1.1 - El Tiempo se Agota

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El reloj en la mente de Mark corría demasiado rápido. Cada cable que conectaba, cada ajuste que hacía, lo acercaba a una posible salvación. Pero también sentía el peso de la responsabilidad hundiéndose en su pecho. Si la máquina no funcionaba, morirían. Y lo peor de todo, morirían de la manera más espantosa posible.

—Mark, el sol está bajando... —la voz de Emma se quebró ligeramente, revelando el pánico que intentaba ocultar. Sus manos temblaban mientras observaba los débiles rayos del sol, ya casi ocultos por el horizonte.

—Un minuto más —respondió Mark, sin mirarla. Su voz era firme, pero había una tensión en sus palabras que no podía ocultar.

Alex dejó caer su herramienta, el sonido resonó en el silencio casi espectral de la nave industrial.

—No tenemos un minuto, Mark —dijo, casi suplicante—. Si los Umbras nos encuentran aquí...

David, siempre pragmático, lanzó una mirada rápida a las puertas destrozadas. Afuera, el viento comenzaba a cambiar, y un silencio ominoso llenaba el aire.

—Ya están cerca. Puedo sentirlo —gruñó, con un nudo formándose en su garganta—. Si no salimos en los próximos cinco minutos, no habrá salida.

Un rugido bajo y gutural rompió el silencio, reverberando a lo lejos, pero lo suficientemente cerca como para que todos lo sintieran. El estómago de Emma se retorció al escuchar el sonido.

—Mark, por favor... —susurró Emma, sus ojos fijos en el sol que estaba a punto de desaparecer—. No tenemos más tiempo.

El sudor corría por la frente de Mark. Él lo sabía. Sabía que el tiempo se les acababa, pero no podía permitirse cometer un error ahora. Cada segundo contaba. Sus manos trabajaban con una precisión desesperada.

—Solo... un poco... más... —murmuró entre dientes.

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