Epílogo

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—¿Sigues aquí? —Nian se desconcentró cuando Yohan decidió irrumpir en su taller—. Pensé que ya te habías ido a duchar, se nos hará tarde.

—Lo siento, estaba trabajando en una obra importante y perdí la noción del tiempo. —Se excusó mientras se ponía de pie para recoger algunos de los materiales que estaba usando.

—¿Ah, sí? Déjame verla.

—¡No! —exclamó Nian parándose frente al lienzo y extendiendo sus brazos, como si lo estuviera protegiendo—. A-aún no está listo.

Yohan se cruzó de brazos y ladeó una sonrisa.

—Eso nunca te ha impedido mostrarme tus trabajos. Anda, déjame ver qué es lo que estás haciendo.

—No, esta vez es diferente. Esta obra es... especial, así que no puedes verla hasta que esté terminada.

—¿Sí? —Yohan lo pensó un poco e inclinó la cabeza hacia un costado—. Bueno, asumo que es mi regalo por nuestro tercer aniversario, ¿verdad?

—¿Cómo es que...? —Nian frunció apenas el entrecejo antes de reaccionar y acortar su distancia con Yohan—. ¡Te odio, por qué tienes que arruinar mi sorpresa! —comenzó a darle suaves golpes en el pecho que el contrario recibía entre risas.

—Vamos, vamos, tranquilízate. —Yohan lo tomó de las muñecas y lo presionó contra su torso—. Aún no he visto la pintura, así que sigue siendo una sorpresa.

—No te daré nada este año, siempre descubres lo que quiero darte.

—Es que eres tan transparente para mí.

Nian bufó y se apartó de su agarre.

Su enojo creció al ver la sonrisa de confianza que tenía Yohan en los labios.

Habían pasado casi tres años desde que comenzaron su relación formal, y desde que Nian decidió volver a vivir junto a Yohan.

Lo cierto era que no muchas cosas habían cambiado incluso después de ser novios y corresponder a sus sentimientos.

Seguían teniendo las mismas actividades que tenían antes, él mismo trato gentil, bromista y afectuoso. Ellos se dieron cuenta que habían estado actuando como una pareja todos esos años sin siquiera notarlo.

El único cambio más notorio eran aquellos momentos pasionales que ya no necesitaban excusas para darse. Yohan siempre estaba necesitado, y Nian siempre cedía porque no podía negarle un instante de placer. Sobre todo, cuando él mismo lo incitaba de cierta forma.

Fuera de ello, todo seguía igual.

Salían a citas, tenían sus noches juntos y cuando el sueño los vencía se acurrucaban contra el otro para poder conciliarlo.

Nian continuaba encerrándose por horas en su taller hasta que Yohan entraba en él para pedir un poco de su atención, a lo cual Nian nunca podía negarse.

Yohan también seguía haciendo sus transmisiones. Fue un tema que lo tuvo tenso por un tiempo, pensó que quizá ahora que eran parejas, Nian podría sentirse incómodo con eso, pero este le dejó en claro que no le molestaba en lo absoluto. Después de todo, el que lo tenía en su cama al final del día era él. Así que Yohan continuaba con su trabajo de camboy, y en más de una ocasión, solían hacerlo juntos.

Era una de las actividades de pareja que Yohan más disfrutaba, aunque Nian seguía actuando con un poco de nerviosismo frente a la cámara.

Yohan amaba que fuera así.

En realidad amaba cada parte de él.

—Eres muy molesto, ¿sabías? —Nian no hablaba en serio, y Yohan era consciente de ello, por eso su sonrisa se hizo aún más grande.

CAÓTICA DECISIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora