Capítulo 6: Caminos que se Cruzan

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El sol de la tarde se filtraba a través de las persianas de Ana, dibujando patrones de luz en las paredes del apartamento. Era uno de esos días tranquilos en los que todo parecía fluir con naturalidad. Ana había terminado su trabajo temprano y decidió salir a dar un paseo, explorar un poco más su barrio y disfrutar del aire fresco.

Mientras caminaba por las calles, sumida en sus pensamientos, se encontró frente a una librería que no había visto antes. Las estanterías estaban llenas de libros que parecían invitarla a entrar. Decidió entrar, intrigada por el ambiente acogedor del lugar.

Dentro, el olor a papel y tinta la envolvió, recordándole lo mucho que disfrutaba perderse en un buen libro. Comenzó a recorrer los estantes, sus dedos deslizándose por los lomos de los libros. Fue entonces cuando una voz familiar la sacó de sus pensamientos.

—¡Ana! Qué sorpresa verte por aquí.

Ana se giró y se encontró con Marcos, sosteniendo un libro en sus manos. Parecía tan sorprendido como ella de encontrarse allí.

—Marcos, ¡qué coincidencia! No sabía que te gustaban las librerías —dijo Ana con una sonrisa, sintiéndose aliviada de ver una cara conocida.

—Siempre he tenido una debilidad por los libros —respondió Marcos, levantando el libro que había estado revisando—. Estoy buscando algo nuevo para leer. ¿Tienes alguna recomendación?

Ana se tomó un momento para pensar, recorriendo mentalmente los libros que había leído recientemente.

—Depende de lo que te guste. Si buscas algo inspirador, te recomendaría este —dijo, sacando un libro de la estantería—. Es una historia sobre encontrar tu camino en medio de la adversidad. Creo que podría gustarte.

Marcos tomó el libro y lo revisó, asintiendo con aprobación.

—Suena perfecto. Gracias, Ana.

Después de comprar los libros, decidieron ir juntos a un café cercano para seguir conversando. El café, con su ambiente relajado y la suave música de fondo, era el lugar ideal para una conversación tranquila. Se sentaron en una mesa junto a la ventana, desde donde podían ver a la gente pasar por la calle.

—Entonces, ¿cómo ha sido la adaptación a la nueva ciudad? —preguntó Marcos mientras revolvía su café.

Ana tomó un sorbo de su bebida antes de responder, reflexionando sobre los últimos días.

—Ha sido un proceso. Al principio, todo era muy abrumador, pero poco a poco estoy encontrando mi lugar. La gente aquí ha sido muy amable, y eso ha ayudado mucho.

Marcos asintió, escuchando con atención.

—Me alegra escuchar eso. Mudarse nunca es fácil, pero parece que estás manejándolo bien.

Ana sonrió, agradecida por su apoyo.

—Gracias, Marcos. No ha sido fácil, pero me estoy adaptando. Y tener a alguien con quien hablar, como tú, ha sido de gran ayuda.

La conversación fluyó de manera natural, cubriendo desde temas triviales hasta los más profundos. Ana se dio cuenta de que, aunque aún tenía mucho que procesar, se sentía cómoda hablando con Marcos. Había algo en él que la hacía sentir comprendida, como si él pudiera ver más allá de las palabras y entender lo que realmente estaba sintiendo.

Al final de la tarde, se despidieron con la promesa de volver a verse pronto. Mientras caminaba de regreso a su apartamento, Ana reflexionó sobre lo rápido que había desarrollado una conexión con Marcos. Había algo en él que la hacía sentir segura, como si pudiera confiar en él sin reservas.

Esa noche, mientras se preparaba para dormir, su mente volvió al encuentro inesperado en la librería. Había algo en esos momentos de coincidencia, de caminos que se cruzaban, que le recordaba que la vida tenía una forma peculiar de poner a las personas en su camino en el momento justo.

Poliamor - Tres corazones, un solo amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora