Capítulo 13: Consejos y Confidencias

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Al día siguiente de su encuentro con Daniel, Ana se despertó con una sensación de inquietud. La conversación había sido necesaria, pero también había revuelto emociones que creía enterradas. Decidió que necesitaba hablar con alguien, alguien que pudiera ofrecerle una perspectiva diferente. La primera persona que vino a su mente fue Carla, su amiga de la infancia y confidente.

Ana llamó a Carla esa misma mañana, y quedaron de verse en un pequeño café que ambas solían frecuentar. Carla era conocida por su capacidad para escuchar sin juzgar, y Ana sabía que podía contar con su honestidad brutal.

Cuando Ana llegó al café, encontró a Carla ya sentada, con su habitual aire despreocupado y una sonrisa cálida en el rostro.

—¡Ana! —exclamó Carla al verla, levantándose para darle un abrazo—. Me alegra que me hayas llamado. ¿Qué te pasa? Te noto diferente.

Ana sonrió, pero era una sonrisa tensa.

—Ha pasado mucho, Carla. Necesito tu consejo —dijo mientras se sentaban.

Carla la miró con curiosidad y preocupación.

—Sabes que siempre estoy aquí para ti. Cuéntame, ¿qué está pasando? —preguntó, tomando un sorbo de su café.

Ana respiró hondo antes de comenzar a relatar los eventos de los últimos días: la llamada de Daniel, la conversación con Marcos, y el encuentro en el café. Carla escuchaba atentamente, asintiendo de vez en cuando, pero sin interrumpir.

Cuando Ana terminó, Carla se quedó en silencio por un momento, procesando toda la información.

—Bueno, es evidente que esto es complicado, Ana —dijo finalmente—. Por un lado, tienes a Daniel, que fue una gran parte de tu vida y que ahora parece arrepentido. Y por otro lado, está Marcos, que ha estado a tu lado todo este tiempo y que claramente te quiere. No es una decisión fácil.

Ana asintió, sintiendo el peso de la situación más que nunca.

—Lo sé, Carla. Y esa es precisamente la razón por la que estoy tan confundida. No quiero lastimar a ninguno de los dos, pero también sé que no puedo seguir adelante sin tomar una decisión —respondió, con un tono de frustración en su voz.

Carla se inclinó hacia adelante, apoyando sus manos sobre las de Ana.

—Mira, Ana, sé que esto puede sonar cliché, pero tienes que seguir lo que realmente sientes en tu corazón. Ninguna decisión será perfecta, y probablemente habrá dolor, sea cual sea el camino que elijas. Pero lo importante es que tomes la decisión que sientas que es la correcta para ti, no la que crees que los demás esperan de ti —dijo Carla con firmeza.

Ana se quedó en silencio, considerando las palabras de su amiga. Sabía que Carla tenía razón, pero eso no hacía que la decisión fuera más fácil.

—¿Y si me equivoco? —preguntó, sintiendo la duda arremolinarse en su mente.

Carla sonrió suavemente.

—Todos cometemos errores, Ana. Pero lo importante es que sigas adelante y aprendas de ellos. Ninguna decisión es final; siempre hay una manera de corregir el rumbo si sientes que te has desviado. Pero lo peor que podrías hacer es quedarte paralizada por el miedo a equivocarte —respondió.

Ana suspiró, sintiendo una mezcla de alivio y temor. Sabía que tendría que enfrentarse a sus sentimientos y tomar una decisión, pero también sabía que no estaba sola. Tenía a Carla, y tenía a Marcos, quienes la apoyaban, y eso le daba fuerza.

—Gracias, Carla. No sabes cuánto te agradezco esto —dijo, apretando las manos de su amiga.

—Para eso están las amigas, ¿no? —respondió Carla, guiñándole un ojo—. Ahora, ¿qué te parece si dejamos de lado los problemas por un rato y disfrutamos de un buen desayuno? Creo que ambas lo necesitamos.

Ana rió, sintiéndose un poco más ligera después de la conversación.

—Eso suena como una gran idea —respondió, dejando que la calidez de la amistad de Carla la reconfortara por un momento.


Poliamor - Tres corazones, un solo amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora