3.1 - Horizonte Cercano

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16 de agosto 2033

En Hydronova, el trabajo en la máquina del tiempo se mantenía en secreto. Entre los miembros del equipo, destacaba David, un hombre de imponente presencia y una fortaleza física notable. David era un amigo muy cercano del padre de Mark, Jonathan, y entendía bien la gravedad y complejidad del asunto. Su llegada al equipo fue marcada por un evento dramático.

Era 18 de Noviembre del 2032, la lluvia golpeaba con fuerza los cristales de las ventanas en el laboratorio clandestino donde Mark, Emma y Alex trabajaban incansablemente en la máquina del tiempo, tenían como acuerdo trabajar en la maquina a altas horas de madrugada 4 veces por semana. Era tarde, muy tarde, y las luces fluorescentes parpadeaban levemente, creando sombras inquietantes en las paredes. Sabían que trabajar en ese proyecto a esas horas era su única oportunidad de avanzar sin levantar sospechas. El sonido del tecleo, el crujir de los planos al ser desplegados, y el leve zumbido de los equipos electrónicos llenaban el silencio de la noche.

De repente, un ruido sordo proveniente de la entrada los hizo detenerse. Mark levantó la cabeza, con el ceño fruncido, mientras Emma y Alex intercambiaban miradas de alerta.

—¿Escucharon eso? —murmuró Alex, enderezándose en su silla.

Mark asintió, con el corazón acelerado, y se acercó lentamente a la puerta. Justo cuando estaba por abrirla, esta se abrió violentamente, revelando la imponente silueta de un hombre empapado por la lluvia. Su rostro estaba medio oculto bajo la capucha de su abrigo, pero la intensidad de su mirada atravesaba la penumbra del laboratorio.

Emma dio un paso hacia atrás, instintivamente, mientras Alex se tensaba, preparándose para lo peor. Mark se quedó inmóvil, observando al desconocido, su respiración se volvió pesada.

El hombre cerró la puerta tras de sí con un movimiento firme, el eco resonó en la sala vacía.

—¿Quién eres? —preguntó Mark, su voz firme, aunque una chispa de inquietud se colaba en su tono.

El hombre se quitó la capucha lentamente, revelando un rostro curtido por el tiempo y las cicatrices de la vida. Sus ojos, oscuros y penetrantes, se clavaron en Mark, como si lo estuviera evaluando.

—Me llamo David —dijo con voz grave, haciendo que el ambiente en la sala se volviera aún más pesado—. Fui amigo de tu padre, Jonathan.

Mark sintió que el nombre de su padre le cortaba la respiración por un segundo. No conocía a ningún "David", y sus recuerdos del círculo cercano de su padre no incluían a nadie con ese nombre. Emma y Alex lo miraron con desconfianza, sus cuerpos tensos y preparados para cualquier cosa.

—¿Por qué deberíamos creerte? —intervino Emma, con la mandíbula apretada—. No sabemos quién eres, y esto no es un lugar para visitas inesperadas.

David dio un paso adelante, alzando ligeramente las manos, como si quisiera mostrar que no era una amenaza. Pero su presencia, tan firme y autoritaria, contradecía esa intención.

—Sé que no tienen razones para confiar en mí —dijo con calma, aunque la urgencia en su voz era evidente—, pero conozco el proyecto en el que están trabajando. La máquina del tiempo, el Velyrium, los Umbras... todo. Y sé que están en peligro si no actúan rápido.

Mark apretó los puños, sus pensamientos se arremolinaban en su cabeza. Este hombre, desconocido y sombrío, parecía saber demasiado. Pero lo que más lo inquietaba era la mención de su padre.

—¿Cómo sabes todo eso? —preguntó Mark con un tono más agresivo—. Nadie fuera de este laboratorio debería tener idea de lo que estamos haciendo.

David dejó escapar un suspiro profundo, y su mirada se volvió más oscura.

—Jonathan me confió muchas cosas —comenzó a explicar—. Hace años, antes de que todo esto se descontrolara, trabajamos juntos. Me habló de su temor, de lo que Hydronova estaba haciendo a espaldas del mundo. Me dijo que, si alguna vez él no estaba aquí para protegerte, tendría que intervenir.

Mark retrocedió un paso, tratando de procesar lo que escuchaba. ¿Su padre había dejado un plan alterno en manos de un desconocido?

—¿Por qué debo creerte? —insistió Mark—. Nunca nos mencionó a alguien como tú.

David lo miró directamente a los ojos, su voz se suavizó levemente.

—No tienes que creerme aún. Pero si quieres que la máquina del tiempo funcione, y si quieres evitar que los Umbras destruyan todo lo que conocemos, me necesitarás. No tienes mucho tiempo para dudar.

Emma dio un paso adelante, aunque sus ojos seguían escudriñando al recién llegado con desconfianza.

—¿Qué es lo que quieres? —preguntó ella—. ¿Por qué vienes ahora, después de todo este tiempo?

David apretó la mandíbula antes de responder.

—Porque Jonathan me pidió que te ayudara —respondió, dirigiendo su mirada a Mark—. Y porque la situación es peor de lo que creen. Las investigaciones con el Velyrium están fuera de control, y si no hacemos algo ahora, será demasiado tarde.

Un silencio cargado de tensión llenó la sala. Alex, quien había estado observando en silencio, finalmente habló.

—Necesitamos toda la ayuda que podamos conseguir —dijo en un tono frío, pero decidido—. Pero si estás mintiendo, no dudaré en detenerte.

David asintió lentamente, aceptando las palabras de Alex.

—Lo entiendo —dijo—. No vine a causar problemas. Solo quiero cumplir con lo que le prometí a Jonathan: protegerte y ayudar a detener esto.

Mark, aunque aún receloso, finalmente asintió, sintiendo que no tenía otra opción más que aceptar la ayuda de David, al menos por ahora.

—Está bien —dijo en voz baja—. Pero mantente alerta, David. Si algo sale mal, no dudaremos en enfrentarte.

David esbozó una leve sonrisa, sin rastro de burla, y se acercó a la mesa donde los planos y documentos estaban esparcidos.

—No se preocupen —dijo mientras revisaba los detalles—. No vine aquí para fracasar. Vamos a completar lo que Jonathan comenzó.

Y así, bajo el manto de la noche, el equipo se reforzó con un nuevo y misterioso aliado, aunque la desconfianza seguía latente en el aire. Sabían que el tiempo corría en su contra, y cada segundo perdido podría ser el último antes del fin inminente.

Después del tenso y enigmático encuentro inicial con David, Mark, Emma y Alex quedaron con una sensación de inquietud, pero también con la certeza de que no podían darse el lujo de desconfiar de alguien que parecía estar tan comprometido con su causa. Las noches siguientes continuaron su trabajo en el laboratorio clandestino, un pequeño lugar oculto en los rincones más oscuros de la ciudad, lejos de la vigilancia de Hydronova. El lugar estaba bien escondido, una construcción que en algún momento había sido un taller mecánico, y que ahora albergaba su peligrosa misión: completar la máquina del tiempo.

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