El fin de semana en la cabaña junto al mar fue justo lo que Ana y Marcos necesitaban. Rodeados por la tranquilidad del océano, el sonido de las olas y el cielo despejado, ambos encontraron un respiro de la tensión que había marcado los últimos meses. Las conversaciones se habían vuelto más ligeras, y la sensación de reconstrucción era palpable en el aire.
Ana despertó el último día del viaje con una sensación de calma que hacía tiempo no experimentaba. Abrió los ojos y encontró a Marcos dormido a su lado, respirando pausadamente. Por un momento, el miedo, las dudas, y las tensiones parecían haber desaparecido. Estaban ahí, juntos, y eso era lo que importaba.
Mientras desayunaban en la terraza con vista al mar, Marcos sugirió una caminata por los acantilados cercanos antes de regresar a la ciudad. Ana aceptó la idea, sintiéndose más conectada con él que en mucho tiempo. Sin embargo, sabía que la verdadera prueba para su relación no sería en la tranquilidad de la cabaña, sino al regresar a la vida cotidiana, donde los problemas no desaparecían tan fácilmente.
De vuelta en la ciudad, Ana y Marcos volvieron a sus rutinas. Aunque el fin de semana les había dado un respiro, Ana seguía sintiendo una leve incomodidad. Los días se llenaron de trabajo y responsabilidades, y aunque intentaban mantener la cercanía, la realidad comenzaba a filtrarse de nuevo.
Unos días después, Ana recibió un mensaje inesperado mientras estaba en su oficina.
Clara: "Hola, Ana. ¿Podemos hablar? Hay algo que necesito decirte."
Ana sintió una punzada en el estómago al leer el mensaje. Desde la conversación con Clara sobre el pasado de Marcos, habían dejado de tener contacto directo, y Ana pensaba que esa parte de la historia ya estaba cerrada. Sin embargo, la aparición repentina de Clara no podía ser ignorada.
Ana: "Claro. ¿Qué pasa?"
Clara: "Es sobre Marcos. Algo que no te dije antes... No estoy segura de cómo explicarlo, pero siento que debes saberlo. ¿Puedes verme hoy?"
El mensaje dejó a Ana intranquila. ¿Qué más podría haber que no supiera? Su relación con Marcos estaba en un lugar mejor ahora, pero la incertidumbre que Clara traía consigo amenazaba con desestabilizarlo todo nuevamente.
Decidió aceptar la reunión, a pesar del miedo que sentía.
Ana: "Está bien. Nos vemos en el café a las seis."
Esa tarde, Ana llegó al café con una mezcla de ansiedad y determinación. No quería dejar que el pasado volviera a entrometerse, pero sabía que si había algo más que Clara debía decirle, era mejor enfrentarlo ahora antes de que creciera como una sombra que no podía controlar.
Cuando Clara llegó, la notó algo nerviosa. Después de los saludos de rigor y pedir café, Clara fue directa al punto.
—Ana, no quise preocuparme antes porque pensé que no era relevante, pero después de hablar con algunos amigos en común, me siento responsable de decirte esto. Isabel, la ex de Marcos... ha estado en contacto conmigo últimamente. Parece que su situación no ha mejorado tanto como él me dijo —empezó Clara, sus palabras cayendo como una bomba.
Ana sintió cómo el nudo en su estómago se apretaba aún más.
—¿Qué significa eso? —preguntó Ana, temiendo lo que vendría.
Clara suspiró antes de continuar.
—Isabel me contactó hace unos días y me dijo que nunca superó lo que pasó con Marcos. Aún está lidiando con las secuelas emocionales, y me confesó que, en realidad, nunca se ha sentido completamente libre de él. Lo que me preocupa es que... según ella, Marcos nunca cerró del todo esa historia. Me pidió que te lo dijera, porque le preocupa que puedas pasar por lo mismo —dijo Clara, con un tono lleno de cautela.
Ana se quedó sin palabras. Las revelaciones de Clara añadían una nueva capa de complejidad a todo lo que ya había enfrentado. Había trabajado tanto para reconstruir la relación con Marcos, pero ahora sentía que todo volvía a estar en peligro.
—¿Por qué me dices esto ahora? Pensé que todo estaba en el pasado, que ya habíamos aclarado lo que pasó —dijo Ana, su voz reflejando el conflicto interno que sentía.
Clara la miró con comprensión.
—Lo sé, Ana. Y no quiero interferir en tu relación. Pero cuando Isabel me contó cómo se siente, me di cuenta de que, si bien Marcos pudo haber cambiado, tal vez no ha sido completamente honesto consigo mismo ni contigo sobre cómo terminó todo realmente con ella. No estoy diciendo que no lo intentes, pero quiero que sepas lo que está en juego —respondió Clara, con una sinceridad que Ana no podía ignorar.
Ana asintió lentamente, procesando las palabras de Clara.
—Gracias por decírmelo, Clara. Esto es... difícil de escuchar, pero necesitaba saberlo —dijo Ana, intentando no dejar que las emociones la abrumaran.
Clara le sonrió suavemente.
—Sé que sabrás qué hacer, Ana. Solo quería asegurarme de que no te quedaras con la duda. Si necesitas algo, ya sabes dónde encontrarme —dijo Clara antes de despedirse y dejar a Ana sola con sus pensamientos.
Esa noche, Ana no pudo dormir. Las palabras de Clara seguían resonando en su mente, y aunque había decidido darle una segunda oportunidad a Marcos, ahora se preguntaba si realmente podía confiar en que todo estaba resuelto. Sabía que debía hablar con él, pero también temía que esto fuera el golpe final que destruyera lo que estaban intentando reconstruir.
Al día siguiente, decidió no posponer más la conversación. Le envió un mensaje a Marcos, pidiéndole que viniera a su casa esa noche. Sabía que no podía seguir adelante sin resolver esto.
Cuando Marcos llegó, lo recibió con una mezcla de ansiedad y tristeza. Sabía que lo que estaba a punto de decir podía cambiarlo todo.
—Marcos, necesito que seas completamente honesto conmigo. Ayer hablé con Clara, y ella me contó algo que me tiene muy preocupada —comenzó Ana, con un nudo en la garganta.
Marcos la miró, claramente confundido y alarmado.
—¿Qué te dijo? —preguntó, con la voz tensa.
Ana respiró hondo antes de responder.
—Me dijo que Isabel nunca superó lo que pasó entre ustedes, y que incluso piensa que tú tampoco has cerrado esa etapa. Necesito saber si eso es cierto, porque no puedo seguir en esta relación si hay algo que no está resuelto entre ustedes —dijo Ana, sintiendo cómo las emociones la abrumaban.
Marcos se quedó en silencio por un momento, su rostro palideciendo mientras procesaba lo que Ana acababa de decir. Finalmente, suspiró y se pasó las manos por el cabello.
—Ana, te prometo que lo que siento por Isabel es cosa del pasado. Pero... es cierto que nunca tuve el valor de enfrentarla después de todo lo que pasó. Me alejé y pensé que con el tiempo las cosas se resolverían por sí solas, pero nunca lo hice de forma directa —admitió Marcos, con una mezcla de culpa y arrepentimiento en su voz.
Ana sintió que su corazón se rompía un poco más al escuchar esa confesión. Sabía que la verdad era lo que había pedido, pero ahora que la tenía, el dolor era aún más grande.
—Marcos, no puedo seguir si hay algo pendiente entre tú e Isabel. Necesitas resolverlo, de una vez por todas. No puedo estar en una relación donde hay fantasmas del pasado que aún no se han enfrentado —dijo Ana, con lágrimas en los ojos.
Marcos asintió, visiblemente afectado por la situación.
—Lo haré, Ana. Hablaré con ella, resolveré todo lo que debí haber enfrentado hace mucho tiempo. No quiero que esto siga interfiriendo en lo que tenemos —respondió, con una determinación que Ana esperaba fuera real.
Ana asintió, sabiendo que la relación dependía de lo que Marcos decidiera hacer a partir de ese momento. Había dejado las cartas sobre la mesa, y ahora todo estaba en sus manos.
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Poliamor - Tres corazones, un solo amor
Novela JuvenilAna es una chica oficinista, que toma la decisión más loca de toda su vida. La cual hace que toda su vida amorosa se vuelva un nudo, al estar enamorada de dos chicos super complicados. Acompáñame en esta historia llena de amor y confusión.