esté realmente cerrado. No quiero que esto siga siendo una sombra entre nosotros —dijo Ana, tratando de ser razonable, aunque internamente luchaba con el miedo de que Isabel aún tuviera poder sobre su relación.

Marcos asintió lentamente, sabiendo que Ana tenía razón.

—Lo haré. Quiero que todo quede completamente claro, tanto para ella como para nosotros. Mañana hablaré con Isabel, y luego no habrá más dudas, te lo prometo —dijo Marcos, tomando la mano de Ana para darle seguridad.

Ana asintió, aunque la ansiedad persistía. Sabía que debía confiar en Marcos, pero también sabía que las relaciones eran frágiles, y que las heridas mal cerradas siempre podían reabrirse.

Al día siguiente, mientras Ana estaba en el trabajo, recibió un mensaje de Marcos.

Marcos: "Hablé con Isabel. Todo está claro ahora, te lo contaré esta noche. No te preocupes, lo hemos cerrado."

El mensaje debería haberla tranquilizado, pero en lugar de eso, Ana se encontró repasando todas las posibles formas en las que esa conversación pudo haber salido mal. Isabel seguía siendo un fantasma que rondaba su relación, y aunque Ana quería confiar en que todo estaba resuelto, el miedo de que algo inesperado pudiera pasar seguía ahí.

Esa noche, cuando Marcos llegó al apartamento, Ana lo recibió con una mezcla de anticipación y preocupación. Sabía que esta conversación marcaría un antes y un después en su relación.

—¿Cómo fue la conversación? —preguntó Ana, tratando de sonar tranquila mientras se sentaban en el sofá.

Marcos suspiró antes de hablar, como si estuviera aliviado de que todo hubiera terminado.

—Fue difícil, pero necesario. Isabel me dijo que entendía que las cosas entre nosotros habían terminado, y que necesitaba tiempo para sanar. También me dijo que no me va a llamar más, que quiere seguir adelante por su cuenta. Siento que, finalmente, todo quedó claro entre nosotros —explicó Marcos, con un tono de voz que reflejaba alivio.

Ana asintió, sintiéndose algo más tranquila al escuchar esas palabras.

—¿Y tú? ¿Sientes que has cerrado ese capítulo de verdad? —preguntó Ana, queriendo asegurarse de que Marcos no estaba dejando nada sin resolver.

Marcos la miró directamente a los ojos, sin titubear.

—Sí, Ana. Lo he cerrado. No quiero que Isabel siga siendo un obstáculo para nosotros, y tampoco quiero que esto nos persiga más. Estoy contigo, completamente, y quiero que sigamos adelante sin más sombras —respondió, apretando suavemente la mano de Ana.

Ana sonrió, aunque en el fondo sabía que aún tendría que trabajar en dejar ir sus propias inseguridades. Pero por primera vez en semanas, sintió que estaban en el camino correcto.

—Gracias por ser honesto conmigo, Marcos. Sé que esto no ha sido fácil, pero te agradezco que lo hayas hecho —dijo Ana, inclinándose para besarlo.

El beso fue suave, lleno de promesas de un futuro que ambos querían construir juntos. Aunque las cicatrices del pasado aún estaban presentes, Ana sentía que estaban más cerca de la paz que tanto anhelaban.

Los días siguientes trajeron una calma inesperada. Sin las llamadas de Isabel ni los fantasmas del pasado acechando su relación, Ana y Marcos comenzaron a disfrutar de su tiempo juntos de una manera más relajada. Salían a cenar, planeaban pequeñas escapadas de fin de semana, y poco a poco, Ana sentía que la confianza que había sido rota estaba empezando a sanar.

Sin embargo, en el fondo, Ana sabía que las relaciones nunca eran completamente estables. Sabía que siempre habría pruebas que enfrentar, y que la clave sería cómo lidiar con ellas juntos.

Unos días después, mientras Ana revisaba su correo, encontró un mensaje que no esperaba. Era de Isabel.

Isabel: "Hola, Ana. No quiero incomodarte, pero sentí que debía escribirte. Quiero que sepas que he decidido alejarme definitivamente de Marcos, no porque lo odie, sino porque necesito sanar. Sé que están construyendo algo bonito, y espero que puedas confiar en él. Lo que pasó entre nosotros fue doloroso, pero no tiene por qué definir su relación. Espero que puedas encontrar paz en esto. Cuídate."

Ana se quedó mirando el mensaje por un largo rato, sin saber exactamente cómo sentirse. La intención de Isabel parecía sincera, pero también la dejaba con una sensación extraña. Sabía que Marcos había hecho su parte, pero ahora entendía que Isabel también estaba intentando dejar atrás lo que los había unido.

Decidió no responder el mensaje, sabiendo que lo mejor para todos era dejar las cosas en el pasado, tal como Isabel había sugerido.

Esa noche, mientras Marcos y Ana se abrazaban en el sofá, viendo una película, Ana se dio cuenta de que finalmente estaban en un lugar donde podían empezar a mirar hacia adelante sin las cargas del pasado. Aún habría desafíos, momentos de duda, y miedos que superar, pero estaban listos para enfrentarlos juntos.

Por primera vez en mucho tiempo, Ana sintió que la paz era algo posible, y que el futuro, aunque incierto, se veía prometedor.

Poliamor - Tres corazones, un solo amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora