UMBRAS

1.3 - La Luz en la Oscuridad

Justo cuando todo parecía perdido, cuando el miedo estaba por consumirlos, una luz cegadora inundó la nave. Era una luz blanca, pura, que paralizó a los Umbras solo por un instante. Las criaturas se detuvieron, confusas, y los sobrevivientes miraron hacia la fuente.

De esa luz emergió una figura alta y cubierta con un traje de toxicidad, su respirador emitía un sonido pesado y rítmico mientras avanzaba hacia ellos. Su rostro estaba oculto bajo el casco, que permanecía firme.

—¡Rápido! ¡Métanse en la máquina! —gritó la figura, su voz distorsionada por el casco.

Emma, Alex y Mark se miraron sin poder creerlo, pero sin pensarlo dos veces, corrieron hacia la máquina del tiempo. Voltearon atrás y lograron ver a David. Forcejearon para rescatarlo, pero el extraño los interrumpió.

—Fue un héroe —dijo, viendo la acción heroica—. Él hubiera querido que estén a salvo. No podemos regresar...

David, sangrando y tambaleante, a lo lejos pudo ver que el equipo entraba a la máquina. Sus ojos lloraron sangre, tomó su último aliento para esbozar una sonrisa de alivio. Cayó de rodillas en un semblante de aceptación, mientras la afilada garra de un Umbra se levantaba para atravesar su pecho. La esencia de David desapareció en esa última acción, y su último recuerdo... fue una promesa que le había hecho a un gran amigo.

David murió como un guerrero, con los ojos abiertos y sin tumbarse al suelo. Su cuerpo yacía de rodillas mientras los Umbra se alimentaban de él, ganando tiempo para que Mark, Emma y Alex pudieran huir.

El equipo lloró de desesperación al ver ese último acto heroico. Se abrazaron, tratando de superar el trauma de perder a un gran amigo y mentor.

—¿Quién eres? —preguntó Emma, con la voz temblorosa mientras la puerta de la máquina se cerraba tras ellos.

El extraño se volvió hacia ellos, comenzando a quitarse el casco.

—No tenemos mucho tiempo para...

Antes de que pudiera terminar la frase, una garra oscura atravesó la puerta de la máquina y el pecho del hombre, desgarrándolo de lado a lado. El casco permaneció en su cabeza mientras la sangre goteaba lentamente. El cuerpo sin vida del extraño fue arrastrado hacia la oscuridad.

Emma gritó, horrorizada por lo que acababa de ver. Alex apenas podía moverse, paralizado por el miedo. Mark estaba en shock, con el rostro pálido, sabiendo que acababan de perder.